/ martes 11 de diciembre de 2018

La culpa es de MORENA, no del morenovallismo

La historia está dictada y Martha Erika Alonso Hidalgo será gobernadora de Puebla a partir de este viernes en sustitución de José Antonio Gali Fayad. Sin embargo, queda en el aire lo hecho por Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en la designación de su candidato.

El “hubiera” no existe, pero ¿cuál habría sido el destino de esta fuerza política si en lugar de Luis Miguel Barbosa el nombramiento hubiera recaído en otra persona?

La primera opción y que hizo cimbrar al morenovallismo fue Enrique Cárdenas, investigador y exrector de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP).

Goza de un prestigio reconocido y sin duda ha sido uno de los promotores para que la transparencia en el manejo de recursos sea una constante, sin dejar de lado que fue uno de los críticos del gobierno encabezado por Rafael Moreno Valle.

Es decir, contaban con el antídoto perfecto para que la famosa cuarta transformación aterrizara a Casa Puebla.

Encajaba en el perfil que buscaba Morena.

Sin embargo, decidió hacerlo a un lado bajo el argumento de aplicar una encuesta para elegir al coordinador estatal de organización electoral, siguiente paso para designar al abanderado, que recayó en la figura de Luis Miguel Barbosa Huerta.

Los máximos líderes tanto nacionales como locales del partido se encapricharon con el experredista pese a los negativos que cargaba a sus espaldas.

Tal es el caso del rechazo de los morenistas puros, que lo catalogaban de “arribista” cuando el 9 de junio de 2015, entonces como senador perredista, calificó de soberbio a Andrés Manuel López Obrador, además de que el PRD no sería cabús de nadie.

Otro elemento de desconfianza era la relación política y hasta amistosa que llevaba con Rafael Moreno Valle. Fue uno de los impulsores de acercar al PRD con el PAN para sumar otras fuerzas políticas y, en 2010, conformar una megacoalición partidista para sacar al PRI de Casa Puebla.

Esos elementos no sirvieron de referencia.

Tampoco miraron como opciones a quienes también hubieran dado la pelea electoral real como Alejandro Armenta Mier, hoy senador, o Rodrigo Abdala Dartigues, actual coordinador en Puebla del Gobierno Federal.

Consideraron que el colmillo político de Luis Miguel Barbosa era suficiente para conformar el ejército morenista del que se carecía en los 217 municipios.

No fue un candidato competitivo.

Su campaña como contendiente fue intermitente, sin recorrer los puntos más importantes del estado, y apostó a recargarse en la figura del fenómeno llamado Andrés Manuel López Obrador.

Morena, sus agremiados, diputados, simpatizantes y el mismo Barbosa Huerta culpan al morenovallismo de la derrota del pasado primero de julio.

La ventaja de 100 mil votos a favor de Martha Erika Alonso sobre Barbosa Huerta es inexiste por las diferentes anomalías, según detectadas por los morenistas.

El fraude electoral impulsado desde los órganos electorales locales, pasando por la intervención del gobierno estatal, la violencia desatada el día de la jornada electoral y la manipulación de los paquetes electorales en la bodega del IEE, entre otros, fueron responsables de la derrota.

Un candidato competitivo hubiera sobrevivido a todas estas acciones, las cuales jurídicamente quedaron desechadas el pasado sábado por cuatro de los siete magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Morena debe aprender de los errores para ser altamente competitivo dentro de seis años.

Mientras tanto, es necesario que sus dirigentes llamen a la cordura a Luis Miguel Barbosa, a sus inexpertos ediles, que aún están sin encontrar la cuadratura para ofrecer resultados, y, sobre todo, a sus legisladores locales, que siguen polarizando a una sociedad poblana que exige paz y tranquilidad.


Comentarios:


anaconda138@hotmail.com

marcomironc@gmail.com

@Marcomironc

La historia está dictada y Martha Erika Alonso Hidalgo será gobernadora de Puebla a partir de este viernes en sustitución de José Antonio Gali Fayad. Sin embargo, queda en el aire lo hecho por Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en la designación de su candidato.

El “hubiera” no existe, pero ¿cuál habría sido el destino de esta fuerza política si en lugar de Luis Miguel Barbosa el nombramiento hubiera recaído en otra persona?

La primera opción y que hizo cimbrar al morenovallismo fue Enrique Cárdenas, investigador y exrector de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP).

Goza de un prestigio reconocido y sin duda ha sido uno de los promotores para que la transparencia en el manejo de recursos sea una constante, sin dejar de lado que fue uno de los críticos del gobierno encabezado por Rafael Moreno Valle.

Es decir, contaban con el antídoto perfecto para que la famosa cuarta transformación aterrizara a Casa Puebla.

Encajaba en el perfil que buscaba Morena.

Sin embargo, decidió hacerlo a un lado bajo el argumento de aplicar una encuesta para elegir al coordinador estatal de organización electoral, siguiente paso para designar al abanderado, que recayó en la figura de Luis Miguel Barbosa Huerta.

Los máximos líderes tanto nacionales como locales del partido se encapricharon con el experredista pese a los negativos que cargaba a sus espaldas.

Tal es el caso del rechazo de los morenistas puros, que lo catalogaban de “arribista” cuando el 9 de junio de 2015, entonces como senador perredista, calificó de soberbio a Andrés Manuel López Obrador, además de que el PRD no sería cabús de nadie.

Otro elemento de desconfianza era la relación política y hasta amistosa que llevaba con Rafael Moreno Valle. Fue uno de los impulsores de acercar al PRD con el PAN para sumar otras fuerzas políticas y, en 2010, conformar una megacoalición partidista para sacar al PRI de Casa Puebla.

Esos elementos no sirvieron de referencia.

Tampoco miraron como opciones a quienes también hubieran dado la pelea electoral real como Alejandro Armenta Mier, hoy senador, o Rodrigo Abdala Dartigues, actual coordinador en Puebla del Gobierno Federal.

Consideraron que el colmillo político de Luis Miguel Barbosa era suficiente para conformar el ejército morenista del que se carecía en los 217 municipios.

No fue un candidato competitivo.

Su campaña como contendiente fue intermitente, sin recorrer los puntos más importantes del estado, y apostó a recargarse en la figura del fenómeno llamado Andrés Manuel López Obrador.

Morena, sus agremiados, diputados, simpatizantes y el mismo Barbosa Huerta culpan al morenovallismo de la derrota del pasado primero de julio.

La ventaja de 100 mil votos a favor de Martha Erika Alonso sobre Barbosa Huerta es inexiste por las diferentes anomalías, según detectadas por los morenistas.

El fraude electoral impulsado desde los órganos electorales locales, pasando por la intervención del gobierno estatal, la violencia desatada el día de la jornada electoral y la manipulación de los paquetes electorales en la bodega del IEE, entre otros, fueron responsables de la derrota.

Un candidato competitivo hubiera sobrevivido a todas estas acciones, las cuales jurídicamente quedaron desechadas el pasado sábado por cuatro de los siete magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Morena debe aprender de los errores para ser altamente competitivo dentro de seis años.

Mientras tanto, es necesario que sus dirigentes llamen a la cordura a Luis Miguel Barbosa, a sus inexpertos ediles, que aún están sin encontrar la cuadratura para ofrecer resultados, y, sobre todo, a sus legisladores locales, que siguen polarizando a una sociedad poblana que exige paz y tranquilidad.


Comentarios:


anaconda138@hotmail.com

marcomironc@gmail.com

@Marcomironc