/ jueves 2 de junio de 2022

La educación no debe estar al servicio del poder en turno

En un Estado democrático como el nuestro, debe evitarse todo intento de politización e ideologización del sector estudiantil a través de los libros de texto, planes de estudio o marcos curriculares. Debe evitarse la imposición de vocabularios descontextualizados y de concepciones erróneas sobre los diversos sistemas políticos, económicos y sociales de la humanidad.

A finales de abril, la Secretaría de Educación Pública presentó un nuevo Marco curricular y plan de estudios 2022 en el que, a grandes rasgos, modifica profundamente la metodología de estudio de la educación básica a través de la desaparición de los grados escolares y en su lugar, se implementen fases de aprendizaje.

La propuesta no precisa los mecanismos de implementación enfocados a los campos formativos y no señala las asignaturas que se estudiarán por fase, ni se indican los elementos que se habrán de observar para determinar si un estudiante puede avanzar a la siguiente fase. El nuevo marco curricular no define cómo se interrelacionará este nuevo modelo con el correspondiente a la educación media superior y superior.

Sitúa a la comunidad como el principal elemento de las relaciones pedagógicas, así como de los procesos de enseñanza y aprendizaje; ahora la comunidad es el espacio social, cultural, político, productivo y simbólico, en el que se inscribe la escuela, limitando el derecho humano al libre desarrollo de la personalidad.

También contempla cambios en materia de planeación, seguimiento y evaluación del trabajo de las y los docentes, que estarían en función del desarrollo de los avances de las y los estudiantes. Pretenden eliminar mecanismos de comparación internacional que permiten diagnosticar y mejorar la calidad educativa del país, como el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA).

Incluso, la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) señaló que la propuesta responde más a un cambio ideológico que a una evolución pedagógica del plan de estudios, por lo que se corre el riesgo de reducir la capacidad de aprendizaje de las y los estudiantes.

En México hemos enfrentado la pandemia, agravada por diversos problemas como inseguridad pública, falta de recursos en el sector salud, violencia, corrupción o impunidad, por lo que transformar el currículo de la educación básica no es una tarea urgente. Si queremos brindarle a nuestras niñas, niños y adolescentes una educación de calidad, primero debemos combatir y mitigar los rezagos generados por la pandemia.

Esta propuesta educativa no hace frente a los problemas actuales de nuestro sistema educativo nacional, ni resuelve temas urgentes que surgieron con la pandemia como la deserción, el rezago y la pérdida de aprendizajes.

La educación no debe estar al servicio del poder en turno; debe ser universal, plural, multidisciplinaria y democrática. Tanto el sector estudiantil como docente merecen tener un Marco curricular y un Plan de Estudios enfocado a promover el desarrollo académico con un enfoque global y no priorizar un sistema ideológico con una visión de corto plazo.

Las autoridades educativas del Ejecutivo Federal deben revisar el contenido de la propuesta, con el propósito de evitar un cambio que termine por perjudicar a estudiantes y profesores del sistema educativo.

Por ello, propusimos un punto de acuerdo ante la Cámara de Diputados para que la Secretaría de Educación Pública mantenga y continúe con la aplicación del Plan de Estudios y el Marco Curricular en los términos actuales del modelo educativo, y así evitar la desaparición de los grados escolares por fases de aprendizaje.

Para la bancada del Partido Revolucionario Institucional es de maxima importancia que se garantice una educación de calidad a las niñas, niños y adolescentes de México, para que dentro de las escuelas y planteles de nuestro sistema educativo obtengan el conocimento y la formación adecuada que se traduzca en la formación de profesionales de alto nivel y competitivos a nivel nacional e internacional.


En un Estado democrático como el nuestro, debe evitarse todo intento de politización e ideologización del sector estudiantil a través de los libros de texto, planes de estudio o marcos curriculares. Debe evitarse la imposición de vocabularios descontextualizados y de concepciones erróneas sobre los diversos sistemas políticos, económicos y sociales de la humanidad.

A finales de abril, la Secretaría de Educación Pública presentó un nuevo Marco curricular y plan de estudios 2022 en el que, a grandes rasgos, modifica profundamente la metodología de estudio de la educación básica a través de la desaparición de los grados escolares y en su lugar, se implementen fases de aprendizaje.

La propuesta no precisa los mecanismos de implementación enfocados a los campos formativos y no señala las asignaturas que se estudiarán por fase, ni se indican los elementos que se habrán de observar para determinar si un estudiante puede avanzar a la siguiente fase. El nuevo marco curricular no define cómo se interrelacionará este nuevo modelo con el correspondiente a la educación media superior y superior.

Sitúa a la comunidad como el principal elemento de las relaciones pedagógicas, así como de los procesos de enseñanza y aprendizaje; ahora la comunidad es el espacio social, cultural, político, productivo y simbólico, en el que se inscribe la escuela, limitando el derecho humano al libre desarrollo de la personalidad.

También contempla cambios en materia de planeación, seguimiento y evaluación del trabajo de las y los docentes, que estarían en función del desarrollo de los avances de las y los estudiantes. Pretenden eliminar mecanismos de comparación internacional que permiten diagnosticar y mejorar la calidad educativa del país, como el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA).

Incluso, la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) señaló que la propuesta responde más a un cambio ideológico que a una evolución pedagógica del plan de estudios, por lo que se corre el riesgo de reducir la capacidad de aprendizaje de las y los estudiantes.

En México hemos enfrentado la pandemia, agravada por diversos problemas como inseguridad pública, falta de recursos en el sector salud, violencia, corrupción o impunidad, por lo que transformar el currículo de la educación básica no es una tarea urgente. Si queremos brindarle a nuestras niñas, niños y adolescentes una educación de calidad, primero debemos combatir y mitigar los rezagos generados por la pandemia.

Esta propuesta educativa no hace frente a los problemas actuales de nuestro sistema educativo nacional, ni resuelve temas urgentes que surgieron con la pandemia como la deserción, el rezago y la pérdida de aprendizajes.

La educación no debe estar al servicio del poder en turno; debe ser universal, plural, multidisciplinaria y democrática. Tanto el sector estudiantil como docente merecen tener un Marco curricular y un Plan de Estudios enfocado a promover el desarrollo académico con un enfoque global y no priorizar un sistema ideológico con una visión de corto plazo.

Las autoridades educativas del Ejecutivo Federal deben revisar el contenido de la propuesta, con el propósito de evitar un cambio que termine por perjudicar a estudiantes y profesores del sistema educativo.

Por ello, propusimos un punto de acuerdo ante la Cámara de Diputados para que la Secretaría de Educación Pública mantenga y continúe con la aplicación del Plan de Estudios y el Marco Curricular en los términos actuales del modelo educativo, y así evitar la desaparición de los grados escolares por fases de aprendizaje.

Para la bancada del Partido Revolucionario Institucional es de maxima importancia que se garantice una educación de calidad a las niñas, niños y adolescentes de México, para que dentro de las escuelas y planteles de nuestro sistema educativo obtengan el conocimento y la formación adecuada que se traduzca en la formación de profesionales de alto nivel y competitivos a nivel nacional e internacional.