/ domingo 27 de mayo de 2018

La energía del cuarzo o discurso de campaña

“Las palabras honestas nos dan un claro indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe”

Miguel de Cervantes


Hace algunos años estuve con mi familia en Tepoztlán, Morelos. Me llamó la atención que había un hombre a un lado de la calle a quien se le acercaba mucha gente que iba caminando. Era evidente que algo vendía; no se veía qué. Nos acercamos tanto que quedamos de primeros.

¡Sorpresa! Un hombre que poco le faltaba para estar en harapos. Por cómo lucía el cabello, no se había peinado en días; quizás tenía esa apariencia por el trabajo que hacía. Frente a él tenía una mesa rústica, como de dos metros de largo por uno de ancho y unos ochenta centímetros de alto. Sobre la mesa había muchas piedras de cuarzo de varios tamaños, formas y colores. Cuarzo rojo, naranja, verde, amarillo, blanco.

Según los místicos, se habla de que el cuarzo tiene muchas propiedades energéticas. Que cada color genera una fuerza o energía diferente. No lo dudo, porque es un mineral y todos los minerales, por ser minerales, tienen ciertas características energéticas. También se dice que el cuarzo mantiene a la gente en equilibrio.

Lo que me llamó la atención fue el argumento de venta de las piedras, algo así: “Piedras de cuarzo, hoy usted es pobre porque quiere. Si distribuye cuarzo en su casa, el dinero le llegará más rápido y más fácil. De acuerdo al color de la piedra vivirá mejor….”. Le pregunté si él era millonario, me dijo que no, que por eso estaba vendiendo piedras de cuarzo. Sus palabras y su mirada llevaban un “no me ves, idiota, ¿qué crees que hago aquí?”. Volví a abrir la boca y esta vez le pregunté que desde cuándo las vendía; me respondió con la energía que le produjeron las piedras: “Ya tengo varios años de estar en ese puesto. ¿Quiere piedras o no?”.

Yo no podía entender cómo con tantas piedras él seguía vendiéndolas y no era millonario, más bien no pobre sino un miserable financiero. O porqué si equilibran se estaba saliendo de las casillas. Entonces le dije: “No esté timando a la gente con eso de ‘pobres porque quieren’”. Y casi grité: “No se dejen engañar, los está timando”. La mayoría se fue, otros se quedaron, no dudo de que algunos lo hayan defendido. Así sucede.

Eso sentí el domingo en el debate de los candidatos a presidente de la república de México. Que me (nos) estaban vendiendo piedras de cuarzo para salir de la pobreza. No sé qué clase de ilusos con “pe” creen que somos. Sobre todo, Andrés Manuel López Obrador. Decir que la corrupción se va a acabar por imitación o proyección. Que en tanto el presidente no sea corrupto nadie será corrupto.

Son 2446 municipios en todo el territorio nacional mexicano; eso es que, si él directamente fuera a cada municipio, uno por día, a imponer su banda presidencial, no le alcanzaría los seis años de poder. Luego, no haría otra cosa que visitar municipios para garantizar la honestidad en todo el país, y eso si solo hablara con los alcaldes y si lograra detener la corrupción con su presencia, en el caso en el que él diera el ejemplo, cosa que dudo por la forma en que apoya a buscados por la justicia.

En palabras simples y matemáticas sencillas. Lo que dijo es no una mentira sino una ocurrencia. Lo peor es que haya gente que crea que los gobernadores van a dejar de hacer negocios con las licitaciones y contratos públicos, que los alcaldes van a dejar de pedir diezmos, que los policías de tránsito van a dejar de morder los bolsillos de los conductores, que deje de haber empresarios que ofrezcan dinero a cambio de reponerse fácil y rápido hasta ser millonarios. Que gobernantes dejen de entregar las obras públicas a sus compadres y familiares. Que los directivos de los partidos dejen de entregar los puestos públicos a defraudadores, a asaltadores de la dignidad humana para hacerlos aliados circunstanciales a cambio de votos. Y por ahí podemos seguir con una lista interminable.

Pensar que todo eso va a desaparecer porque el presidente diga: “Hágase la honestidad”, ¡por favor!


*Consultor y asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf

“Las palabras honestas nos dan un claro indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe”

Miguel de Cervantes


Hace algunos años estuve con mi familia en Tepoztlán, Morelos. Me llamó la atención que había un hombre a un lado de la calle a quien se le acercaba mucha gente que iba caminando. Era evidente que algo vendía; no se veía qué. Nos acercamos tanto que quedamos de primeros.

¡Sorpresa! Un hombre que poco le faltaba para estar en harapos. Por cómo lucía el cabello, no se había peinado en días; quizás tenía esa apariencia por el trabajo que hacía. Frente a él tenía una mesa rústica, como de dos metros de largo por uno de ancho y unos ochenta centímetros de alto. Sobre la mesa había muchas piedras de cuarzo de varios tamaños, formas y colores. Cuarzo rojo, naranja, verde, amarillo, blanco.

Según los místicos, se habla de que el cuarzo tiene muchas propiedades energéticas. Que cada color genera una fuerza o energía diferente. No lo dudo, porque es un mineral y todos los minerales, por ser minerales, tienen ciertas características energéticas. También se dice que el cuarzo mantiene a la gente en equilibrio.

Lo que me llamó la atención fue el argumento de venta de las piedras, algo así: “Piedras de cuarzo, hoy usted es pobre porque quiere. Si distribuye cuarzo en su casa, el dinero le llegará más rápido y más fácil. De acuerdo al color de la piedra vivirá mejor….”. Le pregunté si él era millonario, me dijo que no, que por eso estaba vendiendo piedras de cuarzo. Sus palabras y su mirada llevaban un “no me ves, idiota, ¿qué crees que hago aquí?”. Volví a abrir la boca y esta vez le pregunté que desde cuándo las vendía; me respondió con la energía que le produjeron las piedras: “Ya tengo varios años de estar en ese puesto. ¿Quiere piedras o no?”.

Yo no podía entender cómo con tantas piedras él seguía vendiéndolas y no era millonario, más bien no pobre sino un miserable financiero. O porqué si equilibran se estaba saliendo de las casillas. Entonces le dije: “No esté timando a la gente con eso de ‘pobres porque quieren’”. Y casi grité: “No se dejen engañar, los está timando”. La mayoría se fue, otros se quedaron, no dudo de que algunos lo hayan defendido. Así sucede.

Eso sentí el domingo en el debate de los candidatos a presidente de la república de México. Que me (nos) estaban vendiendo piedras de cuarzo para salir de la pobreza. No sé qué clase de ilusos con “pe” creen que somos. Sobre todo, Andrés Manuel López Obrador. Decir que la corrupción se va a acabar por imitación o proyección. Que en tanto el presidente no sea corrupto nadie será corrupto.

Son 2446 municipios en todo el territorio nacional mexicano; eso es que, si él directamente fuera a cada municipio, uno por día, a imponer su banda presidencial, no le alcanzaría los seis años de poder. Luego, no haría otra cosa que visitar municipios para garantizar la honestidad en todo el país, y eso si solo hablara con los alcaldes y si lograra detener la corrupción con su presencia, en el caso en el que él diera el ejemplo, cosa que dudo por la forma en que apoya a buscados por la justicia.

En palabras simples y matemáticas sencillas. Lo que dijo es no una mentira sino una ocurrencia. Lo peor es que haya gente que crea que los gobernadores van a dejar de hacer negocios con las licitaciones y contratos públicos, que los alcaldes van a dejar de pedir diezmos, que los policías de tránsito van a dejar de morder los bolsillos de los conductores, que deje de haber empresarios que ofrezcan dinero a cambio de reponerse fácil y rápido hasta ser millonarios. Que gobernantes dejen de entregar las obras públicas a sus compadres y familiares. Que los directivos de los partidos dejen de entregar los puestos públicos a defraudadores, a asaltadores de la dignidad humana para hacerlos aliados circunstanciales a cambio de votos. Y por ahí podemos seguir con una lista interminable.

Pensar que todo eso va a desaparecer porque el presidente diga: “Hágase la honestidad”, ¡por favor!


*Consultor y asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf