/ viernes 11 de diciembre de 2020

La fe

Si México está de pie y sigue siendo abundante y providente, pese a sus malos gobiernos, a nuestro “vale-madrismo” y a la ancestral corrupción que nos fue heredada por los colonizadores ibéricos que, en su mayoría, fuera de los monjes evangelizadores, eran galeotes y ex presidiarios, indudablemente se debe al culto y a la fe por la VIRGEN DE GUADALUPE. Su presencia en nuestra vida cotidiana, su imagen y su advocación congregan diariamente y en su aniversario a cientos de miles de fieles en la basílica construida en su honor, a un lado del cerro del Tepeyac, donde cuentan la tradición y el catolicismo se apareció a un indígena llamado Juan Diego, imprimiendo en su ayate el testimonio de su presencia para que el obispo Zumárraga no dudara del milagro y construyera un templo en su honor.

Se puede o no estar de acuerdo en su existencia y en su aparición, pese a que existen pruebas incontrastables que se han realizado por expertos y científicos, incluso de la NASA, en donde ha quedado comprobada la autenticidad de la impresión de La Virgen, que inclusive ha resistido los ataques con ácido que pretendieron destruirla. Pero lo que es indubitable es que, la devoción por la Guadalupana es un fenómeno social que trasciende lo material para quedar impreso en lo metafísico.

Todos los días del año llegan hasta su templo cientos de fieles de toda América, no solo de México. Pero el 12 de diciembre la gente se desborda en su fe, y son millones los que acuden desde los días previos hasta su aniversario, lo mismo en coche, en camión, en bicicleta o a pie. La gente del pueblo ansía rendirle culto a la Patrona de México y de América; ahora mismo lo estamos constatando, pese a que por la pandemia no se abrirá la Basílica, e incluso las calles y avenidas cercanas están cerradas a la circulación, la gente, desoyendo las exhortaciones de las autoridades en cuanto a la prevención del contagio, está llegando a su templo en peregrinaciones y caravanas, quedando demostrado en forma palpable que la fe está por encima de cualquier limitación humana. Juan Pablo II lo dijo: “México es 90 por ciento católico y 110 por ciento Guadalupano”

Pero, ¿qué es la fe? Es un sentimiento interno, profundo e inexplicable, que nos lleva a aceptar y confiar en lo que nos sucede o está por suceder… Es el poder de la intención concretada en su realización. Recordemos lo que se cita en Corintios 10:13 “no pasaremos por ninguna prueba que no sea humanamente soportable, podemos confiar en Dios, que no nos dejará sufrir pruebas más duras de lo que podemos soportar; por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios nos dará también la manera de salir de ella, para que podamos soportarla.”

No se trata de creer absolutamente en los demás, sino de creer en uno mismo, de escuchar esa voz interna que te insta a tomar algunos caminos, de ese destello suspicaz que te empuja a creer en las decisiones, tanto las buenas como las malas que tomamos; convirtiéndonos así, en personas que asumen, en personas que creen en lo bueno que hay en el prójimo, en personas guiadas por la justicia, pero sobre todo por la fe, que juntamente con la esperanza y la caridad conforman las llamadas Virtudes Teologales.

Para mí, la fe es creer ciegamente que lo que pides o deseas está ya concedido. Así nos lo enseñaron los Esenios en la oración científica y en la Biblia. En Hebreos 11:1 se lee “Es pues la fe, la certeza de lo que se espera. La convicción de lo que no se ve”.

Entonces, lo vuelvo a decir con fe. ¡SI MÉXICO ESTÁ AÚN DE PIE, ES POR NUESTRA FE EN LA VIRGEN DE GUADALUPE!

Gracias Puebla.

Si México está de pie y sigue siendo abundante y providente, pese a sus malos gobiernos, a nuestro “vale-madrismo” y a la ancestral corrupción que nos fue heredada por los colonizadores ibéricos que, en su mayoría, fuera de los monjes evangelizadores, eran galeotes y ex presidiarios, indudablemente se debe al culto y a la fe por la VIRGEN DE GUADALUPE. Su presencia en nuestra vida cotidiana, su imagen y su advocación congregan diariamente y en su aniversario a cientos de miles de fieles en la basílica construida en su honor, a un lado del cerro del Tepeyac, donde cuentan la tradición y el catolicismo se apareció a un indígena llamado Juan Diego, imprimiendo en su ayate el testimonio de su presencia para que el obispo Zumárraga no dudara del milagro y construyera un templo en su honor.

Se puede o no estar de acuerdo en su existencia y en su aparición, pese a que existen pruebas incontrastables que se han realizado por expertos y científicos, incluso de la NASA, en donde ha quedado comprobada la autenticidad de la impresión de La Virgen, que inclusive ha resistido los ataques con ácido que pretendieron destruirla. Pero lo que es indubitable es que, la devoción por la Guadalupana es un fenómeno social que trasciende lo material para quedar impreso en lo metafísico.

Todos los días del año llegan hasta su templo cientos de fieles de toda América, no solo de México. Pero el 12 de diciembre la gente se desborda en su fe, y son millones los que acuden desde los días previos hasta su aniversario, lo mismo en coche, en camión, en bicicleta o a pie. La gente del pueblo ansía rendirle culto a la Patrona de México y de América; ahora mismo lo estamos constatando, pese a que por la pandemia no se abrirá la Basílica, e incluso las calles y avenidas cercanas están cerradas a la circulación, la gente, desoyendo las exhortaciones de las autoridades en cuanto a la prevención del contagio, está llegando a su templo en peregrinaciones y caravanas, quedando demostrado en forma palpable que la fe está por encima de cualquier limitación humana. Juan Pablo II lo dijo: “México es 90 por ciento católico y 110 por ciento Guadalupano”

Pero, ¿qué es la fe? Es un sentimiento interno, profundo e inexplicable, que nos lleva a aceptar y confiar en lo que nos sucede o está por suceder… Es el poder de la intención concretada en su realización. Recordemos lo que se cita en Corintios 10:13 “no pasaremos por ninguna prueba que no sea humanamente soportable, podemos confiar en Dios, que no nos dejará sufrir pruebas más duras de lo que podemos soportar; por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios nos dará también la manera de salir de ella, para que podamos soportarla.”

No se trata de creer absolutamente en los demás, sino de creer en uno mismo, de escuchar esa voz interna que te insta a tomar algunos caminos, de ese destello suspicaz que te empuja a creer en las decisiones, tanto las buenas como las malas que tomamos; convirtiéndonos así, en personas que asumen, en personas que creen en lo bueno que hay en el prójimo, en personas guiadas por la justicia, pero sobre todo por la fe, que juntamente con la esperanza y la caridad conforman las llamadas Virtudes Teologales.

Para mí, la fe es creer ciegamente que lo que pides o deseas está ya concedido. Así nos lo enseñaron los Esenios en la oración científica y en la Biblia. En Hebreos 11:1 se lee “Es pues la fe, la certeza de lo que se espera. La convicción de lo que no se ve”.

Entonces, lo vuelvo a decir con fe. ¡SI MÉXICO ESTÁ AÚN DE PIE, ES POR NUESTRA FE EN LA VIRGEN DE GUADALUPE!

Gracias Puebla.