/ lunes 7 de enero de 2019

La frontera entre el gobierno de AMLO y el neoliberalismo

En múltiples ocasiones hemos comentado en este espacio que los gobiernos que impusieron y practicaron el modelo económico neoliberal en México, los de Carlos Salinas, Miguel de la Madrid, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, se hicieron socios y cómplices de los grandes capitales nacionales y extranjeros, se dedicaron a privatizar todas las empresas paraestatales y les entregaron el predominio de los recursos naturales; pusieron en sus manos la riqueza nacional, pero, paralelamente, rompieron el pacto social y económico con el pueblo de México, sumiéndolo en el desempleo, la pobreza y la hambruna, que atacaron con paliativos sociales durante un proceso que duró 36 años.

Por esta causa más de 30 millones de desesperados votantes mexicanos condenaron y reprobaron en las pasadas elecciones presidenciales al neoliberalismo injusto, depredador y codicioso, que propició el amasamiento de grandes fortunas y capitales por parte de pequeños grupos empresariales y políticos que se adueñaron de la riqueza nacional. Los mexicanos emitieron su sufragio por un cambio de modelo económico y político.

El cambio del modelo neoliberal ya está ordenado, mandatado por el pueblo, ahora falta llevarlo al terreno de los hechos de manera pacífica, ordenada e institucional, crear una nueva realidad nacional, la cual debe partir del rescate económico de la riqueza nacional que dejaron al pueblo de México los rapaces neoliberales. Como fueron 36 años en que se adueñaron del país, habrá fuertes resistencias y formidables oposiciones de parte de los grupos empresariales y políticos que tratarán de cautivar, avasallar y desviar de sus propósitos al nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien dedicó buena parte de su discurso para marcar una línea divisoria histórica entre lo que será la Cuarta Transformación Nacional de su gobierno y su separación y alejamiento con el neoliberalismo.

Enseguida rescatamos las principales citas de la frontera que habrá entre la Cuarta Transformación con el neoliberalismo. Una de ellas: “Mi gobierno no estará al servicio de los mercados financieros”, los cuales han realizado fuertes presiones contra su gobierno cuando Ricardo Monreal, presidente del Senado, anunció la disminución y cancelación de algunas de las onerosas y usureras comisiones que cobran los bancos extranjeros en México; también, cuando canceló el proyecto aeroportuario del NAIM en Texcoco.

López Obrador ofreció “todas las garantías a la inversión nacional y extranjera”, pero anunció la “separación definitiva del poder público del poder económico que durante décadas se alimentaron mutuamente al cobijo del modelo neoliberal, que ha sido un desastre, una calamidad para México”

Ante el Congreso de la Unión expresó: “No tengo derecho a fallarles. Acepto el reto (…). Haré cuanto pueda para obstaculizar la regresión (…). Haremos a un lado la hipocresía neoliberal”.

“Trabajaré 16 horas al día para dejar en seis años muy avanzada la obra de la Cuarta Transformación. Haré cuanto pueda para obstaculizar la regresión en que están empeñados conservadores y corruptos”.

Asimismo, destacó que, ante las intenciones de los retrógradas, “mi gobierno aplicará los cambios de manera rápida para que, si eventualmente, nuestros adversarios nos vencen, les cueste mucho trabajo dar marcha atrás. Como dirían los liberales mexicanos del siglo XIX: ‘que no sea fácil retrogradar’”.

En una evaluación del país que recibe, el presidente señaló: “recibo un país en quiebra. Es más severa y eficaz la condena al régimen neoliberal, dejar en claro su fracaso y evidente corrupción, que emprender una persecución”.

Recordó que el modelo neoliberal empobreció a la mayoría de la población y la obligó a la economía informal, a la emigración masiva o a la delincuencia. Resaltó que, si bien la corrupción es un mal que siempre ha existido en el país, en el periodo neoliberal se extendió a tal grado que el sistema en su conjunto ha operado para ejercer esa práctica.

“Como en el porfiriato”, consignó, “las máximas autoridades se dedicaron a concesionar el territorio y transferir empresas y bienes públicos, incluso funciones del Estado, a particulares nacionales y extranjeros”.

“El otro distintivo del nuevo gobierno será la separación del poder económico del poder político. El gobierno ya no será un simple facilitador del saqueo. El gobierno no será un comité al servicio de una minoría rapaz”.

Finalmente, declaró que “no es lícito, no es jugar limpio defender la facultad del Estado para rescatar instituciones financieras en quiebra y considerar una carga el bienestar de los más necesitados”.


ESCÚCHANOS DIARIAMENTE DE 13:00 a 14:00 horas en ABC Radio, en 1280 de AM.

En múltiples ocasiones hemos comentado en este espacio que los gobiernos que impusieron y practicaron el modelo económico neoliberal en México, los de Carlos Salinas, Miguel de la Madrid, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, se hicieron socios y cómplices de los grandes capitales nacionales y extranjeros, se dedicaron a privatizar todas las empresas paraestatales y les entregaron el predominio de los recursos naturales; pusieron en sus manos la riqueza nacional, pero, paralelamente, rompieron el pacto social y económico con el pueblo de México, sumiéndolo en el desempleo, la pobreza y la hambruna, que atacaron con paliativos sociales durante un proceso que duró 36 años.

Por esta causa más de 30 millones de desesperados votantes mexicanos condenaron y reprobaron en las pasadas elecciones presidenciales al neoliberalismo injusto, depredador y codicioso, que propició el amasamiento de grandes fortunas y capitales por parte de pequeños grupos empresariales y políticos que se adueñaron de la riqueza nacional. Los mexicanos emitieron su sufragio por un cambio de modelo económico y político.

El cambio del modelo neoliberal ya está ordenado, mandatado por el pueblo, ahora falta llevarlo al terreno de los hechos de manera pacífica, ordenada e institucional, crear una nueva realidad nacional, la cual debe partir del rescate económico de la riqueza nacional que dejaron al pueblo de México los rapaces neoliberales. Como fueron 36 años en que se adueñaron del país, habrá fuertes resistencias y formidables oposiciones de parte de los grupos empresariales y políticos que tratarán de cautivar, avasallar y desviar de sus propósitos al nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien dedicó buena parte de su discurso para marcar una línea divisoria histórica entre lo que será la Cuarta Transformación Nacional de su gobierno y su separación y alejamiento con el neoliberalismo.

Enseguida rescatamos las principales citas de la frontera que habrá entre la Cuarta Transformación con el neoliberalismo. Una de ellas: “Mi gobierno no estará al servicio de los mercados financieros”, los cuales han realizado fuertes presiones contra su gobierno cuando Ricardo Monreal, presidente del Senado, anunció la disminución y cancelación de algunas de las onerosas y usureras comisiones que cobran los bancos extranjeros en México; también, cuando canceló el proyecto aeroportuario del NAIM en Texcoco.

López Obrador ofreció “todas las garantías a la inversión nacional y extranjera”, pero anunció la “separación definitiva del poder público del poder económico que durante décadas se alimentaron mutuamente al cobijo del modelo neoliberal, que ha sido un desastre, una calamidad para México”

Ante el Congreso de la Unión expresó: “No tengo derecho a fallarles. Acepto el reto (…). Haré cuanto pueda para obstaculizar la regresión (…). Haremos a un lado la hipocresía neoliberal”.

“Trabajaré 16 horas al día para dejar en seis años muy avanzada la obra de la Cuarta Transformación. Haré cuanto pueda para obstaculizar la regresión en que están empeñados conservadores y corruptos”.

Asimismo, destacó que, ante las intenciones de los retrógradas, “mi gobierno aplicará los cambios de manera rápida para que, si eventualmente, nuestros adversarios nos vencen, les cueste mucho trabajo dar marcha atrás. Como dirían los liberales mexicanos del siglo XIX: ‘que no sea fácil retrogradar’”.

En una evaluación del país que recibe, el presidente señaló: “recibo un país en quiebra. Es más severa y eficaz la condena al régimen neoliberal, dejar en claro su fracaso y evidente corrupción, que emprender una persecución”.

Recordó que el modelo neoliberal empobreció a la mayoría de la población y la obligó a la economía informal, a la emigración masiva o a la delincuencia. Resaltó que, si bien la corrupción es un mal que siempre ha existido en el país, en el periodo neoliberal se extendió a tal grado que el sistema en su conjunto ha operado para ejercer esa práctica.

“Como en el porfiriato”, consignó, “las máximas autoridades se dedicaron a concesionar el territorio y transferir empresas y bienes públicos, incluso funciones del Estado, a particulares nacionales y extranjeros”.

“El otro distintivo del nuevo gobierno será la separación del poder económico del poder político. El gobierno ya no será un simple facilitador del saqueo. El gobierno no será un comité al servicio de una minoría rapaz”.

Finalmente, declaró que “no es lícito, no es jugar limpio defender la facultad del Estado para rescatar instituciones financieras en quiebra y considerar una carga el bienestar de los más necesitados”.


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