Sidi (novela), Arturo Pérez Reverte, Alfaguara, 277 páginas, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U., 2019, Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona, ISBN ebook: 978-84-204-3548-0, Imagen de cubierta: La despedida. Augusto Ferrer-Dalmau, Diseño Penguin Random House Grupo Editorial / María Pérez-Aguilera, Conversión ebook: Alma María Díez Escribano.
NOTA: “Sidi es un relato de ficción donde, con la libertad del novelista, combino historia, leyenda e imaginación. He simplificado en lo posible la grafía de las expresiones en lengua árabe. Episodios reales como el destierro del Cid y batallas como las de Almenar y Pinar de Tébar se alteran o funden entre sí según las necesidades de la narración. Eso ocurre también con los personajes históricos y los inventados. Hay muchos Ruy Díaz en la tradición española, y éste es el mío.” Arturo Pérez-Reverte nació en Cartagena, España, en 1951. Fue reportero de guerra durante veintiún años. Es miembro de la Real Academia Española.
PREÁMBULO: Guerra y vida, Militia et Vita, son metáforas una de la otra; las dos carecen de sentido y en ambas impera la fortuna. Sin embargo, libertad tenemos para respirarlas con torpe melancolía o con gratitud y alegría: para terminarlas con oscura vileza o con honor.
ASTILLAS DE LA BATALLA.
- Tengo un caballo y una buena espada... Lo demás, Dios lo proveerá.
- No sabes nada. No eres más que un desterrado sin patria.
- No sé quién crees que eres... Sólo la suerte te dio lo que tienes. Y no es gran cosa.
- No siempre puede uno elegir a sus señores.
- Cada uno es cada cual.
- No se puede ganar todo, ni ganar siempre.
- Hay que educarse también para la derrota. Se equivoca quien hace la guerra con la esperanza de ganar siempre.
- Todo es cuestión de saber para qué se calza uno: para danzar en los salones o para la guerra.
- Nuestro oficio tiene estas cosas. Unas veces se gana y otras se pierde: simple fortuna de guerra.
- Fue entonces cuando Ruy Díaz lo vio: el momento, la leve, fugaz fracción de tiempo que decidía vidas y batallas.
- Nada se parecía tanto a una derrota, como una victoria.
- El modo más seguro de perder una batalla es creerla perdida.
- En un combate no importaba tanto lo que se haga como ejecutarlo con audacia y determinación.
- A Dios pertenecen la noche y el día.
- Solamente somos sombras entre sombras.
- Situarme en el momento exacto del tiempo y el lugar en que me hallo.
- Todo lo que tiene forma puede ser vencido.
- Reconocer el momento justo, el instante en que Dios, que conoce a los le temen, nos sonríe.
- Sólo Dios sabe, mientras que nosotros no sabemos. Él nos ilumina el rostro.
- No hay nada en la tierra que se esconda de Dios. Él nos mira ahora.
- No puede vivir de las armas quien no sabe morir. La gente bien nacida sabe ir con calma hacia la eternidad.
- Las estrellas, alfileres fríos clavados en media esfera negra, siempre brillan ajenas a cuanto ocurre en la tierra.
- Hágase la voluntad de Dios; sólo Él todo lo ve y todo lo sabe.
- Contra el destino, ningún talismán tiene poder.
- Sólo Dios sabe la verdad.
- Observar a los hombres… tomar el pulso de sus actos, sus palabras, sus silencios.
- Sólo es importante el final de las cosas.
- Eres uno de esos hombres fieles, no a una persona sino a una idea. En tu caso, una pobre idea egoísta: la que tienes de ti mismo.
- Mi misión en la vida es sagrada.
- La guerra es la vida verdadera.
- En el oficio de las armas, la duda debe tratarse como si fuera certeza.
- La vida es peligrosa, pero no siempre somos capaces de darnos cuenta de la cercanía de la muerte.
- La única salvación del guerrero sin patria es no esperar salvación alguna.
- Solo soy un hombre en la frontera.