/ lunes 8 de octubre de 2018

La guerra por el PRI incluye a un nuevo protagonista

El dinosaurio se mueve.

La carta que este lunes publica un grupo de 36 priistas para hacer a sus dirigentes una serie de reclamos en el contexto de la crisis política que sufre el PRI tras el fracaso electoral es una señal de vida que deberían agradecer sus fieles militantes, sin importar cuántos sean a estas alturas.

El jueves pasado comenzó a circular entre la clase política un texto que hoy ve la luz a manera de desplegado, en el que casi cuatro decenas de personajes, entre ellos algunos ex presidentes del Comité Directivo Estatal, demandan cambios radicales en la conducción del partido.

Comprender los mensajes resulta simple porque el escrito alude a hechos recientes que, aun cuando no incluye nombres de los personajes objeto de crítica, son muy fáciles de identificar.

Los firmantes exigen romper todo lazo con el morenovallismo, corriente gobernante a la que acusan de represión y persecución; piden renovar los cargos de dirigencia a partir de una consulta a las bases y, quizá lo más importante, descalifican el comportamiento de Enrique Doger Guerrero –a quien señalan como aliado del ex gobernador y la gobernadora electa, Martha Erika Alonso Hidalgo—por moverse en función de sus intereses y no de los del partido.

Por este último punto es que se oponen de forma rotunda a participar en un gobierno pluripartidista que encabece la ex secretaria general del PAN.

“No podemos ir a un gobierno de coalición con quienes son causantes del retroceso democrático del estado y menos si lo promueven priistas de élite que no representan a las bases del partido. Esas personas buscan un beneficio personal y no institucional”, expone una parte del desplegado, que lleva como responsables de publicación a Jorge Arroyo García e Iván Galindo Castillejos.

También solicitan que se espere el resolutivo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para emitir una postura respecto del desenlace de la contienda de gobernador.

“Cualquier pronunciamiento antes de dicho fallo, lo consideramos prematuro y fuera de lugar”, condenan.

El punto central de la carta es claro.

Al margen de la retórica que emplean para tratar de mostrarse comprometidos con las supuestas causas sociales del partido, lo que buscan es quitarle a Doger el control unipersonal que ejerce para negociar con Rafael Moreno Valle a nombre del PRI.

No quieren que sea él quien celebre los acuerdos en representación de todos los grupos, en caso de que el triunfo de Alonso Hidalgo sea ratificado formalmente por los magistrados federales.

Tampoco desean que sea él quien lleve mano en la definición de un nuevo candidato a gobernador si se requiere ir a una contienda extraordinaria.

Para la consecución de ese propósito es obligado barrer con Javier Casique Zárate.

De ahí que se pugne por la renovación de los dirigentes, presidente y secretaria general, a través de un proceso abierto.

La agitación interna es un buen síntoma para el tricolor, que parecía encontrarse en franca agonía después de dos tundas consecutivas: la del PAN, de Moreno Valle, y la de Morena, de Andrés Manuel López Obrador.

Ahora la pregunta obligada:

¿Quién se dio a la tarea de organizar a estos 36 priistas para emprender una cruzada por la recuperación del partido?

La versión oficial más extendida dice que fue Adela Cerezo Bautista.

La extraoficial, que fue el ex gobernador Mario Marín Torres.

De entre todos los firmantes que pueden ser identificados con Marín hay uno emblemático: Valentín Meneses Rojas, que no participaría en asuntos de esta naturaleza sin la solicitud o el consentimiento de su amigo y ex jefe.

Marinistas que no están involucrados en el tema creen ver la mano del ex mandatario en el origen del movimiento, lo mismo que Doger, que ocupó buena parte de su agenda del fin de semana para desacreditar la protesta con ese argumento: “es Marín”.

Eso es muy posible, lo que metería a un tercer actor en escena en la disputa por el PRI.

Antes de Marín estaban solos Enrique Doger y Jorge Estefan Chidiac, que, como usted recordará, logró colocar a Rocío García Olmedo como coordinadora de los únicos cuatro tricolores apostados en el Congreso.

Hoy parecen ser tres.

Si es así, ¿quién de ellos se quedará con las riendas del partido?

¿Seguirán en manos del ex candidato a gobernador que apuesta por ser secretario en el eventual gabinete de Martha Erika?

¿Podrá Estefan recuperarlas?

¿Les rebasará Marín por la derecha para obtenerlas de nuevo, como en los años previos al 2010?

Haga usted sus apuestas.


@jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx


El dinosaurio se mueve.

La carta que este lunes publica un grupo de 36 priistas para hacer a sus dirigentes una serie de reclamos en el contexto de la crisis política que sufre el PRI tras el fracaso electoral es una señal de vida que deberían agradecer sus fieles militantes, sin importar cuántos sean a estas alturas.

El jueves pasado comenzó a circular entre la clase política un texto que hoy ve la luz a manera de desplegado, en el que casi cuatro decenas de personajes, entre ellos algunos ex presidentes del Comité Directivo Estatal, demandan cambios radicales en la conducción del partido.

Comprender los mensajes resulta simple porque el escrito alude a hechos recientes que, aun cuando no incluye nombres de los personajes objeto de crítica, son muy fáciles de identificar.

Los firmantes exigen romper todo lazo con el morenovallismo, corriente gobernante a la que acusan de represión y persecución; piden renovar los cargos de dirigencia a partir de una consulta a las bases y, quizá lo más importante, descalifican el comportamiento de Enrique Doger Guerrero –a quien señalan como aliado del ex gobernador y la gobernadora electa, Martha Erika Alonso Hidalgo—por moverse en función de sus intereses y no de los del partido.

Por este último punto es que se oponen de forma rotunda a participar en un gobierno pluripartidista que encabece la ex secretaria general del PAN.

“No podemos ir a un gobierno de coalición con quienes son causantes del retroceso democrático del estado y menos si lo promueven priistas de élite que no representan a las bases del partido. Esas personas buscan un beneficio personal y no institucional”, expone una parte del desplegado, que lleva como responsables de publicación a Jorge Arroyo García e Iván Galindo Castillejos.

También solicitan que se espere el resolutivo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para emitir una postura respecto del desenlace de la contienda de gobernador.

“Cualquier pronunciamiento antes de dicho fallo, lo consideramos prematuro y fuera de lugar”, condenan.

El punto central de la carta es claro.

Al margen de la retórica que emplean para tratar de mostrarse comprometidos con las supuestas causas sociales del partido, lo que buscan es quitarle a Doger el control unipersonal que ejerce para negociar con Rafael Moreno Valle a nombre del PRI.

No quieren que sea él quien celebre los acuerdos en representación de todos los grupos, en caso de que el triunfo de Alonso Hidalgo sea ratificado formalmente por los magistrados federales.

Tampoco desean que sea él quien lleve mano en la definición de un nuevo candidato a gobernador si se requiere ir a una contienda extraordinaria.

Para la consecución de ese propósito es obligado barrer con Javier Casique Zárate.

De ahí que se pugne por la renovación de los dirigentes, presidente y secretaria general, a través de un proceso abierto.

La agitación interna es un buen síntoma para el tricolor, que parecía encontrarse en franca agonía después de dos tundas consecutivas: la del PAN, de Moreno Valle, y la de Morena, de Andrés Manuel López Obrador.

Ahora la pregunta obligada:

¿Quién se dio a la tarea de organizar a estos 36 priistas para emprender una cruzada por la recuperación del partido?

La versión oficial más extendida dice que fue Adela Cerezo Bautista.

La extraoficial, que fue el ex gobernador Mario Marín Torres.

De entre todos los firmantes que pueden ser identificados con Marín hay uno emblemático: Valentín Meneses Rojas, que no participaría en asuntos de esta naturaleza sin la solicitud o el consentimiento de su amigo y ex jefe.

Marinistas que no están involucrados en el tema creen ver la mano del ex mandatario en el origen del movimiento, lo mismo que Doger, que ocupó buena parte de su agenda del fin de semana para desacreditar la protesta con ese argumento: “es Marín”.

Eso es muy posible, lo que metería a un tercer actor en escena en la disputa por el PRI.

Antes de Marín estaban solos Enrique Doger y Jorge Estefan Chidiac, que, como usted recordará, logró colocar a Rocío García Olmedo como coordinadora de los únicos cuatro tricolores apostados en el Congreso.

Hoy parecen ser tres.

Si es así, ¿quién de ellos se quedará con las riendas del partido?

¿Seguirán en manos del ex candidato a gobernador que apuesta por ser secretario en el eventual gabinete de Martha Erika?

¿Podrá Estefan recuperarlas?

¿Les rebasará Marín por la derecha para obtenerlas de nuevo, como en los años previos al 2010?

Haga usted sus apuestas.


@jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx