/ domingo 5 de abril de 2020

La importancia de los datos

En la Nueva España de 1810 había 6.1 millones de habitantes aproximadamente, según escritos del barón de Humboldt, con una concentración del 60% de la población total den el Centro y Sur-sureste del territorio, con crisis causadas por epidemias, muertes frecuentes de infantes, y la vida de los adultos con enormes zozobras. Los matrimonios se sucedían entre los 16 y 18 años y por lo tanto podían tener una descendencia numerosa. Se supone que esperanza de vida era de 25 y 30 años aproximadamente y las mujeres eran las que regularmente quedaban viudas.

Hubo crisis demográficas en 1801, 1809 y 1813 causadas por epidemias de viruela o sarampión y tal vez tifo, en 1833 por el cólera; pero también había muertes por difteria, tuberculosos, transmitidas viralmente; disentería, tifoidea, diarrea y el cólera, eran frecuentes dependiendo de la disponibilidad de agua potable y cómo se manejaban los desechos humanos. Enfermedades por picaduras o mordeduras de mosquitos, pulgas o piojos ocasionaban tifo, fiebre amarilla o malaria. Así surgieron teorías en la ciencia médica, como la de los humores, los miasmas, y los remedios que consistían en ventilación de las habitaciones, pócimas o sangrías. Algo muy interesante es que la mortalidad era más elevada en las ciudades que en los pueblos, y la higiene no se iba a considerar sino hasta finales del siglo XIX. Pero también se descubrieron los microbios y surgieron los “higienistas” para investigar las condiciones de vida de la población.

El signo de la guerra, muerte y epidemia, marcó el siglo XIX para el territorio de la Nueva España que libró su Guerra de Independencia (1810-1821) después, la Revolución del Plan de Casa Mata (1825), la Independencia de Texas (1835), las intervenciones Estadounidenses (1846-1848), la Batalla de Gaymas, Sonora (1854), la Guerra de Reforma (1858-1861), la Guerra del Yaqui (1870-1910), la Revolución de la Noria (1871), hasta la Revolución de Tuxtepec (1876), con la que se instala Porfirio Díaz en el gobierno independiente.

Gracias al Censo General de la República Mexicana de 1895, el primero en su tipo, que contó el número de habitantes, tenemos un acercamiento a la realidad demográfica de la época. Después, otro censo en 1900 y llegó la Revolución. Se sabe de las epidemias y hambre en 1915, se dejó de hablar de salubridad y beneficencia para pasar al concepto de Salud Pública que apareció a finales del siglo XX, y se crea en 1917 el Departamento de Salubridad Pública que legisló en materia sanitaria del país y creó la policía sanitaria en puertos y fronteras, aplicó vacunas, sueros y control de alimentos y bebidas (Historia de la salud pública en México: siglos XIX y XX, Rodríguez y Rodríguez en scielo).

Así llegamos al 25 de enero de 1983 que se creó el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), perteneciente a la entonces Secretaría de Fomento, Colonización, Industria y Comercio. En la página institucional del INEGI puede leerse “Somos un organismo público autónomo responsable de normar y coordinar el Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, así como de captar y difundir información de México en cuanto al territorio, los recursos, la población y economía, que permita dar a conocer las características de nuestro país y ayudar a la toma de decisiones.”

Pero el censo de Población y Vivienda 2020 se empalmó con la pandemia. Esperemos que cuando termine esta cuarentena, se retome la estrategia para recabar datos. Porque no pierde vigencia la frase de Francis Bacon “el conocimiento es poder”, pensamiento que después fue ampliamente difundido por su secretario y fundador de la filosofía política moderna en 1668, Thomas Hobbes “scientia potentia est”, aunque, dependiendo de su calidad, las decisiones que se tomen serán mejores o peores.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

En la Nueva España de 1810 había 6.1 millones de habitantes aproximadamente, según escritos del barón de Humboldt, con una concentración del 60% de la población total den el Centro y Sur-sureste del territorio, con crisis causadas por epidemias, muertes frecuentes de infantes, y la vida de los adultos con enormes zozobras. Los matrimonios se sucedían entre los 16 y 18 años y por lo tanto podían tener una descendencia numerosa. Se supone que esperanza de vida era de 25 y 30 años aproximadamente y las mujeres eran las que regularmente quedaban viudas.

Hubo crisis demográficas en 1801, 1809 y 1813 causadas por epidemias de viruela o sarampión y tal vez tifo, en 1833 por el cólera; pero también había muertes por difteria, tuberculosos, transmitidas viralmente; disentería, tifoidea, diarrea y el cólera, eran frecuentes dependiendo de la disponibilidad de agua potable y cómo se manejaban los desechos humanos. Enfermedades por picaduras o mordeduras de mosquitos, pulgas o piojos ocasionaban tifo, fiebre amarilla o malaria. Así surgieron teorías en la ciencia médica, como la de los humores, los miasmas, y los remedios que consistían en ventilación de las habitaciones, pócimas o sangrías. Algo muy interesante es que la mortalidad era más elevada en las ciudades que en los pueblos, y la higiene no se iba a considerar sino hasta finales del siglo XIX. Pero también se descubrieron los microbios y surgieron los “higienistas” para investigar las condiciones de vida de la población.

El signo de la guerra, muerte y epidemia, marcó el siglo XIX para el territorio de la Nueva España que libró su Guerra de Independencia (1810-1821) después, la Revolución del Plan de Casa Mata (1825), la Independencia de Texas (1835), las intervenciones Estadounidenses (1846-1848), la Batalla de Gaymas, Sonora (1854), la Guerra de Reforma (1858-1861), la Guerra del Yaqui (1870-1910), la Revolución de la Noria (1871), hasta la Revolución de Tuxtepec (1876), con la que se instala Porfirio Díaz en el gobierno independiente.

Gracias al Censo General de la República Mexicana de 1895, el primero en su tipo, que contó el número de habitantes, tenemos un acercamiento a la realidad demográfica de la época. Después, otro censo en 1900 y llegó la Revolución. Se sabe de las epidemias y hambre en 1915, se dejó de hablar de salubridad y beneficencia para pasar al concepto de Salud Pública que apareció a finales del siglo XX, y se crea en 1917 el Departamento de Salubridad Pública que legisló en materia sanitaria del país y creó la policía sanitaria en puertos y fronteras, aplicó vacunas, sueros y control de alimentos y bebidas (Historia de la salud pública en México: siglos XIX y XX, Rodríguez y Rodríguez en scielo).

Así llegamos al 25 de enero de 1983 que se creó el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), perteneciente a la entonces Secretaría de Fomento, Colonización, Industria y Comercio. En la página institucional del INEGI puede leerse “Somos un organismo público autónomo responsable de normar y coordinar el Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, así como de captar y difundir información de México en cuanto al territorio, los recursos, la población y economía, que permita dar a conocer las características de nuestro país y ayudar a la toma de decisiones.”

Pero el censo de Población y Vivienda 2020 se empalmó con la pandemia. Esperemos que cuando termine esta cuarentena, se retome la estrategia para recabar datos. Porque no pierde vigencia la frase de Francis Bacon “el conocimiento es poder”, pensamiento que después fue ampliamente difundido por su secretario y fundador de la filosofía política moderna en 1668, Thomas Hobbes “scientia potentia est”, aunque, dependiendo de su calidad, las decisiones que se tomen serán mejores o peores.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com