/ martes 26 de mayo de 2020

La infame distancia hacia la normalidad

Algo no está funcionando en la estrategia para aplanar la curva de contagios en Puebla del coronavirus SARS-CoV-2.

Ni los decretos y exhortos gubernamentales, ni los llamados a tianguistas para evitar su instalación, ni el cierre vehicular del Centro Histórico, ni la aplicación del Hoy No Circula parecen incidir positivamente para frenar los contagios comunitarios de coronavirus ni la fúnebre estadística de decesos que ya rebasó las 400 muertes para preocupar a la gente.

Lejos de comprenderse la gravedad de la situación, parece que entre los poblanos ya se ha dado un estado de relajamiento que discrepa con ese discurso de que hay gente que sale de sus casas en busca del sustento familiar, pues hay flujos de personas que salen en familias, con menores y personas de la tercera edad con un peligroso fin de esparcimiento.

Los torneos de futbol en juntas auxiliares o retas de basquetbol se siguen viendo en juntas auxiliares y unidades habitacionales de la capital del estado, lo mismo que la instalación de tianguistas y compradores a pesar de los supuestos llamados a la no instalación.

Las convocatorias a las llamadas fiestas Covid que promocionan un contagio masivo de personas con la idea de que se les brinde atención en este momento, antes de que se colapse por completo el sistema de salud, o que pretendan la inmunidad en rebaño, dejaron de ser ocurrencias en redes sociales para detectar domicilios concretos donde se realizaban.

Dos de estas reuniones fueron clausuradas por el Ayuntamiento de Puebla en Jardines de San José en la junta auxiliar de Santa María Xonacatepec y en la colonia SNTE al sur de la ciudad amparados en que ahí se vendía alcohol en botella abierta. Es decir que la sanción se da no por el riesgo que implica a la salud pública la reunión sino por violar el decreto correspondiente.

El transporte público opera sin respetar la sana distancia y las unidades sancionadas son altamente desproporcionadas a lo que se ve todos los días en los microbuses que llevan pasajeros uno junto del otro. En los últimos 26 días, la Secretaría de Movilidad y Transporte ha reportado que se infraccionaron 70 vehículos de pasajeros, menos de tres al día.

Por si fuera poco, el zócalo y calles del primer cuadro de la ciudad se ve cada vez con mayor cantidad de paseantes como si de se tratara ya de un escenario de regreso a la normalidad que ni en países europeos se dan el lujo. En algo debe servir que centros comerciales, salones sociales y las grandes industrias permanezcan sin actividades, sin embargo, al tratarse de un virus altamente contagioso, la conducta inadecuada de unos cuantos puede agravar los escenarios.

Esto independientemente de que el mundo esté en un constante ensayo y error para observar qué de las conductas habituales se pueden ir desarrollando bajo nuevos esquemas de distanciamiento, de precaución, de nueva socialización para evitar un nuevo brote. Por lo pronto, lo más claro, pero, por lo visto, difícil de entender, es quedarnos en casa.

Hasta la próxima.

Algo no está funcionando en la estrategia para aplanar la curva de contagios en Puebla del coronavirus SARS-CoV-2.

Ni los decretos y exhortos gubernamentales, ni los llamados a tianguistas para evitar su instalación, ni el cierre vehicular del Centro Histórico, ni la aplicación del Hoy No Circula parecen incidir positivamente para frenar los contagios comunitarios de coronavirus ni la fúnebre estadística de decesos que ya rebasó las 400 muertes para preocupar a la gente.

Lejos de comprenderse la gravedad de la situación, parece que entre los poblanos ya se ha dado un estado de relajamiento que discrepa con ese discurso de que hay gente que sale de sus casas en busca del sustento familiar, pues hay flujos de personas que salen en familias, con menores y personas de la tercera edad con un peligroso fin de esparcimiento.

Los torneos de futbol en juntas auxiliares o retas de basquetbol se siguen viendo en juntas auxiliares y unidades habitacionales de la capital del estado, lo mismo que la instalación de tianguistas y compradores a pesar de los supuestos llamados a la no instalación.

Las convocatorias a las llamadas fiestas Covid que promocionan un contagio masivo de personas con la idea de que se les brinde atención en este momento, antes de que se colapse por completo el sistema de salud, o que pretendan la inmunidad en rebaño, dejaron de ser ocurrencias en redes sociales para detectar domicilios concretos donde se realizaban.

Dos de estas reuniones fueron clausuradas por el Ayuntamiento de Puebla en Jardines de San José en la junta auxiliar de Santa María Xonacatepec y en la colonia SNTE al sur de la ciudad amparados en que ahí se vendía alcohol en botella abierta. Es decir que la sanción se da no por el riesgo que implica a la salud pública la reunión sino por violar el decreto correspondiente.

El transporte público opera sin respetar la sana distancia y las unidades sancionadas son altamente desproporcionadas a lo que se ve todos los días en los microbuses que llevan pasajeros uno junto del otro. En los últimos 26 días, la Secretaría de Movilidad y Transporte ha reportado que se infraccionaron 70 vehículos de pasajeros, menos de tres al día.

Por si fuera poco, el zócalo y calles del primer cuadro de la ciudad se ve cada vez con mayor cantidad de paseantes como si de se tratara ya de un escenario de regreso a la normalidad que ni en países europeos se dan el lujo. En algo debe servir que centros comerciales, salones sociales y las grandes industrias permanezcan sin actividades, sin embargo, al tratarse de un virus altamente contagioso, la conducta inadecuada de unos cuantos puede agravar los escenarios.

Esto independientemente de que el mundo esté en un constante ensayo y error para observar qué de las conductas habituales se pueden ir desarrollando bajo nuevos esquemas de distanciamiento, de precaución, de nueva socialización para evitar un nuevo brote. Por lo pronto, lo más claro, pero, por lo visto, difícil de entender, es quedarnos en casa.

Hasta la próxima.