/ miércoles 23 de junio de 2021

La justicia fiscal que se dejó de practicar en 40 años de neoliberalismo

Como en tiempos del secretario de Hacienda, Agustín Carstens (gobierno de Felipe Calderón), ahora la titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Raquel Buenrostro, salió a explotar la bomba de la gigantesca corrupción, evasión y elusión fiscal que practican los grandes contribuyentes en México. Causas de que tengamos un gobierno financieramente débil y pobre, que sufre penurias y apuros para mantener sanas las finanzas públicas, carece de recursos para emprender mayores obras de infraestructura y obras de bienestar.

A Carstens le sorprendió la crisis con un faltante de 450 mil millones para cubrir el gasto de ese año. Entonces denunció que las grandes empresas evadían impuestos por 850 mil millones de pesos. Ahora Buenrostro, metida en una grave crisis económica en la que busca desesperadamente mayores ingresos, afirma que el SAT tiene identificado un boquete fiscal por un billón 400 mil millones de pesos que dejan de pagar los grandes contribuyentes.

Y cuando todo el sector empresarial de México esperaba el anuncio de una reforma fiscal, que recomiendan con carácter urgente al gobierno mexicano la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Mundial (BM), y el Fondo Monetario Internacional (FMI), porque México tiene la más baja tasa de recaudación fiscal (16% del PIB) de las 36 economías principales del mundo, la cuales alcanzan un promedio de 34% del PIB en materia recaudatoria, más del doble que nuestro país.

Sin embargo, la jefa del SAT dice que no habrá reforma fiscal porque siempre le pega a los mismos, a los causantes cautivos, el propósito es que paguen más quienes más ganan y más tienen. Lo que prepara Hacienda es una miscelánea en el Paquete Económico 2022, que como primer saque permitirá recaudar 200 mil millones de pesos adicionales a los del ejercicio en curso, y luego llegar a 2 por ciento del producto interno bruto (PIB), unos 470 mil millones de pesos.

El año pasado, en plena pandemia, cuando todo mundo vaticinaba una caída de la recaudación y de recortes presupuestales, la Secretaría de Hacienda realizó acciones de fiscalización equivalentes a una reforma fiscal, al aumentar los ingresos 2.2 por ciento del PIB. Se recaudaron más de 450 mil millones de pesos adicionales. Y por eso no se derrumbaron las finanzas como todo mundo pensaba.

De dónde va a seguir sacando recursos Hacienda, de los mismos grandes contribuyentes que no pagaban impuestos por los huecos en las leyes hacendarias, la corrupción, la evasión y elusión tributaria, y que los gobiernos anteriores permitieron y solaparon.

Los consorcios empresariales pagan una tasa de ISR casi 19 veces menor que las personas físicas. En 2020 las grandes empresas pagaron una tasa efectiva de 1.3 por ciento de ISR, como proporción de sus ingresos acumulados, cuando debieron pagar el 30%, mientras las personas físicas (que realmente sostienen al fisco) entregaron 25.4 por ciento.

Todavía existe un pozo tan profundo de fiscalización que le proporcionará a Hacienda muchos cientos de miles de millones más de lo que anuncia la titular del SAT.

Hay sectores industriales tan protegidos y mal acostumbrados, como el automotriz, que cuando reclama la devolución del IVA, se da el lujo de que el SAT le devuelve dinero. Todos los grandes corporativos de capital extranjero eran intocables.

Había una telaraña de connivencias, complicidades, solapamientos, corruptelas entre los gobiernos y grandes corporativos con ingresos anuales por más de 1500 millones de pesos.

Las administraciones de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto tuvieron los caudalosos ingresos petroleros, y aun así echaron mano de la deuda para financiar el gasto, heredaron una deuda de 12.5 billones de pesos. Ordeñaron, saquearon a Pemex, lo dejaron quebrado y endeudado.

Esa es la mayor condena que se puede hacer al neoliberalismo, la que practica el gobierno de López Obrador, cobrarle impuestos a los que más ganan y tienen, para redistribuirlos entre los pobres. Ese es el sentido de la justicia fiscal que los gobiernos neoliberales dejaron de practicar durante 40 años. NOS ESCUCHAMOS DIARIAMENTE de 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM

Como en tiempos del secretario de Hacienda, Agustín Carstens (gobierno de Felipe Calderón), ahora la titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Raquel Buenrostro, salió a explotar la bomba de la gigantesca corrupción, evasión y elusión fiscal que practican los grandes contribuyentes en México. Causas de que tengamos un gobierno financieramente débil y pobre, que sufre penurias y apuros para mantener sanas las finanzas públicas, carece de recursos para emprender mayores obras de infraestructura y obras de bienestar.

A Carstens le sorprendió la crisis con un faltante de 450 mil millones para cubrir el gasto de ese año. Entonces denunció que las grandes empresas evadían impuestos por 850 mil millones de pesos. Ahora Buenrostro, metida en una grave crisis económica en la que busca desesperadamente mayores ingresos, afirma que el SAT tiene identificado un boquete fiscal por un billón 400 mil millones de pesos que dejan de pagar los grandes contribuyentes.

Y cuando todo el sector empresarial de México esperaba el anuncio de una reforma fiscal, que recomiendan con carácter urgente al gobierno mexicano la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Mundial (BM), y el Fondo Monetario Internacional (FMI), porque México tiene la más baja tasa de recaudación fiscal (16% del PIB) de las 36 economías principales del mundo, la cuales alcanzan un promedio de 34% del PIB en materia recaudatoria, más del doble que nuestro país.

Sin embargo, la jefa del SAT dice que no habrá reforma fiscal porque siempre le pega a los mismos, a los causantes cautivos, el propósito es que paguen más quienes más ganan y más tienen. Lo que prepara Hacienda es una miscelánea en el Paquete Económico 2022, que como primer saque permitirá recaudar 200 mil millones de pesos adicionales a los del ejercicio en curso, y luego llegar a 2 por ciento del producto interno bruto (PIB), unos 470 mil millones de pesos.

El año pasado, en plena pandemia, cuando todo mundo vaticinaba una caída de la recaudación y de recortes presupuestales, la Secretaría de Hacienda realizó acciones de fiscalización equivalentes a una reforma fiscal, al aumentar los ingresos 2.2 por ciento del PIB. Se recaudaron más de 450 mil millones de pesos adicionales. Y por eso no se derrumbaron las finanzas como todo mundo pensaba.

De dónde va a seguir sacando recursos Hacienda, de los mismos grandes contribuyentes que no pagaban impuestos por los huecos en las leyes hacendarias, la corrupción, la evasión y elusión tributaria, y que los gobiernos anteriores permitieron y solaparon.

Los consorcios empresariales pagan una tasa de ISR casi 19 veces menor que las personas físicas. En 2020 las grandes empresas pagaron una tasa efectiva de 1.3 por ciento de ISR, como proporción de sus ingresos acumulados, cuando debieron pagar el 30%, mientras las personas físicas (que realmente sostienen al fisco) entregaron 25.4 por ciento.

Todavía existe un pozo tan profundo de fiscalización que le proporcionará a Hacienda muchos cientos de miles de millones más de lo que anuncia la titular del SAT.

Hay sectores industriales tan protegidos y mal acostumbrados, como el automotriz, que cuando reclama la devolución del IVA, se da el lujo de que el SAT le devuelve dinero. Todos los grandes corporativos de capital extranjero eran intocables.

Había una telaraña de connivencias, complicidades, solapamientos, corruptelas entre los gobiernos y grandes corporativos con ingresos anuales por más de 1500 millones de pesos.

Las administraciones de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto tuvieron los caudalosos ingresos petroleros, y aun así echaron mano de la deuda para financiar el gasto, heredaron una deuda de 12.5 billones de pesos. Ordeñaron, saquearon a Pemex, lo dejaron quebrado y endeudado.

Esa es la mayor condena que se puede hacer al neoliberalismo, la que practica el gobierno de López Obrador, cobrarle impuestos a los que más ganan y tienen, para redistribuirlos entre los pobres. Ese es el sentido de la justicia fiscal que los gobiernos neoliberales dejaron de practicar durante 40 años. NOS ESCUCHAMOS DIARIAMENTE de 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM