/ jueves 16 de enero de 2020

La mala percepción también quita votos; el mensaje para Barbosa y Rivera

La realidad que imponen los datos duros de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, del Inegi, acerca de la percepción de los habitantes de la ciudad de Puebla sobre su entorno, manda una advertencia de carácter político al gobernador Luis Miguel Barbosa y a los dirigentes de Morena, quienes tendrán que remar a contracorriente todo este año y parte del próximo para encarar la elección intermedia de 2021 en la zona metropolitana.

Puebla es la ciudad con mayor percepción de inseguridad en México, arroja el estudio.

Casi 93 de cada 100 habitantes del municipio capital, 92.7 por ciento, se sienten inseguros al vivir aquí.

Los cajeros automáticos y las unidades del transporte público son los sitios que provocan más terror en los poblanos.

Le siguen, en un segundo nivel, la vía pública y el interior de los bancos.

Antes de voltear la cabeza para buscar culpables fuera del municipio y el estado, la encuesta aporta pistas claras para saber por dónde va el foco de los entrevistados.

Las policías estatal y municipal son las corporaciones de seguridad peor evaluadas.

Apenas el 4 por ciento de las personas consultadas expresó su confianza en la institución del estado.

Solo el 1.6 por ciento, peor aún, le dio el visto bueno a la del municipio, colocándola en el sótano de la aprobación.

La Marina y el Ejército se mantuvieron en primer lugar, con 43.2 y 40.4 por ciento de confianza ciudadana, respectivamente.

Si las personas que habitan el municipio tienen en el peor rango de su estima a la policía capitalina, que depende de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que se encuentra a cargo, a su vez, de María de Lourdes Rosales Martínez, ese temor permanente a salir de casa va a desembocar en manifestaciones personales de rechazo, frustración e ira que tendrán como blanco al ayuntamiento emanado de Morena.

Claudia Rivera Vivanco minimiza la encuesta.

La presidenta municipal de Puebla, responsable de la seguridad en la ciudad, aunque diga que no, que es un deber de todos, como le respondió una vez al periodista Iván Mercado en una elocuente entrevista, afirma que percepción no es lo mismo que realidad y cuelga a los medios de comunicación y a las redes sociales la culpa de lo que piensa la gente.

El tema da para una discusión que podrá abordarse en otra entrega.

Pero, tenga razón o no la edil, el hecho de que 9 de cada 10 habitantes de la ciudad viva con temor a convertirse en víctima de la delincuencia debe preocupar al mandatario, quien exactamente dentro de un año ya deberá tener perfilados a sus candidatos, con el aval de la dirigencia nacional de Morena y en una de esas hasta del presidente López Obrador, para tratar de conservar la mayoría de diputados en el Congreso del Estado y retener el gobierno en los ayuntamientos más importantes, entre ellos los de la zona metropolitana.

La percepción de los poblanos es real.

El miedo es real.

Y ese miedo puede conducir a emitir un nuevo voto de castigo en contra de Morena y sus candidatos, como ya ocurrió en la elección extraordinaria de gobernador, en contra, justamente, de Barbosa.

El malestar social por la inseguridad es auténtico.

Lo mismo que el malestar de un sector de la población por el aumento a la tarifa del transporte público, y otro tanto, que puede desbordarse en los próximos meses, por la evidente ineficacia del nuevo Instituto de Salud para el Bienestar, que resultó ser peor que el Seguro Popular.

Todos exhiben el riesgo de una crisis política y electoral en perjuicio de Morena.

La del transporte puede controlarse una vez que el gobierno meta en cintura a los concesionarios y los haga cumplir el compromiso que aceptaron para mejorar sus vehículos y equiparlos con herramientas de seguridad en beneficio del pasajero, que paga por un pésimo servicio.

La de los hospitales públicos, en desgracia por la falta de personal médico, equipo y medicamentos, le toca a López Obrador.

La de inseguridad requiere esfuerzos compartidos.

Si hay trabajo y resultados en la ciudad, como asegura la presidenta, no se han sabido comunicar.

Y esa es otra gran lección que deja la encuesta del Inegi.

Lo que ocurre en la capital, ya se sabe, se transmite como efecto dominó al resto de los municipios conurbados.

Algo tendrá que hacer Miguel Barbosa para corregir el rumbo y enderezar el prestigio del partido que lo llevó al poder. Tiene 16 meses.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

La realidad que imponen los datos duros de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, del Inegi, acerca de la percepción de los habitantes de la ciudad de Puebla sobre su entorno, manda una advertencia de carácter político al gobernador Luis Miguel Barbosa y a los dirigentes de Morena, quienes tendrán que remar a contracorriente todo este año y parte del próximo para encarar la elección intermedia de 2021 en la zona metropolitana.

Puebla es la ciudad con mayor percepción de inseguridad en México, arroja el estudio.

Casi 93 de cada 100 habitantes del municipio capital, 92.7 por ciento, se sienten inseguros al vivir aquí.

Los cajeros automáticos y las unidades del transporte público son los sitios que provocan más terror en los poblanos.

Le siguen, en un segundo nivel, la vía pública y el interior de los bancos.

Antes de voltear la cabeza para buscar culpables fuera del municipio y el estado, la encuesta aporta pistas claras para saber por dónde va el foco de los entrevistados.

Las policías estatal y municipal son las corporaciones de seguridad peor evaluadas.

Apenas el 4 por ciento de las personas consultadas expresó su confianza en la institución del estado.

Solo el 1.6 por ciento, peor aún, le dio el visto bueno a la del municipio, colocándola en el sótano de la aprobación.

La Marina y el Ejército se mantuvieron en primer lugar, con 43.2 y 40.4 por ciento de confianza ciudadana, respectivamente.

Si las personas que habitan el municipio tienen en el peor rango de su estima a la policía capitalina, que depende de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que se encuentra a cargo, a su vez, de María de Lourdes Rosales Martínez, ese temor permanente a salir de casa va a desembocar en manifestaciones personales de rechazo, frustración e ira que tendrán como blanco al ayuntamiento emanado de Morena.

Claudia Rivera Vivanco minimiza la encuesta.

La presidenta municipal de Puebla, responsable de la seguridad en la ciudad, aunque diga que no, que es un deber de todos, como le respondió una vez al periodista Iván Mercado en una elocuente entrevista, afirma que percepción no es lo mismo que realidad y cuelga a los medios de comunicación y a las redes sociales la culpa de lo que piensa la gente.

El tema da para una discusión que podrá abordarse en otra entrega.

Pero, tenga razón o no la edil, el hecho de que 9 de cada 10 habitantes de la ciudad viva con temor a convertirse en víctima de la delincuencia debe preocupar al mandatario, quien exactamente dentro de un año ya deberá tener perfilados a sus candidatos, con el aval de la dirigencia nacional de Morena y en una de esas hasta del presidente López Obrador, para tratar de conservar la mayoría de diputados en el Congreso del Estado y retener el gobierno en los ayuntamientos más importantes, entre ellos los de la zona metropolitana.

La percepción de los poblanos es real.

El miedo es real.

Y ese miedo puede conducir a emitir un nuevo voto de castigo en contra de Morena y sus candidatos, como ya ocurrió en la elección extraordinaria de gobernador, en contra, justamente, de Barbosa.

El malestar social por la inseguridad es auténtico.

Lo mismo que el malestar de un sector de la población por el aumento a la tarifa del transporte público, y otro tanto, que puede desbordarse en los próximos meses, por la evidente ineficacia del nuevo Instituto de Salud para el Bienestar, que resultó ser peor que el Seguro Popular.

Todos exhiben el riesgo de una crisis política y electoral en perjuicio de Morena.

La del transporte puede controlarse una vez que el gobierno meta en cintura a los concesionarios y los haga cumplir el compromiso que aceptaron para mejorar sus vehículos y equiparlos con herramientas de seguridad en beneficio del pasajero, que paga por un pésimo servicio.

La de los hospitales públicos, en desgracia por la falta de personal médico, equipo y medicamentos, le toca a López Obrador.

La de inseguridad requiere esfuerzos compartidos.

Si hay trabajo y resultados en la ciudad, como asegura la presidenta, no se han sabido comunicar.

Y esa es otra gran lección que deja la encuesta del Inegi.

Lo que ocurre en la capital, ya se sabe, se transmite como efecto dominó al resto de los municipios conurbados.

Algo tendrá que hacer Miguel Barbosa para corregir el rumbo y enderezar el prestigio del partido que lo llevó al poder. Tiene 16 meses.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx