/ lunes 9 de agosto de 2021

La pandemia de los azúcares, el enemigo silencioso

La emergencia sanitaria ocasionada por COVID 19 generó una de las mayores crisis de los últimos tiempos en materia de salud a nivel mundial, sin olvidar los retos que trae consigo debido a que las enfermedades crónicas no transmisibles se han incrementado, tomando en cuenta que suman alrededor de 37 millones de muertes prematuras y prevenibles las que se registran cada año en todo el mundo.

La pandemia del coronavirus ha destapado una de las más grandes pandemias que existe en nuestro país, la falta de un buen estado de nutrición y la importancia de erradicar el alto consumo de productos dañinos para nuestro organismo.

A 18 meses de esta pandemia que nos vino a revolucionar la manera de convivencia y el cuidado de nuestra salud, por eso es importante reparar en la importancia que tienen los hábitos alimenticios como parte de la prevención de enfermedades tales como la diabetes, la hipertensión y el problema de obesidad.

De acuerdo con datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), México ocupa el primer lugar en obesidad infantil y el segundo lugar en obesidad en personas adultas a nivel mundial; en consecuencia, el 54 % de los decesos están relacionados con enfermedades cardiovasculares según estadísticas de la Asociación Nacional de Cardiólogos al Servicio de los Trabajadores del Estado.

La Organización Mundial de la Salud reporta que desde 1975 la obesidad se ha triplicado en todo el mundo, en 2016 más de cerca de 2 millones de adultos tenían sobrepeso, de los cuales más de 650 millones eran obesos, por lo que se consideraba ya una epidemia mundial.

En 2016, 4.1 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepesos o eran obesos y más de 340 millones de personas de 5 a 19 años entraban en esa categoría.

Y aunque existen múltiples factores que influyen en la incidencia de la obesidad, el papel preponderante actualmente lo juega el consumo de bebidas endulzadas con azúcar o con edulcolorantes artificiales ocasionando un grave problema de salud pública.

A nivel mundial, 184 mil muertes al año son atribuibles al consumo de bebidas azucaradas –como uno de los factores de incidencia- lo que representa el 1.2 % de todas las muertes relacionadas con la diabetes, enfermedades cardiovasculares y la obesidad.

Mientras en México, ese tipo de bebidas son responsables de más de 24 mil muertes anuales; entre hombres y mujeres menores de 45 años, 22 de cada 100 y 33 de cada 100 respectivamente, las bebidas azucaradas inciden en la muerte por diabetes enfermedad cardiovascular y obesidad en nuestro país.

De hecho, el consumo de bebidas azucaradas y refrescos se ha identificado como un factor de riesgo importante en el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2 y del síndrome metabólico; la realidad es que su consumo ha aumentado considerablemente en nuestro país por lo que hay una necesidad

apremiante de información precisa de los productos que se ingieren y que, en muchos de los casos, se trata de la denominada comida chatarra; el objetivo es claro, tener una sociedad más consciente de lo que consume.

En este contexto, fue importante replantear tanto en la Cámara de Senadores como en la Diputados la importancia de difundir los derechos a una alimentación adecuada para evitar enfermedades mortales a través de la iniciativa para etiquetar los productos procesados y bebidas alcohólicas que exceden los límites máximos de contenido energético, azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y nutrimentos críticos.

Sin embargo, se repara en la necesidad de que este etiquetado en alimentos y bebidas pre envasadas tenga sustento en las llamadas guías de alimentación con información clara sobre los riesgos de los excesos de calorías, grasas saturadas y edulcolorantes, sea el caso de cada producto.

Las advertencias sanitarias en el empaquetado o etiquetado de los productos tienen los siguientes propósitos:

• Suministrar información sobre los riesgos para la salud que se asocian con los productos con azúcar.

• Promover que las personas tengan hábitos más saludables y consuman agua en lugar de bebidas azucaradas

• Estimular a los consumidores a abandonar el alto consumo de azúcar con énfasis en menores de edad y personas con enfermedades crónicas o degenerativas.

• Prevenir las enfermedades que desencadena el alto consumo de esos productos.

Sin duda, el reto es mayúsculo y la necesidad de transformar la cultura de alimentación y consumo a nivel nacional es urgente. Para las y los legisladores, el desafío y a la vez la responsabilidad de velar por el pueblo mexicano, implica la promoción y adopción con responsabilidad y la prudencia de soluciones eficaces que garanticen la mejora de las condiciones, tanto para las nuevas generaciones como para la población adulta.

La emergencia sanitaria ocasionada por COVID 19 generó una de las mayores crisis de los últimos tiempos en materia de salud a nivel mundial, sin olvidar los retos que trae consigo debido a que las enfermedades crónicas no transmisibles se han incrementado, tomando en cuenta que suman alrededor de 37 millones de muertes prematuras y prevenibles las que se registran cada año en todo el mundo.

La pandemia del coronavirus ha destapado una de las más grandes pandemias que existe en nuestro país, la falta de un buen estado de nutrición y la importancia de erradicar el alto consumo de productos dañinos para nuestro organismo.

A 18 meses de esta pandemia que nos vino a revolucionar la manera de convivencia y el cuidado de nuestra salud, por eso es importante reparar en la importancia que tienen los hábitos alimenticios como parte de la prevención de enfermedades tales como la diabetes, la hipertensión y el problema de obesidad.

De acuerdo con datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), México ocupa el primer lugar en obesidad infantil y el segundo lugar en obesidad en personas adultas a nivel mundial; en consecuencia, el 54 % de los decesos están relacionados con enfermedades cardiovasculares según estadísticas de la Asociación Nacional de Cardiólogos al Servicio de los Trabajadores del Estado.

La Organización Mundial de la Salud reporta que desde 1975 la obesidad se ha triplicado en todo el mundo, en 2016 más de cerca de 2 millones de adultos tenían sobrepeso, de los cuales más de 650 millones eran obesos, por lo que se consideraba ya una epidemia mundial.

En 2016, 4.1 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepesos o eran obesos y más de 340 millones de personas de 5 a 19 años entraban en esa categoría.

Y aunque existen múltiples factores que influyen en la incidencia de la obesidad, el papel preponderante actualmente lo juega el consumo de bebidas endulzadas con azúcar o con edulcolorantes artificiales ocasionando un grave problema de salud pública.

A nivel mundial, 184 mil muertes al año son atribuibles al consumo de bebidas azucaradas –como uno de los factores de incidencia- lo que representa el 1.2 % de todas las muertes relacionadas con la diabetes, enfermedades cardiovasculares y la obesidad.

Mientras en México, ese tipo de bebidas son responsables de más de 24 mil muertes anuales; entre hombres y mujeres menores de 45 años, 22 de cada 100 y 33 de cada 100 respectivamente, las bebidas azucaradas inciden en la muerte por diabetes enfermedad cardiovascular y obesidad en nuestro país.

De hecho, el consumo de bebidas azucaradas y refrescos se ha identificado como un factor de riesgo importante en el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2 y del síndrome metabólico; la realidad es que su consumo ha aumentado considerablemente en nuestro país por lo que hay una necesidad

apremiante de información precisa de los productos que se ingieren y que, en muchos de los casos, se trata de la denominada comida chatarra; el objetivo es claro, tener una sociedad más consciente de lo que consume.

En este contexto, fue importante replantear tanto en la Cámara de Senadores como en la Diputados la importancia de difundir los derechos a una alimentación adecuada para evitar enfermedades mortales a través de la iniciativa para etiquetar los productos procesados y bebidas alcohólicas que exceden los límites máximos de contenido energético, azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y nutrimentos críticos.

Sin embargo, se repara en la necesidad de que este etiquetado en alimentos y bebidas pre envasadas tenga sustento en las llamadas guías de alimentación con información clara sobre los riesgos de los excesos de calorías, grasas saturadas y edulcolorantes, sea el caso de cada producto.

Las advertencias sanitarias en el empaquetado o etiquetado de los productos tienen los siguientes propósitos:

• Suministrar información sobre los riesgos para la salud que se asocian con los productos con azúcar.

• Promover que las personas tengan hábitos más saludables y consuman agua en lugar de bebidas azucaradas

• Estimular a los consumidores a abandonar el alto consumo de azúcar con énfasis en menores de edad y personas con enfermedades crónicas o degenerativas.

• Prevenir las enfermedades que desencadena el alto consumo de esos productos.

Sin duda, el reto es mayúsculo y la necesidad de transformar la cultura de alimentación y consumo a nivel nacional es urgente. Para las y los legisladores, el desafío y a la vez la responsabilidad de velar por el pueblo mexicano, implica la promoción y adopción con responsabilidad y la prudencia de soluciones eficaces que garanticen la mejora de las condiciones, tanto para las nuevas generaciones como para la población adulta.

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