/ domingo 8 de septiembre de 2019

La poeta Laura Méndez bañada en lágrimas

El pasado 18 de agosto se cumplió el 166 aniversario del nacimiento de la poeta Laura Méndez de Cuenca (1853 -1928). De Mílada Bazant es el libro “Laura Méndez de Cuenca, mujer indómita y moderna. Vida cotidiana y entorno educativo”, publicado por la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México, en el 2013.

Esta misma investigadora publicó en el 1993, bajo el sello de El Colegio de México A.C., el libro “Historia de la educación durante el Porfiriato”. Podríamos, tal vez, decir que su “Historia…” preparó el camino de su “Laura…” y que de este antecedente depende la extraordinaria brillantez del ensayo biográfico de la poeta.

Pero también podríamos plantear que las dos son obras extraordinarias que dialogan productivamente. De su “Historia…” es el siguiente párrafo, leamos:

“La trama que tejió la historia porfiriana está llena de paradojas. Treinta años de un solo régimen era el sueño de una nación que había sufrido medio siglo de guerras, pobreza y desilusión. La edad apacible dio pie para que la modernidad invadiera la geografía, las actitudes y los modos de pensar. El sonado progreso era un síntoma revelador de que México dejaba atrás la huella inexorable del pasado. El optimismo de las primeras décadas hizo posible que el país, poco a poco, fuera arquitecto de su propio destino y que esa confianza alimentara cuanto había de creativo en los mexicanos. En el campo de la educación, México vivió por algún tiempo la dicha pródiga del ideal utópico de alfabetizar a toda la población. Desde los inicios, el perfil que marcó el gobierno era proporcionar una instrucción elemental obligatoria para todos. La democracia educativa era una meta lejana, pero posible.”

Además de los conceptos de teoría de la educación, este pasaje es valioso por la belleza dramática de esta línea: “México vivió por algún tiempo la dicha pródiga del ideal utópico de alfabetizar a toda la población.” Hoy, esa ‘dicha prodiga’ es inconcebible y el ‘ideal utópico de alfabetizar a toda la población’ se nos presenta como decididamente imposible.

Pero regresemos a la poeta Laura Méndez de Cuenca. Se sabe que el periodo más dramático de su vida fue el periodo 1873-1874. Con Manuel Acuña concibió un hijo que murió a las pocas semanas de nacido (enero del 1874) un mes después del suicidio del mismo Acuña (diciembre del 1873) en los dormitorios de los internos de la escuela de medicina. Laura Méndez publicó el siguiente poema a propósito del malhadado suceso de la muerte de su hijo.

BAÑADA EN LÁGRIMAS

Si hay una pena igual a la que siente

La madre cuando busca al hijo ausente

¡Pero ausente, con una ausencia así!

Si hay un dolor terrible, agudo, eterno

Que cambia la existencia en un infierno

¡Ese fue entonces el que yo sentí!

Aún recuerdo la aurora de aquel día

En que la luz de la esperanza mía

Se enluto con las sombras del pesar

Cintilaban las últimas estrellas

Tú, desmayado y pálido como ellas

Te morías mirándome llorar.

En la noche sin fin en que vegeto

Mi existencia no tiene más objeto

Que tu dulce recuerdo bendecir

Mi dicha en tu sepulcro se derrumba

Mi hogar se ha convertido en una tumba

¿Qué puedo esperar ya del porvenir?


Laura Méndez es una mujer de letras compleja y fascinante: poeta, cuentista, novelista, periodista, profesora, funcionaria, embajadora educativa, biógrafa de Justo Sierra y Álvaro Obregón. En “Una musa de la modernidad: Laura Méndez de Cuenca”, Mílada Bazant escribe:


“Laura Méndez es una de las primeras feministas de México. Mujer liberal y moderna, madre soltera, quien se atrevió a transgredir las normas sociales católicas de su tiempo y vivió una vida libre, pagando un precio muy alto por esa libertad. Su legado de 2000 páginas es un tratado de educación y un compendio literario de todos los géneros.”


Laura Méndez merece ser leída otra vez para recuperar una época crucial de la cultura y la sentimentalidad mexicana.

El pasado 18 de agosto se cumplió el 166 aniversario del nacimiento de la poeta Laura Méndez de Cuenca (1853 -1928). De Mílada Bazant es el libro “Laura Méndez de Cuenca, mujer indómita y moderna. Vida cotidiana y entorno educativo”, publicado por la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México, en el 2013.

Esta misma investigadora publicó en el 1993, bajo el sello de El Colegio de México A.C., el libro “Historia de la educación durante el Porfiriato”. Podríamos, tal vez, decir que su “Historia…” preparó el camino de su “Laura…” y que de este antecedente depende la extraordinaria brillantez del ensayo biográfico de la poeta.

Pero también podríamos plantear que las dos son obras extraordinarias que dialogan productivamente. De su “Historia…” es el siguiente párrafo, leamos:

“La trama que tejió la historia porfiriana está llena de paradojas. Treinta años de un solo régimen era el sueño de una nación que había sufrido medio siglo de guerras, pobreza y desilusión. La edad apacible dio pie para que la modernidad invadiera la geografía, las actitudes y los modos de pensar. El sonado progreso era un síntoma revelador de que México dejaba atrás la huella inexorable del pasado. El optimismo de las primeras décadas hizo posible que el país, poco a poco, fuera arquitecto de su propio destino y que esa confianza alimentara cuanto había de creativo en los mexicanos. En el campo de la educación, México vivió por algún tiempo la dicha pródiga del ideal utópico de alfabetizar a toda la población. Desde los inicios, el perfil que marcó el gobierno era proporcionar una instrucción elemental obligatoria para todos. La democracia educativa era una meta lejana, pero posible.”

Además de los conceptos de teoría de la educación, este pasaje es valioso por la belleza dramática de esta línea: “México vivió por algún tiempo la dicha pródiga del ideal utópico de alfabetizar a toda la población.” Hoy, esa ‘dicha prodiga’ es inconcebible y el ‘ideal utópico de alfabetizar a toda la población’ se nos presenta como decididamente imposible.

Pero regresemos a la poeta Laura Méndez de Cuenca. Se sabe que el periodo más dramático de su vida fue el periodo 1873-1874. Con Manuel Acuña concibió un hijo que murió a las pocas semanas de nacido (enero del 1874) un mes después del suicidio del mismo Acuña (diciembre del 1873) en los dormitorios de los internos de la escuela de medicina. Laura Méndez publicó el siguiente poema a propósito del malhadado suceso de la muerte de su hijo.

BAÑADA EN LÁGRIMAS

Si hay una pena igual a la que siente

La madre cuando busca al hijo ausente

¡Pero ausente, con una ausencia así!

Si hay un dolor terrible, agudo, eterno

Que cambia la existencia en un infierno

¡Ese fue entonces el que yo sentí!

Aún recuerdo la aurora de aquel día

En que la luz de la esperanza mía

Se enluto con las sombras del pesar

Cintilaban las últimas estrellas

Tú, desmayado y pálido como ellas

Te morías mirándome llorar.

En la noche sin fin en que vegeto

Mi existencia no tiene más objeto

Que tu dulce recuerdo bendecir

Mi dicha en tu sepulcro se derrumba

Mi hogar se ha convertido en una tumba

¿Qué puedo esperar ya del porvenir?


Laura Méndez es una mujer de letras compleja y fascinante: poeta, cuentista, novelista, periodista, profesora, funcionaria, embajadora educativa, biógrafa de Justo Sierra y Álvaro Obregón. En “Una musa de la modernidad: Laura Méndez de Cuenca”, Mílada Bazant escribe:


“Laura Méndez es una de las primeras feministas de México. Mujer liberal y moderna, madre soltera, quien se atrevió a transgredir las normas sociales católicas de su tiempo y vivió una vida libre, pagando un precio muy alto por esa libertad. Su legado de 2000 páginas es un tratado de educación y un compendio literario de todos los géneros.”


Laura Méndez merece ser leída otra vez para recuperar una época crucial de la cultura y la sentimentalidad mexicana.