/ domingo 5 de julio de 2020

La recuperación económica no nos llegará de Estados Unidos, ni del T-Mec

El gobierno de la llamada Cuarta Transformación ha tenido el enorme infortunio de enfrentar la recesión económica mundial y nacional más profunda desde la crisis de 1932. Tiene también la gran oportunidad de crear y realizar el proyecto de rescate y reactivación económica más ambicioso que deberá financiar (vía endeudamiento), pues carece de recursos propios, y los factores externos son desfavorables en el tránsito de superación de la crisis en los próximos dos años.

Si no lo hace en dicho lapso, podría condenar al país a sufrir una depresión y una década pérdida. A desfasarse del proceso de rebote y recuperación que tendrán las economías de otros países en 2021, y de la etapa de crecimiento en 2022.

Esta es la gran coyuntura histórica en que se justifica y obliga al presidente Andrés Manuel López Obrador a convertir el endeudamiento público en el instrumento más aconsejado y calificado para el rescate del aparato productivo nacional, el relanzamiento y el crecimiento de la economía.

La caída de la economía nacional fue estrepitosa a partir de abril en que se hundió 19%, de acuerdo al reporte de la Secretaría de Hacienda. Según La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) México tendrá una recesión de 7.5% este año; el Fondo Monetario Internacional (FMI) dice que la contracción será de 10.5%. Las instituciones financieras mexicanas coinciden en que el decrecimiento será de 12 a 14%.

Si el presidente no contrata deuda y emprende un ambicioso programa de construcción de medianas y grandes obras de infraestructura en todo el país y genera la creación de cientos de miles de empleo. Si no rescata el aparato productivo, compuesto por cuatro millones de micro, pequeñas y medianas empresas, mediante prorrogas e incentivos fiscales; avala un fondo crediticio para su recapitalización y reapertura, no vemos por dónde llegará (milagrosamente) la recuperación del país.

Esta vez la reactivación no nos llegará total y exclusivamente de Estados Unidos, el foco mayor de la pandemia mundial del coronavirus, en donde la Reserva Federal (Fed) anticipa una contracción de 6.5 por ciento en la economía, y cuyo número de desempleados asciende ya a 43 millones.

La recesión en ese país no será superada con medidas monetarias como la inyección de tres billones de dólares al rescate de su sector productivo, ni por el mantenimiento de las bajas tasas de interés de referencia en 0 y 0.5% hasta el 2022, pues su contracción no tuvo fundamento económico, es ocasionada por una crisis sanitaria por el covid 19.

El gobierno mexicano tampoco debe apostar, como lo hace López Obrador, a que la recuperación nos llegará por el T-MEC, un tratado acotado, hecho a la medida de los deseos comerciales proteccionistas de Donald Trump, cuyo triunfo político y económico será festejado en una ceremonia en la Casa Blanca, en la que el presidente mexicano jugará un papel de comparsa para alzarle la mano a Trump; denigrante papel que Justin Tredeau no quiso protagonizar al no ir a Washington, evitar hacerle el caldo gordo electoral a Trump.

Para el magnate es una ocasión electoral y política estratégica para tratar de apuntalar su deteriorada imagen reeleccionista a causa de lo mal que ha manejado la crisis sanitaria, por el desplome de la economía y más de 44 millones de desempleados.

Demostrar que impuso a México y Canadá un T-MEC proteccionista, prototipo del nuevo modelo económico de su país, que da preferencia a lo hecho en Estados Unidos, crea aranceles punitivos contra exportaciones, establece condiciones para el retorno a su país de empresas automotrices que se fueron a China y México, devuelvan los empleos que se llevaron.

Para empezar, México perdió su lugar como el principal socio de Estados Unidos luego de registrar un histórico desplome anual de 47 por ciento en sus exportaciones, el mayor desde 1986, al pasar de 30 mil 379 millones de dólares en abril de 2019 a 15 mil 829 millones en igual mes de 2020, estableció el Departamento de Comercio de ese país.

La economía nacional es altamente dependiente del exterior, principalmente de Estados Unidos con el cual realizamos el 75% de nuestras exportaciones e importaciones. De ese mercado depende el envío y el incremento de remesas de nuestros migrantes pese a la pandemia del Covid 19.

Del vecino nos llegan las principales corrientes de turistas. El turismo se verá frenado todo este año por el Covid 19. El petróleo, otra de nuestras fuentes centrales de ingresos, está caído en la demanda y los bajos precios.

Son argumentos sólidos para que el gobierno mexicano no espere que la recuperación económica nos llegue solita, milagrosamente de Estados Unidos y del T-MEC. Para que el presidente López Obrador se ponga a trabajar en la negociación y obtención de vías de financiamiento interno y externo para el rescate y reactivación de la economía. ESCUCHANOS DIARIAMENTE de 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.

El gobierno de la llamada Cuarta Transformación ha tenido el enorme infortunio de enfrentar la recesión económica mundial y nacional más profunda desde la crisis de 1932. Tiene también la gran oportunidad de crear y realizar el proyecto de rescate y reactivación económica más ambicioso que deberá financiar (vía endeudamiento), pues carece de recursos propios, y los factores externos son desfavorables en el tránsito de superación de la crisis en los próximos dos años.

Si no lo hace en dicho lapso, podría condenar al país a sufrir una depresión y una década pérdida. A desfasarse del proceso de rebote y recuperación que tendrán las economías de otros países en 2021, y de la etapa de crecimiento en 2022.

Esta es la gran coyuntura histórica en que se justifica y obliga al presidente Andrés Manuel López Obrador a convertir el endeudamiento público en el instrumento más aconsejado y calificado para el rescate del aparato productivo nacional, el relanzamiento y el crecimiento de la economía.

La caída de la economía nacional fue estrepitosa a partir de abril en que se hundió 19%, de acuerdo al reporte de la Secretaría de Hacienda. Según La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) México tendrá una recesión de 7.5% este año; el Fondo Monetario Internacional (FMI) dice que la contracción será de 10.5%. Las instituciones financieras mexicanas coinciden en que el decrecimiento será de 12 a 14%.

Si el presidente no contrata deuda y emprende un ambicioso programa de construcción de medianas y grandes obras de infraestructura en todo el país y genera la creación de cientos de miles de empleo. Si no rescata el aparato productivo, compuesto por cuatro millones de micro, pequeñas y medianas empresas, mediante prorrogas e incentivos fiscales; avala un fondo crediticio para su recapitalización y reapertura, no vemos por dónde llegará (milagrosamente) la recuperación del país.

Esta vez la reactivación no nos llegará total y exclusivamente de Estados Unidos, el foco mayor de la pandemia mundial del coronavirus, en donde la Reserva Federal (Fed) anticipa una contracción de 6.5 por ciento en la economía, y cuyo número de desempleados asciende ya a 43 millones.

La recesión en ese país no será superada con medidas monetarias como la inyección de tres billones de dólares al rescate de su sector productivo, ni por el mantenimiento de las bajas tasas de interés de referencia en 0 y 0.5% hasta el 2022, pues su contracción no tuvo fundamento económico, es ocasionada por una crisis sanitaria por el covid 19.

El gobierno mexicano tampoco debe apostar, como lo hace López Obrador, a que la recuperación nos llegará por el T-MEC, un tratado acotado, hecho a la medida de los deseos comerciales proteccionistas de Donald Trump, cuyo triunfo político y económico será festejado en una ceremonia en la Casa Blanca, en la que el presidente mexicano jugará un papel de comparsa para alzarle la mano a Trump; denigrante papel que Justin Tredeau no quiso protagonizar al no ir a Washington, evitar hacerle el caldo gordo electoral a Trump.

Para el magnate es una ocasión electoral y política estratégica para tratar de apuntalar su deteriorada imagen reeleccionista a causa de lo mal que ha manejado la crisis sanitaria, por el desplome de la economía y más de 44 millones de desempleados.

Demostrar que impuso a México y Canadá un T-MEC proteccionista, prototipo del nuevo modelo económico de su país, que da preferencia a lo hecho en Estados Unidos, crea aranceles punitivos contra exportaciones, establece condiciones para el retorno a su país de empresas automotrices que se fueron a China y México, devuelvan los empleos que se llevaron.

Para empezar, México perdió su lugar como el principal socio de Estados Unidos luego de registrar un histórico desplome anual de 47 por ciento en sus exportaciones, el mayor desde 1986, al pasar de 30 mil 379 millones de dólares en abril de 2019 a 15 mil 829 millones en igual mes de 2020, estableció el Departamento de Comercio de ese país.

La economía nacional es altamente dependiente del exterior, principalmente de Estados Unidos con el cual realizamos el 75% de nuestras exportaciones e importaciones. De ese mercado depende el envío y el incremento de remesas de nuestros migrantes pese a la pandemia del Covid 19.

Del vecino nos llegan las principales corrientes de turistas. El turismo se verá frenado todo este año por el Covid 19. El petróleo, otra de nuestras fuentes centrales de ingresos, está caído en la demanda y los bajos precios.

Son argumentos sólidos para que el gobierno mexicano no espere que la recuperación económica nos llegue solita, milagrosamente de Estados Unidos y del T-MEC. Para que el presidente López Obrador se ponga a trabajar en la negociación y obtención de vías de financiamiento interno y externo para el rescate y reactivación de la economía. ESCUCHANOS DIARIAMENTE de 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.