/ miércoles 30 de marzo de 2022

La relación Eduardo- Barbosa

El portazo que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta dio a la intención del alcalde de Puebla Eduardo Rivera Pérez para concesionar los paraderos de autobuses y pendones, por 10 años, para la colocación de publicidad sorprendió a propios y extraños, la mañana del martes pasado, dado el antecedente de cordialidad política y amistad que ambos políticos mantenían de tiempo atrás.

Los mensajes del mandatario estatal hacia el edil poblano fueron escalando. Desde su opinión de que no le ayudaba en nada a Rivera Pérez la visita de Jesús Zambrano, dirigente nacional del Partido de la Revolución Democrática en enero pasado, pasando por su recomendación para que fuera sensible ante la colocación de parquímetros, los cuales calificó de recaudatorios e incluso el mismo lunes pasado soltó una opinión personal sobre la idea de que los acuerdos de las autoridades no deberían de superar el periodo de gobierno o cuando mucho que implicaran hasta un año y medio del siguiente ejercicio.

Pero un día después se hizo acompañar de su Consejero Jurídico, Carlos Palafox Galeana, para refutar la legalidad del pretendido contrato y cuestionar al panista “¿no que éramos diferentes?” y enmarcar la ahora pausada decisión del edil en un trasfondo de control propagandístico.

Y que esa observación se la haga a uno de los probables jugadores por la gubernatura en 2024 no es cosa menor.

Los panistas más conservadores u opositores de Rivera Pérez seguramente celebraron este aparente distanciamiento entre los políticos que a pesar de pertenecer a distintos partidos políticos tenían un trato público y privado muy cordial.

Aunque algunos observadores encuadran el origen de esta cercanía a que ambos políticos coincidieron en la LVIII legislatura federal, el hoy gobernador como diputado del PRD y el ahora alcalde como diputado panista, pocos saben el gesto que pudo originar esa cercanía.

En efecto, transcurrió durante esa legislatura que comprendió de los años 2000 al 2003, durante un viaje parlamentario por Europa. Los legisladores participantes acudieron en su mayoría con sus esposas, pero el hoy gobernador lo hizo con su hija María del Rosario que en ese entonces era una niña.

Las agendas que se planearon en el viejo continente fueron pensadas en dos bloques, la de los diputados por una parte y las de las esposas por otra.

Liliana Ortiz Pérez, esposa de Rivera Pérez, tomó la iniciativa de cuidar a la pequeña y se la pasaron juntas buena parte de ese viaje.

Un episodio que seguramente abrió camino para una relación de respeto y cordial.

Eduardo Rivera acudió a Miguel Barbosa, ya cuando era senador, para pedirle su apoyo frente a la persecución política que le estaba haciendo el finado Rafael Moreno Valle, de ahí que recobre relevancia lo dicho por el mandatario estatal el martes: “¿solamente bajo el esquema de persecución se portan bien?”.

No hay que perder de vista que esta pausa al trato de camaradería se dio tres días después de la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Y por lo que respecta a Eduardo Rivera, dudo mucho que le apueste, sea cual sea la postura del gobernador, a la confrontación.

El portazo que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta dio a la intención del alcalde de Puebla Eduardo Rivera Pérez para concesionar los paraderos de autobuses y pendones, por 10 años, para la colocación de publicidad sorprendió a propios y extraños, la mañana del martes pasado, dado el antecedente de cordialidad política y amistad que ambos políticos mantenían de tiempo atrás.

Los mensajes del mandatario estatal hacia el edil poblano fueron escalando. Desde su opinión de que no le ayudaba en nada a Rivera Pérez la visita de Jesús Zambrano, dirigente nacional del Partido de la Revolución Democrática en enero pasado, pasando por su recomendación para que fuera sensible ante la colocación de parquímetros, los cuales calificó de recaudatorios e incluso el mismo lunes pasado soltó una opinión personal sobre la idea de que los acuerdos de las autoridades no deberían de superar el periodo de gobierno o cuando mucho que implicaran hasta un año y medio del siguiente ejercicio.

Pero un día después se hizo acompañar de su Consejero Jurídico, Carlos Palafox Galeana, para refutar la legalidad del pretendido contrato y cuestionar al panista “¿no que éramos diferentes?” y enmarcar la ahora pausada decisión del edil en un trasfondo de control propagandístico.

Y que esa observación se la haga a uno de los probables jugadores por la gubernatura en 2024 no es cosa menor.

Los panistas más conservadores u opositores de Rivera Pérez seguramente celebraron este aparente distanciamiento entre los políticos que a pesar de pertenecer a distintos partidos políticos tenían un trato público y privado muy cordial.

Aunque algunos observadores encuadran el origen de esta cercanía a que ambos políticos coincidieron en la LVIII legislatura federal, el hoy gobernador como diputado del PRD y el ahora alcalde como diputado panista, pocos saben el gesto que pudo originar esa cercanía.

En efecto, transcurrió durante esa legislatura que comprendió de los años 2000 al 2003, durante un viaje parlamentario por Europa. Los legisladores participantes acudieron en su mayoría con sus esposas, pero el hoy gobernador lo hizo con su hija María del Rosario que en ese entonces era una niña.

Las agendas que se planearon en el viejo continente fueron pensadas en dos bloques, la de los diputados por una parte y las de las esposas por otra.

Liliana Ortiz Pérez, esposa de Rivera Pérez, tomó la iniciativa de cuidar a la pequeña y se la pasaron juntas buena parte de ese viaje.

Un episodio que seguramente abrió camino para una relación de respeto y cordial.

Eduardo Rivera acudió a Miguel Barbosa, ya cuando era senador, para pedirle su apoyo frente a la persecución política que le estaba haciendo el finado Rafael Moreno Valle, de ahí que recobre relevancia lo dicho por el mandatario estatal el martes: “¿solamente bajo el esquema de persecución se portan bien?”.

No hay que perder de vista que esta pausa al trato de camaradería se dio tres días después de la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Y por lo que respecta a Eduardo Rivera, dudo mucho que le apueste, sea cual sea la postura del gobernador, a la confrontación.