/ sábado 13 de octubre de 2018

La relación entre transexualidad y los problemas existenciales

Recientemente se han suscitado debates, críticas y hasta burlas respecto a la persona que competirá por España en Miss Universo. Dicha representante se sometió hace tiempo a una operación transexual, es decir, era varón y ahora es mujer, todo mediante la cirugía y el tratamiento hormonal. Esto nos puede llevar al análisis de uno de los problemas existenciales más grandes: no querer ser lo que se es.

Empezaré diciendo que cada quien es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera, mientras no afecte derechos de terceros y no vaya en contra del orden público, así que si alguien quiere llenarse de silicón el cuerpo o cambiarse el género está en su derecho. Empecemos, entonces, haciendo una distinción entre lo que es la identidad y preferencia, ambas sexuales. La primera refiere a cómo se quiere asumir uno; la segunda remite al gusto que cada quien tiene. Por ejemplo: un sujeto puede querer verse muy varonil y también le gusta tener relaciones afectivas y/o sexuales con varones.

Ahora bien, dentro de la filosofía generalmente debe haber una ontología, es decir, una teoría del ser, la cual trata de explicar este concepto tan complicado. En este sentido nos podemos remitir a diversos autores, de los cuales tomo a Martin Heidegger, considerado el mejor filósofo del siglo XX, quien nos da el concepto del “dasein”, cuya traducción del alemán es “ser ahí”, es decir, estamos eyectados en una realidad, constituidos de diversos elementos y con la capacidad vital de experimentar la “posibilidad de todas mis posibilidades”, las cuales surgen de un estatus como tal. Por ejemplo, su servidor puede correr y usar unos tenis, por lo cual tengo la posibilidad de jugar futbol, beisbol o algún otro deporte, pero obviamente no podría volar como un ave.

En este sentido, una persona que se somete a la operación mencionada obviamente lo hace porque no quiere ser lo que es, ya sea varón o dama, y quiere ser un ente distinto.

En este sentido puede que haya un reconocimiento legal, el cual se adquiere mediante el cumplimiento de los requisitos que cada nación impone, pero hay que recordar que quienes se someten a estos procedimientos todavía no pueden alcanzar una condición plena del género que quieren tener, en la cual se incluyen hechos como el poder menstruar o tener hijos. Es decir, esto se basa en un artificio, como lo es el consumo de hormonas y la forma de arreglarse.

Quiero recalcar que estos sujetos son ciudadanos como todos, con las mismas obligaciones y derechos, pero no puedo dejar de mencionar el origen de su metamorfosis.

Ahora bien, la apertura e igualdad de derechos no debe ser tomada como una moda que pueda crear un trato preferencial, es decir, un homosexual tiene igualdad en cuanto a prerrogativas, pero no usar la bandera de la inclusión para querer incidir más de lo debido. Por ejemplo, recuerdo que una vez, en un bar, se me acercó un joven que me pidió un beso, lo cual yo rechacé, encontrando una indignación por parte de él, aludiendo a que lo estaba discriminando cuando simplemente estaba yo ejerciendo mi más elemental derecho a la libertad sexual.

Ahora bien, todos tenemos derechos, pero creo que defender la causa de la inclusión no debe confundirse con exigir participar en rubros que son manifiestamente ajenos. Eso es tanto como enojarme por el hecho de no poder respirar bajo el agua; no obstante, en estos tiempos en donde los animales son humanizados, las categorías de los seres parecen difuminarse por algunas de las equivocadas tendencias contemporáneas.

En cuanto a los concursos de belleza, algunas seudofeministas vierten sus críticas sobre ellos, sin embargo, la estética de la mujer ha sido un axioma milenario, además de que todas van por voluntad propia a esos certámenes. Así que al que no le guste Miss Universo que no se inscriba o que no lo vea. En cuanto a la normatividad del evento, cada organismo pone las reglas que estime más convenientes para que cada quien pueda elegir si participa o no, acabando así con el debate que hoy mencionamos. Hasta la próxima semana.




Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com. Síganme en Facebook por mi nombre y en Twitter @vicente_aven.


Recientemente se han suscitado debates, críticas y hasta burlas respecto a la persona que competirá por España en Miss Universo. Dicha representante se sometió hace tiempo a una operación transexual, es decir, era varón y ahora es mujer, todo mediante la cirugía y el tratamiento hormonal. Esto nos puede llevar al análisis de uno de los problemas existenciales más grandes: no querer ser lo que se es.

Empezaré diciendo que cada quien es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera, mientras no afecte derechos de terceros y no vaya en contra del orden público, así que si alguien quiere llenarse de silicón el cuerpo o cambiarse el género está en su derecho. Empecemos, entonces, haciendo una distinción entre lo que es la identidad y preferencia, ambas sexuales. La primera refiere a cómo se quiere asumir uno; la segunda remite al gusto que cada quien tiene. Por ejemplo: un sujeto puede querer verse muy varonil y también le gusta tener relaciones afectivas y/o sexuales con varones.

Ahora bien, dentro de la filosofía generalmente debe haber una ontología, es decir, una teoría del ser, la cual trata de explicar este concepto tan complicado. En este sentido nos podemos remitir a diversos autores, de los cuales tomo a Martin Heidegger, considerado el mejor filósofo del siglo XX, quien nos da el concepto del “dasein”, cuya traducción del alemán es “ser ahí”, es decir, estamos eyectados en una realidad, constituidos de diversos elementos y con la capacidad vital de experimentar la “posibilidad de todas mis posibilidades”, las cuales surgen de un estatus como tal. Por ejemplo, su servidor puede correr y usar unos tenis, por lo cual tengo la posibilidad de jugar futbol, beisbol o algún otro deporte, pero obviamente no podría volar como un ave.

En este sentido, una persona que se somete a la operación mencionada obviamente lo hace porque no quiere ser lo que es, ya sea varón o dama, y quiere ser un ente distinto.

En este sentido puede que haya un reconocimiento legal, el cual se adquiere mediante el cumplimiento de los requisitos que cada nación impone, pero hay que recordar que quienes se someten a estos procedimientos todavía no pueden alcanzar una condición plena del género que quieren tener, en la cual se incluyen hechos como el poder menstruar o tener hijos. Es decir, esto se basa en un artificio, como lo es el consumo de hormonas y la forma de arreglarse.

Quiero recalcar que estos sujetos son ciudadanos como todos, con las mismas obligaciones y derechos, pero no puedo dejar de mencionar el origen de su metamorfosis.

Ahora bien, la apertura e igualdad de derechos no debe ser tomada como una moda que pueda crear un trato preferencial, es decir, un homosexual tiene igualdad en cuanto a prerrogativas, pero no usar la bandera de la inclusión para querer incidir más de lo debido. Por ejemplo, recuerdo que una vez, en un bar, se me acercó un joven que me pidió un beso, lo cual yo rechacé, encontrando una indignación por parte de él, aludiendo a que lo estaba discriminando cuando simplemente estaba yo ejerciendo mi más elemental derecho a la libertad sexual.

Ahora bien, todos tenemos derechos, pero creo que defender la causa de la inclusión no debe confundirse con exigir participar en rubros que son manifiestamente ajenos. Eso es tanto como enojarme por el hecho de no poder respirar bajo el agua; no obstante, en estos tiempos en donde los animales son humanizados, las categorías de los seres parecen difuminarse por algunas de las equivocadas tendencias contemporáneas.

En cuanto a los concursos de belleza, algunas seudofeministas vierten sus críticas sobre ellos, sin embargo, la estética de la mujer ha sido un axioma milenario, además de que todas van por voluntad propia a esos certámenes. Así que al que no le guste Miss Universo que no se inscriba o que no lo vea. En cuanto a la normatividad del evento, cada organismo pone las reglas que estime más convenientes para que cada quien pueda elegir si participa o no, acabando así con el debate que hoy mencionamos. Hasta la próxima semana.




Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com. Síganme en Facebook por mi nombre y en Twitter @vicente_aven.