/ viernes 27 de mayo de 2022

La ruta educativa en México

(Segunda parte)


En mi contribución pasada, al abordar el tema educativo, destaque la peculiar forma de comunicar del presidente, particularmente porque debe darle la mayor importancia y no de la manera superficial, como se abordó en la mañanera.

Aún más cuando por tratarse de la educación básica, que es la base de la formación humana y, al menos en los últimos cuatro sexenios anteriores este tema ha sido uno de los principales en el debate nacional.

Claro es que combatir la corrupción es importante para fiscalizar eficientemente el destino de los recursos públicos y entre ellos el adecuado manejo para el desarrollo de la educación y el de los docentes, quienes llevan la compleja tarea de la enseñanza, la formación y del progreso incluyente.

Tomando en consideración que la educación en general representa un proceso inacabable para adquirir conocimientos, amén de que es el principal camino para propiciar las relaciones entre individuos, regiones y países, en México se debe enfrentar, mediante acciones bien planeadas y visión de largo plazo, las cuales impulsen el crecimiento de la actividad económica y la falta de oportunidades.

Este enfoque, sin duda debe determinar que la educación no solo debe ser privativa de los actores educativos o de las escuelas, sino que debe permear, en el involucramiento de toda la sociedad mexicana y el sector productivo; es decir que debemos estar abiertos a vivir y convivir en una sociedad donde aprendamos a aprender para enfrentar los nuevos retos y cambios vertiginosos que nos impone la sociedad del conocimiento.

El anterior señalamiento establece un compromiso que debería tomarse muy en serio por la autoridad educativa, puesto que lamentablemente el principal problema y el mayor reto al que enfrenta el sector educativo es su rezago. Hasta antes de la pandemia estaba en un “promedio de educación es de 8.6 años. En el Distrito Federal es de 10.5 años, mientras que en Chiapas es de 6.7 años, niveles semejantes a los de países como Paquistán o Sierra Leona”.

Sin embargo, habrá que puntualizar que, entre el periodo comprendido del 2010 al 2020, existen avances significativos en el número de estudiantes que concluyeron su educación básica y media superior, al tiempo de tener una reducción del analfabetismo, sin dejar de mencionar que existen poblaciones donde la escolaridad es inferior al promedio nacional, que las hace más vulnerables.

Del año 2019 al 2021, la presencia de la pandemia del Covid-19 y, el confinamiento obligo a millones de estudiantes de todos los niveles educativos, a realizar su formación a distancia en línea por televisión o internet, causando un alto impacto, situación que acentúo aún más las desigualdades educativas.

Esta situación sanitaria en mayor o menor medida, afecto a la totalidad de la sociedad mexicana, donde los estudiantes que contaban con los medios y las herramientas tecnológicas pudieron continuar sus estudios adaptándose a las nuevas formas de aprendizaje remoto.

No así un innumerable número de hogares, que no contaban con los instrumentos o dispositivas de comunicación, para la enseñanza aprendizaje y que en la contingencia tuvieron apoyo insuficiente para establecer contacto con sus profesores, al grado que la deserción escolar se incrementó, truncando su educación escolar.

Este rezago debe ser atendido por el Estado mexicano, donde su responsabilidad, independientemente de las condiciones que se presenten, debe ser la de diseñar políticas sólidas, para evitar que la brecha educativa continue ampliándose.

Incrementar el presupuesto educativo para ampliar la infraestructura suficiente y eficiente que este al alcance en todas las localidades del territorio nacional.

Contar con una visión de futuro, donde la inversión pública educativa se oriente apostando por la investigación, el desarrollo tecnológico y el diseño de nuevos proyectos educativos acordes a las condiciones regionales del país.

Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.comLa ruta educativa en México

(Segunda parte)


(Segunda parte)


En mi contribución pasada, al abordar el tema educativo, destaque la peculiar forma de comunicar del presidente, particularmente porque debe darle la mayor importancia y no de la manera superficial, como se abordó en la mañanera.

Aún más cuando por tratarse de la educación básica, que es la base de la formación humana y, al menos en los últimos cuatro sexenios anteriores este tema ha sido uno de los principales en el debate nacional.

Claro es que combatir la corrupción es importante para fiscalizar eficientemente el destino de los recursos públicos y entre ellos el adecuado manejo para el desarrollo de la educación y el de los docentes, quienes llevan la compleja tarea de la enseñanza, la formación y del progreso incluyente.

Tomando en consideración que la educación en general representa un proceso inacabable para adquirir conocimientos, amén de que es el principal camino para propiciar las relaciones entre individuos, regiones y países, en México se debe enfrentar, mediante acciones bien planeadas y visión de largo plazo, las cuales impulsen el crecimiento de la actividad económica y la falta de oportunidades.

Este enfoque, sin duda debe determinar que la educación no solo debe ser privativa de los actores educativos o de las escuelas, sino que debe permear, en el involucramiento de toda la sociedad mexicana y el sector productivo; es decir que debemos estar abiertos a vivir y convivir en una sociedad donde aprendamos a aprender para enfrentar los nuevos retos y cambios vertiginosos que nos impone la sociedad del conocimiento.

El anterior señalamiento establece un compromiso que debería tomarse muy en serio por la autoridad educativa, puesto que lamentablemente el principal problema y el mayor reto al que enfrenta el sector educativo es su rezago. Hasta antes de la pandemia estaba en un “promedio de educación es de 8.6 años. En el Distrito Federal es de 10.5 años, mientras que en Chiapas es de 6.7 años, niveles semejantes a los de países como Paquistán o Sierra Leona”.

Sin embargo, habrá que puntualizar que, entre el periodo comprendido del 2010 al 2020, existen avances significativos en el número de estudiantes que concluyeron su educación básica y media superior, al tiempo de tener una reducción del analfabetismo, sin dejar de mencionar que existen poblaciones donde la escolaridad es inferior al promedio nacional, que las hace más vulnerables.

Del año 2019 al 2021, la presencia de la pandemia del Covid-19 y, el confinamiento obligo a millones de estudiantes de todos los niveles educativos, a realizar su formación a distancia en línea por televisión o internet, causando un alto impacto, situación que acentúo aún más las desigualdades educativas.

Esta situación sanitaria en mayor o menor medida, afecto a la totalidad de la sociedad mexicana, donde los estudiantes que contaban con los medios y las herramientas tecnológicas pudieron continuar sus estudios adaptándose a las nuevas formas de aprendizaje remoto.

No así un innumerable número de hogares, que no contaban con los instrumentos o dispositivas de comunicación, para la enseñanza aprendizaje y que en la contingencia tuvieron apoyo insuficiente para establecer contacto con sus profesores, al grado que la deserción escolar se incrementó, truncando su educación escolar.

Este rezago debe ser atendido por el Estado mexicano, donde su responsabilidad, independientemente de las condiciones que se presenten, debe ser la de diseñar políticas sólidas, para evitar que la brecha educativa continue ampliándose.

Incrementar el presupuesto educativo para ampliar la infraestructura suficiente y eficiente que este al alcance en todas las localidades del territorio nacional.

Contar con una visión de futuro, donde la inversión pública educativa se oriente apostando por la investigación, el desarrollo tecnológico y el diseño de nuevos proyectos educativos acordes a las condiciones regionales del país.

Sus comentarios jrobertofl2021@outlook.comLa ruta educativa en México

(Segunda parte)