Desde hace más de tres décadas, el primer día de mayo, se conmemora el Día del Trabajo, una fecha en la que el sector obrero del país marcha por las calles de las ciudades para destacar la importancia que tiene la reivindicación de los derechos sociales y laborales en México y en el mundo.
Aunque no está a discusión la legitimidad de esta lucha, lo cierto es que los retos a los que se enfrentan los patrones y las y los trabajadores son cada día más grandes y complejos.
Hoy no sólo se deben analizar y sopesar reformas que velen por mejores condiciones laborales en un entorno tradicional, sino que, sobre todo, se debe poner el foco en la irrupción de la tecnología y el papel que ésta juega en el cambio de paradigma del trabajo.
Y es que desde hace algunos años, la humanidad está inmersa en una revolución tecnológica sin precedentes, a la cual muchos investigadores han denominado como una “Quinta Revolución Industrial” por la trascendencia de su impacto.
Al respecto, la inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en nuestras vidas, transformando radicalmente la forma en que vivimos y trabajamos. Para nadie es un secreto que ésta impulsa una ola de automatización que afecta a una amplia gama de industrias y ocupaciones.
Desde la fabricación hasta la atención médica, pasando por los servicios financieros y la logística, la IA está optimizando procesos, aumentando la eficiencia y redefiniendo los roles laborales. Este fenómeno no solo está transformando los empleos existentes, sino que también está dando lugar a la creación de nuevas profesiones y habilidades.
Pero, por otro lado, la automatización puede significar la pérdida de ciertos trabajos tradicionales. Las tareas rutinarias y repetitivas están siendo asumidas por sistemas inteligentes, lo que plantea preocupaciones sobre el desplazamiento laboral y la seguridad del empleo.
Las y los trabajadores mexicanos no son ajenos a esta realidad y, por supuesto, tampoco los de Puebla. Desde la manufactura hasta los servicios, este fenómeno no solo afecta a los trabajadores directamente involucrados en la producción, sino que también tiene repercusiones en sectores relacionados, como el transporte, la logística y el comercio.
Por ello es que veo que hoy, más que nunca, la capacitación y el aprendizaje continuo se vuelven esenciales para mantener la relevancia en un entorno impulsado por la tecnología. Los trabajadores deben adquirir habilidades digitales y capacidad para colaborar con sistemas inteligentes. Además, se necesitan políticas laborales sólidas que garanticen la protección y el bienestar de los trabajadores en este nuevo contexto.
Es fundamental reconocer el valor único que aporta la humanidad en un mundo cada vez más cambiante, por lo que el sector obrero tiene la oportunidad de liderar la innovación y la transformación, utilizando la tecnología como una herramienta para mejorar las condiciones laborales y promover la equidad.
También, es crucial abordar las implicaciones éticas y sociales de la IA en el lugar de trabajo. La automatización no solo plantea cuestiones sobre la distribución del empleo, sino también sobre la privacidad, la discriminación algorítmica y la responsabilidad moral. Es necesario un diálogo abierto y colaborativo entre los trabajadores, los empleadores, los formuladores de políticas y los expertos en tecnología para garantizar que la IA se utilice de manera ética y responsable.
No por nada, apenas en marzo de este año, la Unión Europea innovó creando la primera legislación que regula el impacto de la IA en ese territorio.
Por ello, veo imperativo que los trabajadores participen activamente en la formulación de políticas laborales que protejan sus derechos e intereses en este nuevo entorno. Además, se deben implementar medidas para asegurar la inclusión digital y la igualdad de oportunidades, especialmente para aquellos trabajadores que puedan estar en riesgo de exclusión debido a la brecha digital.
Pero, sobre todo, es necesario trabajar conjuntamente científicos, tecnólogos, trabajadores, empleadores, gobierno y sociedad civil, en un enfoque integral que aborde tanto los aspectos económicos como los sociales del cambio tecnológico, para que nuestro país y estado puedan aprovechar al máximo su potencial en el trabajo y con ello impulsar el desarrollo económico y social en beneficio de todos.