/ domingo 28 de noviembre de 2021

La transparencia, un atributo de la democracia

Una de las luchas históricas es que se reconozca la libertad en todas sus dimensiones, una en especial es la de expresión. La Revolución Francesa es el punto de partida y el ícono de las prerrogativas que se lograron en el siglo XIX, hasta ahora, a través de las Constituciones que se exigieron como el mínimo en los Estados. ¿Cómo hacer para que se apliquen con justicia y se hagan realidad esos derechos?

Es claro ahora que el avance en el reconocimiento de las libertades está sujeto a diversas causas, exógenas y endógenas, pero todas residentes en las personas. Implica entonces a las culturas, con su historia y sus costumbres, con sus tradiciones. En el caso de México, la convivencia del mosaico cultural que nos distingue, hace compleja no solo la expresión de las libertades sino también su comprensión. Las libertades se agregaron en una constitución por primera vez en 1824.

El siglo XX despertó al México que había dormido bajo el yugo de unos cuantos. Las huelgas de Río Blanco y Cananea de 1907 marcaron el rumbo de la historia de nuestro país. Claro, no había democracia, el gobierno era autoritario, unipersonal, y no había posibilidad de pensar siquiera en los derechos fundamentales. La libertad de expresión era conocida sólo por los letrados y no tenía cabida la posibilidad siquiera de aspirar a acceder a la educación para el resto del pueblo. Así, se dispuso en la Constitución de 1917 el catálogo de libertades y dio inicio la carrera porque los mexicanos todos tuviéramos acceso a ellos.

Los gobiernos pos revolucionarios tuvieron la responsabilidad de hacer posible una convivencia que dignifique la vida de todos. Los tropiezos se dieron cuando desde el poder se gestó la corrupción.

Con la libre elección de gobernantes como forma de gobierno, la transparencia se hace un atributo que garantiza el desarrollo y la paz. Todo suena bien pero ¿qué ocurre en el país que no está sucediendo lo necesario para que haya orden y se garanticen los derechos humanos? Napoleón Gómez Urrutia, ahora senador, es el emblema de la falta de transparencia y corrupción que denigra al sindicalismo mexicano. Y la muerte de Marisol Cuadras en Guaymas, Sonora manifestándose en contra de la violencia machista, es una herida más a la vida que queremos. ¿Es posible que haya transparencia y democracia? ¿Es posible que los gobiernos garanticen un país constituyente?






Una de las luchas históricas es que se reconozca la libertad en todas sus dimensiones, una en especial es la de expresión. La Revolución Francesa es el punto de partida y el ícono de las prerrogativas que se lograron en el siglo XIX, hasta ahora, a través de las Constituciones que se exigieron como el mínimo en los Estados. ¿Cómo hacer para que se apliquen con justicia y se hagan realidad esos derechos?

Es claro ahora que el avance en el reconocimiento de las libertades está sujeto a diversas causas, exógenas y endógenas, pero todas residentes en las personas. Implica entonces a las culturas, con su historia y sus costumbres, con sus tradiciones. En el caso de México, la convivencia del mosaico cultural que nos distingue, hace compleja no solo la expresión de las libertades sino también su comprensión. Las libertades se agregaron en una constitución por primera vez en 1824.

El siglo XX despertó al México que había dormido bajo el yugo de unos cuantos. Las huelgas de Río Blanco y Cananea de 1907 marcaron el rumbo de la historia de nuestro país. Claro, no había democracia, el gobierno era autoritario, unipersonal, y no había posibilidad de pensar siquiera en los derechos fundamentales. La libertad de expresión era conocida sólo por los letrados y no tenía cabida la posibilidad siquiera de aspirar a acceder a la educación para el resto del pueblo. Así, se dispuso en la Constitución de 1917 el catálogo de libertades y dio inicio la carrera porque los mexicanos todos tuviéramos acceso a ellos.

Los gobiernos pos revolucionarios tuvieron la responsabilidad de hacer posible una convivencia que dignifique la vida de todos. Los tropiezos se dieron cuando desde el poder se gestó la corrupción.

Con la libre elección de gobernantes como forma de gobierno, la transparencia se hace un atributo que garantiza el desarrollo y la paz. Todo suena bien pero ¿qué ocurre en el país que no está sucediendo lo necesario para que haya orden y se garanticen los derechos humanos? Napoleón Gómez Urrutia, ahora senador, es el emblema de la falta de transparencia y corrupción que denigra al sindicalismo mexicano. Y la muerte de Marisol Cuadras en Guaymas, Sonora manifestándose en contra de la violencia machista, es una herida más a la vida que queremos. ¿Es posible que haya transparencia y democracia? ¿Es posible que los gobiernos garanticen un país constituyente?