/ viernes 11 de diciembre de 2020

Lalo Rivera, el puntero

Para Blanca Lilia Ibarra, un orgullo poblano

El panista Eduardo Rivera Pérez encabeza todas las encuestas y es el precandidato a la presidencia municipal de Puebla con más positivos para repetir como el próximo alcalde y no lo hará por otro partido que no sea Acción Nacional.

Sólo que su futuro inmediato no depende solo del trabajo realizado en los últimos años, cuando ha buscado la posición y no siempre la ha ganado. Hoy, es el favorito de los poblanos más allá del poder, político y económico, del que gocen sus adversarios.

Lalo Rivera ganó la nominación en 2010 por méritos propios, lo que jamás tuvo conforme al candidato y después gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, quien buscó por múltiples formas que dejara la candidatura e incluso llegó a pensar en apoyar a Mario Montero, entonces candidato del PRI, para que el panista no llegara al Palacio Municipal.

La terquedad y el trabajo de Eduardo fue mayor a la de su compañero de fórmula.

Hoy, en un ambiente aliancista, enfrenta la división de su partido y la animadversión personal que le tiene la dirigente estatal panista, Genoveva Huerta, quien se ha plantado como la principal opositora de Rivera.

El conflicto es tal que ha dicho que sus condiciones son inaceptables, por ejemplo, la de imponer a toda la planilla de regidores, lo cual no es cierto por una sola razón, Rivera quiere ser presidente municipal y para conseguirlo sabe que tiene que construir un gran consenso, incluidos panistas de todos los grupos y militantes de otros partidos.

Cuenta con el respaldo de un número importante de perredistas, ahora que se perfila la alianza y los del PRI no lo ven mal, todos en su momento pedirán posiciones y ahí es donde estará el estira y afloja.

Además de que ellos, por derecho, pondrán en la mesa a sus candidatos. Por el PRI puede ser José Chedraui Budib, como una opción conciliadora para sumar a los panistas y a los partidos de oposición, por supuesto limitado a un Cabildo de mayoría azul y diputados locales también con ese perfil.

Los días de definiciones son los que se viven, el PAN debe terminar el año con una propuesta sólida de precandidato a la presidencia municipal de Puebla, que es la joya de la corona de las elecciones locales del próximo año.

La tendencia es clara a favor de Rivera Pérez, quien ya se encuentra trabajando en ese sentido, pero tendrá que pasar la aduana panista para nuevamente buscar la presidencia municipal de la capital.

Sus verdaderos opositores para que no sea candidato el próximo año no son aquellos que quieren ser alcaldes, sino los que aspiran a ser candidatos a gobernador en 2024 y es que si regresa al Palacio del portal Hidalgo estará automáticamente en la línea para suceder a Barbosa.

Ese, finalmente, es el detalle.

DE LAS ANÉCDOTAS QUE SE CUENTAN

Don Enrique Montero Ponce invitó a desayunar al candidato de la alianza Compromiso por Puebla al gobierno del estado, Rafael Moreno Valle.

En los cafés se lo soltó.

Mario Montero Serrano, su hijo, entonces candidato a la presidencia de la capital por el PRI estaba dispuesto a dejar solo a Javier López Zavala, aspirante priista a la gubernatura, si llegaban a un acuerdo y se respaldaran mutuamente.

Moreno Valle se fue con la inquietud, porque su animadversión contra su compañero de partido, el panista Eduardo Rivera, crecía todos los días.

Rechazó la oferta, porque le quedó claro que tenía que ir en la fórmula con un panista, de lo contrario en la capital sería un suicidio y su sueño de gobernar el estado, como su abuelo, no se cumpliría.

Al final, Moreno Valle y Rivera fueron los candidatos a gobernador y a presidente municipal que más votos han conseguido en la historia electoral de la entidad.

Ambos llegaron al poder, aunque nunca salvaron su relación.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto

Para Blanca Lilia Ibarra, un orgullo poblano

El panista Eduardo Rivera Pérez encabeza todas las encuestas y es el precandidato a la presidencia municipal de Puebla con más positivos para repetir como el próximo alcalde y no lo hará por otro partido que no sea Acción Nacional.

Sólo que su futuro inmediato no depende solo del trabajo realizado en los últimos años, cuando ha buscado la posición y no siempre la ha ganado. Hoy, es el favorito de los poblanos más allá del poder, político y económico, del que gocen sus adversarios.

Lalo Rivera ganó la nominación en 2010 por méritos propios, lo que jamás tuvo conforme al candidato y después gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, quien buscó por múltiples formas que dejara la candidatura e incluso llegó a pensar en apoyar a Mario Montero, entonces candidato del PRI, para que el panista no llegara al Palacio Municipal.

La terquedad y el trabajo de Eduardo fue mayor a la de su compañero de fórmula.

Hoy, en un ambiente aliancista, enfrenta la división de su partido y la animadversión personal que le tiene la dirigente estatal panista, Genoveva Huerta, quien se ha plantado como la principal opositora de Rivera.

El conflicto es tal que ha dicho que sus condiciones son inaceptables, por ejemplo, la de imponer a toda la planilla de regidores, lo cual no es cierto por una sola razón, Rivera quiere ser presidente municipal y para conseguirlo sabe que tiene que construir un gran consenso, incluidos panistas de todos los grupos y militantes de otros partidos.

Cuenta con el respaldo de un número importante de perredistas, ahora que se perfila la alianza y los del PRI no lo ven mal, todos en su momento pedirán posiciones y ahí es donde estará el estira y afloja.

Además de que ellos, por derecho, pondrán en la mesa a sus candidatos. Por el PRI puede ser José Chedraui Budib, como una opción conciliadora para sumar a los panistas y a los partidos de oposición, por supuesto limitado a un Cabildo de mayoría azul y diputados locales también con ese perfil.

Los días de definiciones son los que se viven, el PAN debe terminar el año con una propuesta sólida de precandidato a la presidencia municipal de Puebla, que es la joya de la corona de las elecciones locales del próximo año.

La tendencia es clara a favor de Rivera Pérez, quien ya se encuentra trabajando en ese sentido, pero tendrá que pasar la aduana panista para nuevamente buscar la presidencia municipal de la capital.

Sus verdaderos opositores para que no sea candidato el próximo año no son aquellos que quieren ser alcaldes, sino los que aspiran a ser candidatos a gobernador en 2024 y es que si regresa al Palacio del portal Hidalgo estará automáticamente en la línea para suceder a Barbosa.

Ese, finalmente, es el detalle.

DE LAS ANÉCDOTAS QUE SE CUENTAN

Don Enrique Montero Ponce invitó a desayunar al candidato de la alianza Compromiso por Puebla al gobierno del estado, Rafael Moreno Valle.

En los cafés se lo soltó.

Mario Montero Serrano, su hijo, entonces candidato a la presidencia de la capital por el PRI estaba dispuesto a dejar solo a Javier López Zavala, aspirante priista a la gubernatura, si llegaban a un acuerdo y se respaldaran mutuamente.

Moreno Valle se fue con la inquietud, porque su animadversión contra su compañero de partido, el panista Eduardo Rivera, crecía todos los días.

Rechazó la oferta, porque le quedó claro que tenía que ir en la fórmula con un panista, de lo contrario en la capital sería un suicidio y su sueño de gobernar el estado, como su abuelo, no se cumpliría.

Al final, Moreno Valle y Rivera fueron los candidatos a gobernador y a presidente municipal que más votos han conseguido en la historia electoral de la entidad.

Ambos llegaron al poder, aunque nunca salvaron su relación.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto