/ viernes 30 de agosto de 2024

Las apuestas entre Dios y el Diablo

Tal parece que en nuestro planeta y nuestro país hay fuerzas que se ven como enemigos acérrimos, las razones y argumentos simplemente no importan para millones que asumen que su causa es la única, la buena y la justa, situación que nos lleva a épocas muy peligrosas donde todos salimos perdiendo.

El 28 de agosto de 1749 nació uno de los escritores y pensadores que ha visto la humanidad: Johann Wolfgang Göthe, cuya estatura intelectual y artística está en el top de las grandes mentes. Como muchos otros grandes de la historia, fue de nacionalidad alemana y es autor de la obra “Fausto”, la cual es considerada como una de las piezas magnánimas de la literatura universal, en dicha obra, existe una apuesta entre el Todopoderoso y una figura diabólica, llamada Mefistófeles, respecto a la conducta de un hombre.

Hay quien puede tomar esta obra como una representación más de los conflictos constantes entre lo que se considera bueno y malo, asumiendo que hay entidades sobrenaturales que representan estos dos aspectos, lo cierto es que el ser humano se ha encontrado siempre en la disputa de la eticidad de los actos humanos, asumiendo que hay todo un sostén a esas convicciones.

Esto resulta bastante lucrativo para quienes tienen intenciones políticas, militares, religiosas o simplemente de enajenación, ya que el sentido de pertenencia de una persona puede hacerlo vincularse con algún colectivo, partido político, congregación religiosa o cualquier tipo de asociación que se identifique con sus ideas, más cuando tiene la certeza de que su lucha es la “correcta” y que una deidad lo respalda.

Sin querer ofender la religión o partido de nadie y basándome en argumentos científicos y filosóficos, me quedo con la versión de que las deidades y los demonios son una invención humana, no muy distintos entre sí y que se contraponen para justificar su existencia, especialmente en el caso de los “dioses buenos”, ya que sin una contraparte malévola no podrían sostenerse. En el caso del catolicismo, recordemos cuán útil fue la figura de Satanás y el infierno para poder cobrar indulgencias, asesinar y expropiar bienes.

La apuesta manifestada por Göthe, es la representación de los axiomas que rigen en tiempo y un espacio, los cuales deben confrontarse con un contrario para poder sostenerse, esto tiene milenios de existir, pero sigue siendo una fórmula muy efectiva para tener seguidores.

Alguna vez la humanidad tuvo la idea de una convivencia pacífica entre los diversos credos, ideologías, sistemas jurídicos y políticos, especialmente después de las dos Guerras Mundiales, pero hoy vemos que el mundo y nuestro país se mueve en función de un maniqueísmo donde todos los bandos se asumen como toda bondad y ven a los contrarios como los malos. En esa dinámica no se puede prosperar ni aspirar a una tolerancia que nos lleve a construir, no destruir, a la sociedad, mediante acuerdos y no con descalificaciones. Desgraciadamente lo que escribo no tendrá interés debido a que el ofender y denostar se ha vuelto un modo de vida que produce riqueza y poder.

Coincido con Octavio Paz que afirma que el “dios de la historia no existe” y que éste es nuestra hechura, así como lo es el diablo, en la cultura y religión que se quieran ver esos dos personajes, solamente es la manifestación humana de tomar una postura, así de simple, pero obviamente que la superstición y la religiosidad nociva son factores para seguir exclamando ese calificativo tan complejo que encierra la palabra “bueno”.

Me gustaría que algún día un Fausto cualquiera apostará a cualquier deidad o diablo si pueden existir si el ser humano no los invoca y seguramente ganaría, el problema es que precisamente hay presidentes, gobernantes y reyes que indudablemente se sienten un dios y realizan las acciones del más atroz y perverso demonio. Hasta la próxima.

@vicente_aven

Tal parece que en nuestro planeta y nuestro país hay fuerzas que se ven como enemigos acérrimos, las razones y argumentos simplemente no importan para millones que asumen que su causa es la única, la buena y la justa, situación que nos lleva a épocas muy peligrosas donde todos salimos perdiendo.

El 28 de agosto de 1749 nació uno de los escritores y pensadores que ha visto la humanidad: Johann Wolfgang Göthe, cuya estatura intelectual y artística está en el top de las grandes mentes. Como muchos otros grandes de la historia, fue de nacionalidad alemana y es autor de la obra “Fausto”, la cual es considerada como una de las piezas magnánimas de la literatura universal, en dicha obra, existe una apuesta entre el Todopoderoso y una figura diabólica, llamada Mefistófeles, respecto a la conducta de un hombre.

Hay quien puede tomar esta obra como una representación más de los conflictos constantes entre lo que se considera bueno y malo, asumiendo que hay entidades sobrenaturales que representan estos dos aspectos, lo cierto es que el ser humano se ha encontrado siempre en la disputa de la eticidad de los actos humanos, asumiendo que hay todo un sostén a esas convicciones.

Esto resulta bastante lucrativo para quienes tienen intenciones políticas, militares, religiosas o simplemente de enajenación, ya que el sentido de pertenencia de una persona puede hacerlo vincularse con algún colectivo, partido político, congregación religiosa o cualquier tipo de asociación que se identifique con sus ideas, más cuando tiene la certeza de que su lucha es la “correcta” y que una deidad lo respalda.

Sin querer ofender la religión o partido de nadie y basándome en argumentos científicos y filosóficos, me quedo con la versión de que las deidades y los demonios son una invención humana, no muy distintos entre sí y que se contraponen para justificar su existencia, especialmente en el caso de los “dioses buenos”, ya que sin una contraparte malévola no podrían sostenerse. En el caso del catolicismo, recordemos cuán útil fue la figura de Satanás y el infierno para poder cobrar indulgencias, asesinar y expropiar bienes.

La apuesta manifestada por Göthe, es la representación de los axiomas que rigen en tiempo y un espacio, los cuales deben confrontarse con un contrario para poder sostenerse, esto tiene milenios de existir, pero sigue siendo una fórmula muy efectiva para tener seguidores.

Alguna vez la humanidad tuvo la idea de una convivencia pacífica entre los diversos credos, ideologías, sistemas jurídicos y políticos, especialmente después de las dos Guerras Mundiales, pero hoy vemos que el mundo y nuestro país se mueve en función de un maniqueísmo donde todos los bandos se asumen como toda bondad y ven a los contrarios como los malos. En esa dinámica no se puede prosperar ni aspirar a una tolerancia que nos lleve a construir, no destruir, a la sociedad, mediante acuerdos y no con descalificaciones. Desgraciadamente lo que escribo no tendrá interés debido a que el ofender y denostar se ha vuelto un modo de vida que produce riqueza y poder.

Coincido con Octavio Paz que afirma que el “dios de la historia no existe” y que éste es nuestra hechura, así como lo es el diablo, en la cultura y religión que se quieran ver esos dos personajes, solamente es la manifestación humana de tomar una postura, así de simple, pero obviamente que la superstición y la religiosidad nociva son factores para seguir exclamando ese calificativo tan complejo que encierra la palabra “bueno”.

Me gustaría que algún día un Fausto cualquiera apostará a cualquier deidad o diablo si pueden existir si el ser humano no los invoca y seguramente ganaría, el problema es que precisamente hay presidentes, gobernantes y reyes que indudablemente se sienten un dios y realizan las acciones del más atroz y perverso demonio. Hasta la próxima.

@vicente_aven