/ martes 23 de julio de 2019

Las dudas de Manzanilla

Varios políticos de Morena se disputarán la candidatura a la Presidencia Municipal de Puebla capital en 2021. Uno de ellos ha logrado mantenerse en el gabinete de Miguel Barbosa, y será el primer Secretario de Gobernación que ejerza el cargo con tres gobernadores distintos. Su nombre es Fernando Manzanilla y es el favorito en la contienda rumbo a la presidencia municipal.

En Morena, Manzanilla sigue causando malestares; es normal: su pasado como amigo cercano y colaborador de Moreno Valle lo hace la víctima propicia para recibir ataques de aquellos que descalifican sin ton ni son. Algunos lo critican con razón y otros reconocen su habilidad política. Pero a nadie deja indiferente el secretario de Gobernación.

Manzanilla ha puesto la mirada en la silla principal del Palacio Municipal y sus operadores aprietan una y otra vez para disminuir el poder de la actual alcaldesa, Claudia Rivera Vivanco. Esto parece un error de Manzanilla, salvo que sea parte de su estrategia. Es decir, o Fernando se ha equivocado o de plano juega a bajarse de la carrera a la Presidencia Municipal.

Los números no mienten y el PAN, con un candidato medianamente competitivo, tendrá amplias probabilidades de recuperar la Presidencia Municipal. El tobogán en el que está metida la Presidenta Municipal no sólo perjudica a Rivera Vivanco, sino que afecta a Morena en su conjunto y a todo aquel que aspire a la Presidencia Municipal. Por eso, conociendo a Manzanilla, tal vez su aspiración no es el Palacio Municipal, sino vender caro su apoyo a quien resulte ganador de la candidatura de Morena en 2021, porque la carrera no es ventajosa para los intereses del partido de López Obrador.

La segunda razón por la que es bastante dudoso el interés de Manzanilla es porque la decisión dependerá de López Obrador. En ese contexto, Manzanilla sabe que los vetos son demasiados y que él no es el personaje más cercano a López Obrador. ¿Cómo asegurar que AMLO incline la balanza a su favor y que Barbosa respete esa decisión?

Manzanilla debe tejer finísimo y armar un rompecabezas que se antoja complicado: por una parte, lograr disminuir el poder de Rivera Vivanco sin que eso implique erosionar los apoyos que tiene Morena en la capital, además de hacerse de los grupos necesarios para poder competir y contrarrestar el poder del panismo y de una base de derecha que saldrá a votar por el candidato de Acción Nacional –sea cual sea-; por otro lado, lograr que Barbosa respete sus acuerdos (en otras palabras, alimentar la relación respetuosa que hasta ahora los caracteriza) y obtener la anuencia de López Obrador para que sea Manzanilla y no un militante de Morena (con pedigrí del partido) en quien recaiga la candidatura a Presidente Municipal. Buena parte de la elección de 2021 girará alrededor de la capital poblana y no parece sencillo que, con un escenario en contra a nivel estatal y a nivel federal, el camino de Manzanilla sea exitoso.

Tal vez sea hora de que el secretario de Gobernación comience a enfocar sus ataques contra objetivos específicos de otros partidos: pulverizar y dividir a otros institutos políticos puede ser su carta de presentación. El golpeteo a Rivera Vivanco tiene consecuencias que no beneficiarán a Fernando (y a ningún militante de Morena) y no le sumarán en su búsqueda del poder.

Las dudas tendrían que asaltar a Manzanilla. El escenario no es favorable y todo lo que Morena pierda (hablando en número de votantes), de aquí a la elección de 2021, jugará en su contra. Aún es tiempo, y bien vale decirlo, de saltar del barco que quiere llegar al puerto de Puebla capital, salvo que ese sea el plan desde un inicio: vender cara la derrota interna y afianzar su lugar en el gabinete.

Para nadie tendría que ser una duda que el fin último de Fernando no es 2021, sino 2024. Y, a ese juego, más vale llegar sin una derrota en la elección municipal. Manzanilla lo sabe.

Varios políticos de Morena se disputarán la candidatura a la Presidencia Municipal de Puebla capital en 2021. Uno de ellos ha logrado mantenerse en el gabinete de Miguel Barbosa, y será el primer Secretario de Gobernación que ejerza el cargo con tres gobernadores distintos. Su nombre es Fernando Manzanilla y es el favorito en la contienda rumbo a la presidencia municipal.

En Morena, Manzanilla sigue causando malestares; es normal: su pasado como amigo cercano y colaborador de Moreno Valle lo hace la víctima propicia para recibir ataques de aquellos que descalifican sin ton ni son. Algunos lo critican con razón y otros reconocen su habilidad política. Pero a nadie deja indiferente el secretario de Gobernación.

Manzanilla ha puesto la mirada en la silla principal del Palacio Municipal y sus operadores aprietan una y otra vez para disminuir el poder de la actual alcaldesa, Claudia Rivera Vivanco. Esto parece un error de Manzanilla, salvo que sea parte de su estrategia. Es decir, o Fernando se ha equivocado o de plano juega a bajarse de la carrera a la Presidencia Municipal.

Los números no mienten y el PAN, con un candidato medianamente competitivo, tendrá amplias probabilidades de recuperar la Presidencia Municipal. El tobogán en el que está metida la Presidenta Municipal no sólo perjudica a Rivera Vivanco, sino que afecta a Morena en su conjunto y a todo aquel que aspire a la Presidencia Municipal. Por eso, conociendo a Manzanilla, tal vez su aspiración no es el Palacio Municipal, sino vender caro su apoyo a quien resulte ganador de la candidatura de Morena en 2021, porque la carrera no es ventajosa para los intereses del partido de López Obrador.

La segunda razón por la que es bastante dudoso el interés de Manzanilla es porque la decisión dependerá de López Obrador. En ese contexto, Manzanilla sabe que los vetos son demasiados y que él no es el personaje más cercano a López Obrador. ¿Cómo asegurar que AMLO incline la balanza a su favor y que Barbosa respete esa decisión?

Manzanilla debe tejer finísimo y armar un rompecabezas que se antoja complicado: por una parte, lograr disminuir el poder de Rivera Vivanco sin que eso implique erosionar los apoyos que tiene Morena en la capital, además de hacerse de los grupos necesarios para poder competir y contrarrestar el poder del panismo y de una base de derecha que saldrá a votar por el candidato de Acción Nacional –sea cual sea-; por otro lado, lograr que Barbosa respete sus acuerdos (en otras palabras, alimentar la relación respetuosa que hasta ahora los caracteriza) y obtener la anuencia de López Obrador para que sea Manzanilla y no un militante de Morena (con pedigrí del partido) en quien recaiga la candidatura a Presidente Municipal. Buena parte de la elección de 2021 girará alrededor de la capital poblana y no parece sencillo que, con un escenario en contra a nivel estatal y a nivel federal, el camino de Manzanilla sea exitoso.

Tal vez sea hora de que el secretario de Gobernación comience a enfocar sus ataques contra objetivos específicos de otros partidos: pulverizar y dividir a otros institutos políticos puede ser su carta de presentación. El golpeteo a Rivera Vivanco tiene consecuencias que no beneficiarán a Fernando (y a ningún militante de Morena) y no le sumarán en su búsqueda del poder.

Las dudas tendrían que asaltar a Manzanilla. El escenario no es favorable y todo lo que Morena pierda (hablando en número de votantes), de aquí a la elección de 2021, jugará en su contra. Aún es tiempo, y bien vale decirlo, de saltar del barco que quiere llegar al puerto de Puebla capital, salvo que ese sea el plan desde un inicio: vender cara la derrota interna y afianzar su lugar en el gabinete.

Para nadie tendría que ser una duda que el fin último de Fernando no es 2021, sino 2024. Y, a ese juego, más vale llegar sin una derrota en la elección municipal. Manzanilla lo sabe.

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