/ sábado 30 de enero de 2021

Las mentes cerradas conducen al caos

El pasado miércoles se cumplieron 76 años de la liberación de Auschwitz por parte del Ejército Rojo, hecho que nos debe hacer reflexionar y ver cómo la combinación de intolerancia, odio e ignorancia producen resultados catastróficos. Pese a la claridad del hecho histórico, vemos cada vez más acontecimientos en donde la razón y el diálogo no existen, surgiendo la posibilidad de que estos hechos atroces se puedan repetir.

Sin caer en la postura de que Estados Unidos salvó a la humanidad del nazismo, porque en mayor medida fueron los soviéticos, hay que entender que los campos de concentración representaron una exclusión mortal a un sistema que se pretendía extenderse por Europa y durar mil años.

Lo más fácil para un ser humano es engañarse a sí mismo, replicándose la actitud en los millones pertenecientes a un grupo, dando como resultado a los sectarismos, es decir esas formas de pensamiento donde no hay posibilidad de diálogo ni argumentación, de ahí viene la crítica a los “ismos” en generas: fascismo, catolicismo, trumpismo o cualquier otro movimiento que se les venga a la mente.

Es cierto que todos tenemos derecho a poseer una ideología y defender los axiomas de esta, pero eso es muy diferente a asumir que no hay objeción alguna a ella.

Partamos de un fenómeno particular para ir a uno colectivo, muy frecuentes en nuestros días: pensemos en quien publica fotos en la red con muchos filtros, dando lugar a una persona radicalmente distinta, pero que agradece los halagos, asumiendo que esa figura, manifiestamente artificial, es esa misma persona; también podemos mencionar a los muchos que aseguran, con un gran fanatismo, que un perro es fuente de toda bondad, valentía y lealtad, tomando al can como modelo a seguir, cuando en realidad todos esos atributos son una construcción social.

En cuestión política encontramos algo semejante: hay quienes están en contra de algún personaje, como puede ser el presidente, sin importar lo que haga y lanzando ataques. Esto también se combina con el interés personal, pienso ahora en la senadora Lilly Téllez, quien criticó la compra de la vacuna Sputnik V, sin que ella sea una especialista en salud y sin tener elementos para hacer ese juicio de valor, esta actitud fue replicada por millones, quienes serían capaces de no vacunarse simplemente por su animadversión a la administración actual, aunque corra riesgo su salud. Personalmente creo que las malas opiniones acerca del producto ruso son producto de la influencia de Estados Unidos y la occidentalización manifiesta de diversos organismos, casi como en los tiempos de la Guerra Fría, cuando lo soviético era visto con malos ojos.

Hablando del tema, sigue habiendo quien niega la existencia del virus o inventa historias inverosímiles, pero que son tomadas como ciertas por millones de individuos.

Si pensamos por qué Paquita la del Barrio, Lupita Jones o Carlos Villagrán “Quico” quieren ser representantes populares, es porque buena parte de la población cree en lo que sea, por más infundado y falaz que sea, pero al mismo tiempo tiene una intransigencia impresionante respecto a lo que asume como cierto. Esto crea algo curioso: la gente cree muy fácil en lo que sea, pero no acepta dicho en contrario respecto a eso.

La necedad es un gran defecto, el cual se combina con complejos, frustraciones y hasta la edad, situación que es más que evidente en nuestro país.

Ahora bien, la gente puede asumirse como ignorante y no pasará nada mientras no afecte derechos de terceros, pero veamos las muestras de odio y violencia cuando esos sectarismos se oponen a otras actividades, como quienes han quemado clínicas o templos de nuevas religiones o golpean médicos.

Un tema que se ha vuelto una salvación para los políticos ineficientes es la prohibición de las corridas, ya que en el escenario actual esta actividad se presta a los ataques de quienes no conocen el tema. La otra vez me llamó la atención la actitud vesánica y el rostro lleno de odio por parte de un antitaurino frente a la manifestación del domingo pasado, como si su existencia dependiera de la clausura de las plazas, esas actitudes son un ejemplo claro de una inflexibilidad de pensamiento que solo conduce a la frustración y la acumulación de rencor.

A todo esto se suma el efecto Dunning-Kruger, consistente en que la gente ignorante se siente muy conocedora, como lo vemos diariamente en las redes sociales en donde gran parte de los internautas descalifica información de la cual no son especialistas, como Eugenio Derbez hablando de tauromaquia.

En este sentido, vemos un panorama negativo agravado por la pandemia y por los tiempos electorales, en donde podremos ver cualquier cantidad de mentiras y necedades, para que al final el sistema corrupto siga prevaleciendo gracias a políticos y ciudadanos que no saben pensar en buena medida. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

El pasado miércoles se cumplieron 76 años de la liberación de Auschwitz por parte del Ejército Rojo, hecho que nos debe hacer reflexionar y ver cómo la combinación de intolerancia, odio e ignorancia producen resultados catastróficos. Pese a la claridad del hecho histórico, vemos cada vez más acontecimientos en donde la razón y el diálogo no existen, surgiendo la posibilidad de que estos hechos atroces se puedan repetir.

Sin caer en la postura de que Estados Unidos salvó a la humanidad del nazismo, porque en mayor medida fueron los soviéticos, hay que entender que los campos de concentración representaron una exclusión mortal a un sistema que se pretendía extenderse por Europa y durar mil años.

Lo más fácil para un ser humano es engañarse a sí mismo, replicándose la actitud en los millones pertenecientes a un grupo, dando como resultado a los sectarismos, es decir esas formas de pensamiento donde no hay posibilidad de diálogo ni argumentación, de ahí viene la crítica a los “ismos” en generas: fascismo, catolicismo, trumpismo o cualquier otro movimiento que se les venga a la mente.

Es cierto que todos tenemos derecho a poseer una ideología y defender los axiomas de esta, pero eso es muy diferente a asumir que no hay objeción alguna a ella.

Partamos de un fenómeno particular para ir a uno colectivo, muy frecuentes en nuestros días: pensemos en quien publica fotos en la red con muchos filtros, dando lugar a una persona radicalmente distinta, pero que agradece los halagos, asumiendo que esa figura, manifiestamente artificial, es esa misma persona; también podemos mencionar a los muchos que aseguran, con un gran fanatismo, que un perro es fuente de toda bondad, valentía y lealtad, tomando al can como modelo a seguir, cuando en realidad todos esos atributos son una construcción social.

En cuestión política encontramos algo semejante: hay quienes están en contra de algún personaje, como puede ser el presidente, sin importar lo que haga y lanzando ataques. Esto también se combina con el interés personal, pienso ahora en la senadora Lilly Téllez, quien criticó la compra de la vacuna Sputnik V, sin que ella sea una especialista en salud y sin tener elementos para hacer ese juicio de valor, esta actitud fue replicada por millones, quienes serían capaces de no vacunarse simplemente por su animadversión a la administración actual, aunque corra riesgo su salud. Personalmente creo que las malas opiniones acerca del producto ruso son producto de la influencia de Estados Unidos y la occidentalización manifiesta de diversos organismos, casi como en los tiempos de la Guerra Fría, cuando lo soviético era visto con malos ojos.

Hablando del tema, sigue habiendo quien niega la existencia del virus o inventa historias inverosímiles, pero que son tomadas como ciertas por millones de individuos.

Si pensamos por qué Paquita la del Barrio, Lupita Jones o Carlos Villagrán “Quico” quieren ser representantes populares, es porque buena parte de la población cree en lo que sea, por más infundado y falaz que sea, pero al mismo tiempo tiene una intransigencia impresionante respecto a lo que asume como cierto. Esto crea algo curioso: la gente cree muy fácil en lo que sea, pero no acepta dicho en contrario respecto a eso.

La necedad es un gran defecto, el cual se combina con complejos, frustraciones y hasta la edad, situación que es más que evidente en nuestro país.

Ahora bien, la gente puede asumirse como ignorante y no pasará nada mientras no afecte derechos de terceros, pero veamos las muestras de odio y violencia cuando esos sectarismos se oponen a otras actividades, como quienes han quemado clínicas o templos de nuevas religiones o golpean médicos.

Un tema que se ha vuelto una salvación para los políticos ineficientes es la prohibición de las corridas, ya que en el escenario actual esta actividad se presta a los ataques de quienes no conocen el tema. La otra vez me llamó la atención la actitud vesánica y el rostro lleno de odio por parte de un antitaurino frente a la manifestación del domingo pasado, como si su existencia dependiera de la clausura de las plazas, esas actitudes son un ejemplo claro de una inflexibilidad de pensamiento que solo conduce a la frustración y la acumulación de rencor.

A todo esto se suma el efecto Dunning-Kruger, consistente en que la gente ignorante se siente muy conocedora, como lo vemos diariamente en las redes sociales en donde gran parte de los internautas descalifica información de la cual no son especialistas, como Eugenio Derbez hablando de tauromaquia.

En este sentido, vemos un panorama negativo agravado por la pandemia y por los tiempos electorales, en donde podremos ver cualquier cantidad de mentiras y necedades, para que al final el sistema corrupto siga prevaleciendo gracias a políticos y ciudadanos que no saben pensar en buena medida. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.