/ martes 25 de junio de 2019

Las opciones del PRI

Con el registro de candidatos y no con muy buenos augurios, el pasado fin de semana se inició formalmente el proceso de renovación de la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional, cuya elección está prevista para el próximo 11 de agosto.

Finalmente fueron ocho las fórmulas registradas para contender por el alto mando priista, si bien solo tienen posibilidades las tres que encabezan los exgobernadores de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco, y de Oaxaca Ulises Ruiz Ortiz, así como el mandatario con licencia de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas.

A decir de la actual dirigente nacional Claudia Ruiz Massieu, en el proceso sucesorio, “no existe ninguna línea para favorecer a algún candidato y todos los sectores y organizaciones, los Comités Directivos Estatales y los consejeros del partido son autónomos y libres para dar su respaldo a la fórmula de militantes que consideren mejor”.

No obstante, hay evidencias que hacen suponer la predisposición para favorecer a Moreno Cárdenas, quien por cierto fue el único que acudió al acto de registro con una auténtica y tradicional “cargada” y con la presunción de ser apoyado por al menos 30 comités estatales (Puebla entre ellos), siete sectores internos del partido, cinco mil 352 consejeros estatales y 240 nacionales.

Más allá de las descalificaciones mutuas entre los contendientes, y por más que se quiera minimizarlo, lo que verdaderamente ha opacado la contienda interna es la dimisión en la víspera de José Narro Robles.

El ex Rector de la UNAM era no solo un aspirante de respeto por su experiencia y probidad, sino que muy probablemente el único que podía garantizar la posibilidad de inyectar al partido una renovada visión y de resarcir la imagen actual de descrédito y decadencia.

De ninguna manera pueden soslayarse los argumentos de la dimisión de Narro Robles, expresados públicamente en las redes sociales.

En twitter rechazó a formar parte de la simulación en el proceso de elección de la nueva dirigencia y anunció su renuncia al partido en el que militó por más de 46 años.

Luego, en un video denunciaría que "el proceso de elección ha dado inicio y lo ha hecho con los mayores vicios y las prácticas menos deseables. La mascarada para imponer a Alejandro Moreno dentro de la dirigencia ya comenzó. El PRI enfrenta el riesgo de convertirse en un satélite del partido en el gobierno".

"Existe un preferido de la cúpula del PRI, el candidato oficial de los gobernadores y de quien fue, hasta recientemente, el jefe político del partido (Peña Nieto). Por si eso fuera poco, son groseros los indicios de intervención del Gobierno federal en la misma dirección. Quien hasta hace unos meses declaraba en contra el candidato oficial, hoy lo anima y lo arropa. Hay que evitar que las decisiones del PRI las siga tomando el presidente en turno", afirmó.

Dijo que hay regresión a formas centralistas y autoritarias “que creímos superadas”, así como mencionó que se necesita ser una oposición seria y verdadera.

El exgobernador de Oaxaca Ulises Ruiz también ha dado la alerta en ese sentido al sostener que no debe permitirse que le entreguen el partido al actual gobierno de la República.

También aspirante, criticó el acarreo a favor de Alejandro Moreno Cárdenas y apuntó que en la elección interna del Revolucionario Institucional no se trata de ver quién se roba la dirigencia nacional, o hace más trampas.

Ruiz afirmó que el PRI perdió el rumbo hace años por un grupo de neoliberales que lo apartaron de las causas populares, y luego vinieron 12 años de gobiernos "que no dejaron una estela de luz, sino de corrupción y sangre", en referencia a los mandatos del PAN.

“Después hubo seis años de una Presidencia (de Enrique Peña Nieto) en que se incrementó la corrupción y no se detuvo la inseguridad”, aseveró

Es así, en este entorno de crispación y en aparente ausencia de métodos democráticos, como llegará el PRI a la elección de su dirigencia en un momento crucial y de coyuntura histórica.

La alternativa es hacer una elección con respeto y dignidad para los contendientes para renovarse y reconquistar la confianza en sus casi siete millones de militantes inscritos, según el registro del Padrón Electoral del INE.

Ante esa posibilidad que le otorgaría fuerza para erigirse como auténtica oposición, se abren otras opciones, más comodinas pero que serían fatales para la vida del PRI y para la democracia: desaparecer o volverse “satélite” del gobierno federal.

Con el registro de candidatos y no con muy buenos augurios, el pasado fin de semana se inició formalmente el proceso de renovación de la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional, cuya elección está prevista para el próximo 11 de agosto.

Finalmente fueron ocho las fórmulas registradas para contender por el alto mando priista, si bien solo tienen posibilidades las tres que encabezan los exgobernadores de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco, y de Oaxaca Ulises Ruiz Ortiz, así como el mandatario con licencia de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas.

A decir de la actual dirigente nacional Claudia Ruiz Massieu, en el proceso sucesorio, “no existe ninguna línea para favorecer a algún candidato y todos los sectores y organizaciones, los Comités Directivos Estatales y los consejeros del partido son autónomos y libres para dar su respaldo a la fórmula de militantes que consideren mejor”.

No obstante, hay evidencias que hacen suponer la predisposición para favorecer a Moreno Cárdenas, quien por cierto fue el único que acudió al acto de registro con una auténtica y tradicional “cargada” y con la presunción de ser apoyado por al menos 30 comités estatales (Puebla entre ellos), siete sectores internos del partido, cinco mil 352 consejeros estatales y 240 nacionales.

Más allá de las descalificaciones mutuas entre los contendientes, y por más que se quiera minimizarlo, lo que verdaderamente ha opacado la contienda interna es la dimisión en la víspera de José Narro Robles.

El ex Rector de la UNAM era no solo un aspirante de respeto por su experiencia y probidad, sino que muy probablemente el único que podía garantizar la posibilidad de inyectar al partido una renovada visión y de resarcir la imagen actual de descrédito y decadencia.

De ninguna manera pueden soslayarse los argumentos de la dimisión de Narro Robles, expresados públicamente en las redes sociales.

En twitter rechazó a formar parte de la simulación en el proceso de elección de la nueva dirigencia y anunció su renuncia al partido en el que militó por más de 46 años.

Luego, en un video denunciaría que "el proceso de elección ha dado inicio y lo ha hecho con los mayores vicios y las prácticas menos deseables. La mascarada para imponer a Alejandro Moreno dentro de la dirigencia ya comenzó. El PRI enfrenta el riesgo de convertirse en un satélite del partido en el gobierno".

"Existe un preferido de la cúpula del PRI, el candidato oficial de los gobernadores y de quien fue, hasta recientemente, el jefe político del partido (Peña Nieto). Por si eso fuera poco, son groseros los indicios de intervención del Gobierno federal en la misma dirección. Quien hasta hace unos meses declaraba en contra el candidato oficial, hoy lo anima y lo arropa. Hay que evitar que las decisiones del PRI las siga tomando el presidente en turno", afirmó.

Dijo que hay regresión a formas centralistas y autoritarias “que creímos superadas”, así como mencionó que se necesita ser una oposición seria y verdadera.

El exgobernador de Oaxaca Ulises Ruiz también ha dado la alerta en ese sentido al sostener que no debe permitirse que le entreguen el partido al actual gobierno de la República.

También aspirante, criticó el acarreo a favor de Alejandro Moreno Cárdenas y apuntó que en la elección interna del Revolucionario Institucional no se trata de ver quién se roba la dirigencia nacional, o hace más trampas.

Ruiz afirmó que el PRI perdió el rumbo hace años por un grupo de neoliberales que lo apartaron de las causas populares, y luego vinieron 12 años de gobiernos "que no dejaron una estela de luz, sino de corrupción y sangre", en referencia a los mandatos del PAN.

“Después hubo seis años de una Presidencia (de Enrique Peña Nieto) en que se incrementó la corrupción y no se detuvo la inseguridad”, aseveró

Es así, en este entorno de crispación y en aparente ausencia de métodos democráticos, como llegará el PRI a la elección de su dirigencia en un momento crucial y de coyuntura histórica.

La alternativa es hacer una elección con respeto y dignidad para los contendientes para renovarse y reconquistar la confianza en sus casi siete millones de militantes inscritos, según el registro del Padrón Electoral del INE.

Ante esa posibilidad que le otorgaría fuerza para erigirse como auténtica oposición, se abren otras opciones, más comodinas pero que serían fatales para la vida del PRI y para la democracia: desaparecer o volverse “satélite” del gobierno federal.