/ sábado 3 de noviembre de 2018

Las tradiciones mexicanas no pueden ser puras

Recientemente pasamos la celebración dedicada a los muertos, tan pintoresca y representativa de nuestro país, de la cual hay diferentes opiniones y críticas, en relación a que estamos influenciados por otras culturas, especialmente la estadounidense con su Halloween. Creo que es un error buscar un purismo, ya que la historia patria y la de prácticamente todo el mundo es un relato de cambios y fusiones.

Considero que las voces que critican la celebración de la noche de brujas anglosajona, la corrida de toros, el guacamole del Super Tazón y otras tantas prácticas están equivocadas. El espacio de esta editorial es insuficiente para poder siquiera mencionar el cúmulo de fusiones que ha tenido la humanidad desde hace miles de años.

Ahora bien, el buscar un purismo cultural es, por definición, algo equivocado. Recordemos que la cultura es la suma de elementos que han ido acoplándose en un espacio y tiempo determinados. Pensemos ahora en las grandes combinaciones que hubo desde que los antiguos fenicios comerciaban por el entonces mundo conocido; la expansión romana a todos los rincones de este; y la influencia intelectual que tuvieron los griegos en el imperio de los césares.

En este sentido, tenemos que aterrizar en lo que es nuestro país y lo que se considera mexicano como tal. Debemos empezar con un problema de hace doscientos años y que subsiste al día de hoy: la falta de identidad.

Para empezar debemos entender que somos el producto de diversas culturas: las precolombinas y la española, entendiendo que no solo los mexicas vivían en lo que ahora es nuestro territorio. Había una diversidad total, como la que existe en Europa actualmente, así que utilizar el término azteca como sinónimo de mexicano es un total error y algo que solo se utiliza para los discursos románticos y falaces, que solo exaltan los complejos de buena parte de los mexicanos.

En el caso de la ofrenda, recordemos que se trata de un sincretismo de lo que hacían los prehispánicos con el catolicismo, las hojaldras, las flores de cempaxúchitl y otros elementos más representan el tributo para aquellos seres que han fallecido y que, bajo una profesión de fe, vienen a visitarnos en estas fechas. Personalmente creo que eso no es cierto, pero estoy cierto que recordar a los fallecidos es una muestra de respeto.

Ahora bien, recordemos que los pueblos son influenciados por elementos extranjeros, la prueba más clara es la evangelización que tuvieron los naturales de hace medio milenio y que aún es un factor clave de poder, tanto que los supuestos representantes de dios deben estar custodiados, como los arzobispos y el alto clero.

La navidad es una costumbre clara en nuestro país, que tiene un origen europeo; el árbol de navidad es de génesis alemana; y el ir a la plaza comercial es algo netamente estadounidense, así que nuestro estilo de vida es de origen internacional. Un tema que me gusta mucho y que es criticado infundadamente es la corrida de toros, la cual tiene, como un intento de argumento, en contra el hecho de que es española, sin embargo, la tauromaquia es más mexicana que la virgen de Guadalupe, por el simple hecho de haber iniciado antes y por tener un fundamento cristiano.

Buscar un purismo no solo es equivocado, sino hasta peligroso, recordemos los millones de asesinados debido al intento de conformar una raza superior, como fue la intención del régimen Nacional Socialista. Es más tenemos actualmente personas que manifiestamente les dicen a sus hijos que deben “mejorar la raza”, como muestra de un complejo de inferioridad basado en un racismo infundado antropológicamente.

Algo puro podría ser un licor o una tela, pero de ninguna manera las costumbres, las razas o las culturas. Precisamente la diversidad crea el progreso y una exquisitez que le ha dado forma y avance a la humanidad. La pureza, desde un punto de vista lógico, es algo contradictorio a la condición humana. Hasta la próxima.


Dudas o comentarios: 2225647505; vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven.

Recientemente pasamos la celebración dedicada a los muertos, tan pintoresca y representativa de nuestro país, de la cual hay diferentes opiniones y críticas, en relación a que estamos influenciados por otras culturas, especialmente la estadounidense con su Halloween. Creo que es un error buscar un purismo, ya que la historia patria y la de prácticamente todo el mundo es un relato de cambios y fusiones.

Considero que las voces que critican la celebración de la noche de brujas anglosajona, la corrida de toros, el guacamole del Super Tazón y otras tantas prácticas están equivocadas. El espacio de esta editorial es insuficiente para poder siquiera mencionar el cúmulo de fusiones que ha tenido la humanidad desde hace miles de años.

Ahora bien, el buscar un purismo cultural es, por definición, algo equivocado. Recordemos que la cultura es la suma de elementos que han ido acoplándose en un espacio y tiempo determinados. Pensemos ahora en las grandes combinaciones que hubo desde que los antiguos fenicios comerciaban por el entonces mundo conocido; la expansión romana a todos los rincones de este; y la influencia intelectual que tuvieron los griegos en el imperio de los césares.

En este sentido, tenemos que aterrizar en lo que es nuestro país y lo que se considera mexicano como tal. Debemos empezar con un problema de hace doscientos años y que subsiste al día de hoy: la falta de identidad.

Para empezar debemos entender que somos el producto de diversas culturas: las precolombinas y la española, entendiendo que no solo los mexicas vivían en lo que ahora es nuestro territorio. Había una diversidad total, como la que existe en Europa actualmente, así que utilizar el término azteca como sinónimo de mexicano es un total error y algo que solo se utiliza para los discursos románticos y falaces, que solo exaltan los complejos de buena parte de los mexicanos.

En el caso de la ofrenda, recordemos que se trata de un sincretismo de lo que hacían los prehispánicos con el catolicismo, las hojaldras, las flores de cempaxúchitl y otros elementos más representan el tributo para aquellos seres que han fallecido y que, bajo una profesión de fe, vienen a visitarnos en estas fechas. Personalmente creo que eso no es cierto, pero estoy cierto que recordar a los fallecidos es una muestra de respeto.

Ahora bien, recordemos que los pueblos son influenciados por elementos extranjeros, la prueba más clara es la evangelización que tuvieron los naturales de hace medio milenio y que aún es un factor clave de poder, tanto que los supuestos representantes de dios deben estar custodiados, como los arzobispos y el alto clero.

La navidad es una costumbre clara en nuestro país, que tiene un origen europeo; el árbol de navidad es de génesis alemana; y el ir a la plaza comercial es algo netamente estadounidense, así que nuestro estilo de vida es de origen internacional. Un tema que me gusta mucho y que es criticado infundadamente es la corrida de toros, la cual tiene, como un intento de argumento, en contra el hecho de que es española, sin embargo, la tauromaquia es más mexicana que la virgen de Guadalupe, por el simple hecho de haber iniciado antes y por tener un fundamento cristiano.

Buscar un purismo no solo es equivocado, sino hasta peligroso, recordemos los millones de asesinados debido al intento de conformar una raza superior, como fue la intención del régimen Nacional Socialista. Es más tenemos actualmente personas que manifiestamente les dicen a sus hijos que deben “mejorar la raza”, como muestra de un complejo de inferioridad basado en un racismo infundado antropológicamente.

Algo puro podría ser un licor o una tela, pero de ninguna manera las costumbres, las razas o las culturas. Precisamente la diversidad crea el progreso y una exquisitez que le ha dado forma y avance a la humanidad. La pureza, desde un punto de vista lógico, es algo contradictorio a la condición humana. Hasta la próxima.


Dudas o comentarios: 2225647505; vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven.