/ martes 22 de mayo de 2018

Lástima

Para Luis Ernesto Derbez “es increíble la incapacidad de los cuatro candidatos para proponer una política exterior inteligente”.

Así lo expresó este lunes mediante un mensaje en tuiter, con el añadido de que, a su juicio, “le falta preparación a todos”.

El rector de la Universidad de las Américas sabe lo que dice. Fue secretario de Relaciones Exteriores durante la segunda mitad del mandato de Vicente Fox y conoce el tema.

Desde luego que Derbez se refería al desempeño de los aspirantes a la presidencia tras el segundo debate celebrado el domingo, cuya temática pretendió, precisamente, conocer las propuestas de cada uno en materia de política exterior.

Ya sea por incapacidad o por estrategia, ninguno de los cuatro contendientes fue capaz de impactar con planteamientos acordes a la realidad del entorno internacional, en especial sobre cómo debiera ser nuestra relación con los Estados Unidos bajo la presidencia de un sicópata como Donald Trump.

¿Alguien recuerda qué propuestas serias, concretas y viables hubo sobre el derecho de los migrantes, el comercio exterior e inversión, seguridad fronteriza y combate al crimen transnacional?

Seguramente, no.

Y es que esta vez lo que prevalecieron fueron los insultos, las acusaciones, y hasta los chascarrillos.

Es una lástima que así haya sido, porque, a diferencia de otros procesos electorales, esta vez sí ha existido interés ciudadano por presenciar los encuentros, además de que había buenas expectativas ante el éxito del primer debate, cuyo formato innovador fue del agrado general.

¿Qué falló?

El diseño del segundo debate celebrado en Tijuana tenía sus atractivos, entre ellos, que permitía la participación de ciudadanos, quienes libremente podían plantear preguntas, pero fue tanto el rigor que se impusieron los propios invitados que sus planteamientos fueron demasiado elaborados y, en algunos casos, hasta inocuos. Tal vez les faltó adiestramiento y un poco de sentido de improvisación.

Por otro lado, los conductores pecaron de un protagonismo extremo. Primero León Krauze y luego Yuriria Sierra se esmeraron en figurar, interrumpían indebidamente y exageraron en sus exposiciones al intentar contextualizar buena parte de sus preguntas.

Y la de malas: los protagonistas estelares tampoco estuvieron muy dispuestos a plantear de fondo los temas centrales ni a proponer acciones concretas, sino, más bien, encauzaron su empeño para descalificar a los demás.

Los dardos verbales se cruzaron de ida y vuelta y en todos los sentidos: cínico, mentiroso, demagogo, farsante, hipócrita, canallín y quién sabe cuántos agravios más que hicieron reír, pero nada más.

Le pregunté a varios amigos qué recuerdan del evento y sus respuestas me dicen todo: la ocurrencia de López Obrador al guardarse su cartera ante el acoso de Anaya y la iniciativa de “El Bronco” de nacionalizar el Banco de México. Nada más.

El resultado final es que, si bien gustó la interacción y la movilidad que tuvieron los candidatos en el escenario, en términos de impacto y de contenido el segundo debate fue menos bueno que el primero, lo cual hasta en redes sociales se reflejó.

Hoy todos se dicen ganadores, pero los analistas coinciden en que esta vez el ganador fue José Antonio Meade, mucho más seguro, propositivo, y dominador de la temática.

La pregunta es: ¿y eso le ayudará?

Para Luis Ernesto Derbez “es increíble la incapacidad de los cuatro candidatos para proponer una política exterior inteligente”.

Así lo expresó este lunes mediante un mensaje en tuiter, con el añadido de que, a su juicio, “le falta preparación a todos”.

El rector de la Universidad de las Américas sabe lo que dice. Fue secretario de Relaciones Exteriores durante la segunda mitad del mandato de Vicente Fox y conoce el tema.

Desde luego que Derbez se refería al desempeño de los aspirantes a la presidencia tras el segundo debate celebrado el domingo, cuya temática pretendió, precisamente, conocer las propuestas de cada uno en materia de política exterior.

Ya sea por incapacidad o por estrategia, ninguno de los cuatro contendientes fue capaz de impactar con planteamientos acordes a la realidad del entorno internacional, en especial sobre cómo debiera ser nuestra relación con los Estados Unidos bajo la presidencia de un sicópata como Donald Trump.

¿Alguien recuerda qué propuestas serias, concretas y viables hubo sobre el derecho de los migrantes, el comercio exterior e inversión, seguridad fronteriza y combate al crimen transnacional?

Seguramente, no.

Y es que esta vez lo que prevalecieron fueron los insultos, las acusaciones, y hasta los chascarrillos.

Es una lástima que así haya sido, porque, a diferencia de otros procesos electorales, esta vez sí ha existido interés ciudadano por presenciar los encuentros, además de que había buenas expectativas ante el éxito del primer debate, cuyo formato innovador fue del agrado general.

¿Qué falló?

El diseño del segundo debate celebrado en Tijuana tenía sus atractivos, entre ellos, que permitía la participación de ciudadanos, quienes libremente podían plantear preguntas, pero fue tanto el rigor que se impusieron los propios invitados que sus planteamientos fueron demasiado elaborados y, en algunos casos, hasta inocuos. Tal vez les faltó adiestramiento y un poco de sentido de improvisación.

Por otro lado, los conductores pecaron de un protagonismo extremo. Primero León Krauze y luego Yuriria Sierra se esmeraron en figurar, interrumpían indebidamente y exageraron en sus exposiciones al intentar contextualizar buena parte de sus preguntas.

Y la de malas: los protagonistas estelares tampoco estuvieron muy dispuestos a plantear de fondo los temas centrales ni a proponer acciones concretas, sino, más bien, encauzaron su empeño para descalificar a los demás.

Los dardos verbales se cruzaron de ida y vuelta y en todos los sentidos: cínico, mentiroso, demagogo, farsante, hipócrita, canallín y quién sabe cuántos agravios más que hicieron reír, pero nada más.

Le pregunté a varios amigos qué recuerdan del evento y sus respuestas me dicen todo: la ocurrencia de López Obrador al guardarse su cartera ante el acoso de Anaya y la iniciativa de “El Bronco” de nacionalizar el Banco de México. Nada más.

El resultado final es que, si bien gustó la interacción y la movilidad que tuvieron los candidatos en el escenario, en términos de impacto y de contenido el segundo debate fue menos bueno que el primero, lo cual hasta en redes sociales se reflejó.

Hoy todos se dicen ganadores, pero los analistas coinciden en que esta vez el ganador fue José Antonio Meade, mucho más seguro, propositivo, y dominador de la temática.

La pregunta es: ¿y eso le ayudará?