/ domingo 16 de agosto de 2020

Legado de la Noche triste en tiempos de pandemia

El imperio azteca, la formación política más poderosa del continente en 1519, con 15 millones de habitantes controlados desde Tenochtitlán, cayó a manos de 400 españoles (sobrevivientes) liderados por Hernán Cortés, más 15 caballos y siete cañones, pero antes se dio la humillación en la Noche Triste ¿Qué fue lo que les dio la vitoria poco después, el 30 de junio de 1520? El líder conocía sus ventajas y su capacidad y las debilidades del imperio.

A 500 años quedan en los anales de la historia los sucesos para aprender de ellos, no para satanizar o pretender hacer justicia porque no es posible. El pasado no se puede cambiar, sólo se puede aprender de él.

Unos días después de la Noche Trisste, el derrotado Cortés debió limpiar las lágrimas para reacomodar sus fuerzas y remontar a su situación en evidente desventaja numérica. Bernal Díaz del Castillo relata que explotó hasta sus últimas consecuencias las debilidades del sistema imperial: estaba dividido, había pueblos completos aterrorizados por los aztecas que adoraban al dios Huichilobos (sanguinaria deidad a la que se le ofrecían las vidas de los guerreros vencidos); pueblos sobre todo del centro de México, Guerrero y Oaxaca que vivían con el odio generado por un dominador a quien debían pagarle tributos.

Ante la superioridad militar española, los totonacas y luego miles de tlaxcaltecas, se incorporaron a las tropas de Cortés, mostrando su habilidad como líder que aprovecha la división entre los pueblos, además de la impresión de los nativos ante las armas novedosas (hierro, pólvora y caballos). Pero también la la gripe, viruela, tifoidea, sarampión, la fiebre y el tifus hicieron bajas considerables en la población de toda Mesoamérica, haciendo más fácil la conquista.

La Malinche, mujer de memoria controvertida poque algunos, ignorantes de la historia, es juzgada y calificada de traidora, así como a los pueblos que se sumaron a la conquista de los extranjeros, por ser intérprete y compañera de Henrán Cortés, claro que con un papel fundamental. Pero no, ninguno que se unió a las filas españolas puede ser considerado traidor, porque no eran de la misma tribu sino soguzgados, dominados, aplastados por un imperio, como bien afirma el investigador Eduardo Matos Moctezuma.

Así entonces, el líder usó la presión psicológica para derrotar a mil hombres aztecas, los más temidos entonces, y los aztecas eran presos de mitos, porque las tradiciones religiosas los predispusieron a creer en un destino de dominio bajo el “hombre barbado y blanco”. ¿Qué muestra la historia? Un pueblo limitado por sus creencias míticas.

Así llegamos a estos tiempos de gran incertidumbre, no solo en nuestro país, con limitaciones de miras que nos pueden llevar a una crisis aún más caótica. Es cierto, la educación, la economía, el trabajo, el sisteam de salud, las relaciones laborales, las relaciones humanas en el seno familiar, no serán las mismas otra vez, tampoco nos salvaremos de un retroceso educativo -calculan que de treinta años algunos expertos en educación-, ni de la cisis económica que nos empobreció en cinco meses, o de gobiernos con radiografías que exponencian sus deficiencias. Pero hay que aprender, y aprender a adecuarnos para alcanzar a ese futuro que nos rebasó.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

El imperio azteca, la formación política más poderosa del continente en 1519, con 15 millones de habitantes controlados desde Tenochtitlán, cayó a manos de 400 españoles (sobrevivientes) liderados por Hernán Cortés, más 15 caballos y siete cañones, pero antes se dio la humillación en la Noche Triste ¿Qué fue lo que les dio la vitoria poco después, el 30 de junio de 1520? El líder conocía sus ventajas y su capacidad y las debilidades del imperio.

A 500 años quedan en los anales de la historia los sucesos para aprender de ellos, no para satanizar o pretender hacer justicia porque no es posible. El pasado no se puede cambiar, sólo se puede aprender de él.

Unos días después de la Noche Trisste, el derrotado Cortés debió limpiar las lágrimas para reacomodar sus fuerzas y remontar a su situación en evidente desventaja numérica. Bernal Díaz del Castillo relata que explotó hasta sus últimas consecuencias las debilidades del sistema imperial: estaba dividido, había pueblos completos aterrorizados por los aztecas que adoraban al dios Huichilobos (sanguinaria deidad a la que se le ofrecían las vidas de los guerreros vencidos); pueblos sobre todo del centro de México, Guerrero y Oaxaca que vivían con el odio generado por un dominador a quien debían pagarle tributos.

Ante la superioridad militar española, los totonacas y luego miles de tlaxcaltecas, se incorporaron a las tropas de Cortés, mostrando su habilidad como líder que aprovecha la división entre los pueblos, además de la impresión de los nativos ante las armas novedosas (hierro, pólvora y caballos). Pero también la la gripe, viruela, tifoidea, sarampión, la fiebre y el tifus hicieron bajas considerables en la población de toda Mesoamérica, haciendo más fácil la conquista.

La Malinche, mujer de memoria controvertida poque algunos, ignorantes de la historia, es juzgada y calificada de traidora, así como a los pueblos que se sumaron a la conquista de los extranjeros, por ser intérprete y compañera de Henrán Cortés, claro que con un papel fundamental. Pero no, ninguno que se unió a las filas españolas puede ser considerado traidor, porque no eran de la misma tribu sino soguzgados, dominados, aplastados por un imperio, como bien afirma el investigador Eduardo Matos Moctezuma.

Así entonces, el líder usó la presión psicológica para derrotar a mil hombres aztecas, los más temidos entonces, y los aztecas eran presos de mitos, porque las tradiciones religiosas los predispusieron a creer en un destino de dominio bajo el “hombre barbado y blanco”. ¿Qué muestra la historia? Un pueblo limitado por sus creencias míticas.

Así llegamos a estos tiempos de gran incertidumbre, no solo en nuestro país, con limitaciones de miras que nos pueden llevar a una crisis aún más caótica. Es cierto, la educación, la economía, el trabajo, el sisteam de salud, las relaciones laborales, las relaciones humanas en el seno familiar, no serán las mismas otra vez, tampoco nos salvaremos de un retroceso educativo -calculan que de treinta años algunos expertos en educación-, ni de la cisis económica que nos empobreció en cinco meses, o de gobiernos con radiografías que exponencian sus deficiencias. Pero hay que aprender, y aprender a adecuarnos para alcanzar a ese futuro que nos rebasó.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com