/ jueves 17 de diciembre de 2020

Lo que la mala suerte es capaz de ocasionar

Ellos le llamarán de otra forma. Pero parece mala suerte. La circunstancia, el momento y la coyuntura se combinaron de tal modo que Claudia Rivera, Genoveva Huerta, Lourdes Rosales, José Juan Espinosa, Alfonso Esparza y Tony Gali, tragan amargo las 24 horas del día desde hace meses.

A los ya citados faltaría agregar a Aguilar Chedraui, Eukid y un listado kilométrico de personajes morenovallistas y fedatarios a los que nada bien les vino la administración en turno.

Se les acusa de corruptos, ineptos y malas personas. Los describen de feo modo sin ninguna comprobación. Les atacan sin veredicto legal de por medio, sin declaración de culpabilidad manifiesta después de agotado el debido proceso.

En fin que la mala suerte les agobia. Están atrapados en un bucle de adversidad luego de endulzarse el paladar a manos llenas en la era de Rafa y Martha donde todo fue éxito.

Aliados suyos les dieron la espalda por salvar el pellejo. Y en particularidades que ellos podrán explicar mejor les agreden desde trincheras distintas. “No se vale que sean así, en verdad pensé que eran amigos”, lamentó hace poco un galicista con el que crucé parabienes.

El temporal se les vino encima de repente. Hasta el 2018 su circunstancia les obsequiaba enormes y lindas sonrisas. Claudia se estrenaba como presidenta con la ilusión de ser la mejor de sus pares.

Rosales ponía los dos pies fuera de la academia Ignacio Zaragoza para servir por vez primera a la ciudadanía desde un puesto público. Genoveva se miraba hacia adelante senadora o integrante del gabinete de Martha Erika.

José Juan oraba a Bucéfalo, caballo de Alejandro Magno, ser el líder estacional que San Pedro Cholula necesitaba, para de ahí saltar a la candidatura a gobernador que Puebla bien merece.

Esparza jamás se vio asediado por las garras envenenadas de la política ni perseguido junto con su familia por el guion de una película de terror, sin embargo, la circunstancia le puso en ese plano.

Tony Gali se visualizó de muchas maneras hacia el futuro, aunque ninguna con los nubarrones que le han cubierto el cielo a él y alcanzado a su esposa.

Los códigos no escritos de la política poblana corrieron la misma suerte que los federales. Fueron ignorados para dar paso al enjuiciamiento implacable de los quedados atrás: Salinas, Calderón y Peña Nieto son ejemplos de allá.

Se entiende que en adelante ocurrirá lo mismo con los juzgadores de hoy. La mala suerte sexenal como la oración de El Credo, podría no tener fin al expirar las administraciones de AMLO y Barbosa.

Nota: Nos reencontramos los primeros días del año. En esta navidad arrullen la salud con buenas prácticas de sana distancia, cubrebocas, desinfección y saliendo del hogar sólo para lo indispensable, son mis mejores deseos.

Ellos le llamarán de otra forma. Pero parece mala suerte. La circunstancia, el momento y la coyuntura se combinaron de tal modo que Claudia Rivera, Genoveva Huerta, Lourdes Rosales, José Juan Espinosa, Alfonso Esparza y Tony Gali, tragan amargo las 24 horas del día desde hace meses.

A los ya citados faltaría agregar a Aguilar Chedraui, Eukid y un listado kilométrico de personajes morenovallistas y fedatarios a los que nada bien les vino la administración en turno.

Se les acusa de corruptos, ineptos y malas personas. Los describen de feo modo sin ninguna comprobación. Les atacan sin veredicto legal de por medio, sin declaración de culpabilidad manifiesta después de agotado el debido proceso.

En fin que la mala suerte les agobia. Están atrapados en un bucle de adversidad luego de endulzarse el paladar a manos llenas en la era de Rafa y Martha donde todo fue éxito.

Aliados suyos les dieron la espalda por salvar el pellejo. Y en particularidades que ellos podrán explicar mejor les agreden desde trincheras distintas. “No se vale que sean así, en verdad pensé que eran amigos”, lamentó hace poco un galicista con el que crucé parabienes.

El temporal se les vino encima de repente. Hasta el 2018 su circunstancia les obsequiaba enormes y lindas sonrisas. Claudia se estrenaba como presidenta con la ilusión de ser la mejor de sus pares.

Rosales ponía los dos pies fuera de la academia Ignacio Zaragoza para servir por vez primera a la ciudadanía desde un puesto público. Genoveva se miraba hacia adelante senadora o integrante del gabinete de Martha Erika.

José Juan oraba a Bucéfalo, caballo de Alejandro Magno, ser el líder estacional que San Pedro Cholula necesitaba, para de ahí saltar a la candidatura a gobernador que Puebla bien merece.

Esparza jamás se vio asediado por las garras envenenadas de la política ni perseguido junto con su familia por el guion de una película de terror, sin embargo, la circunstancia le puso en ese plano.

Tony Gali se visualizó de muchas maneras hacia el futuro, aunque ninguna con los nubarrones que le han cubierto el cielo a él y alcanzado a su esposa.

Los códigos no escritos de la política poblana corrieron la misma suerte que los federales. Fueron ignorados para dar paso al enjuiciamiento implacable de los quedados atrás: Salinas, Calderón y Peña Nieto son ejemplos de allá.

Se entiende que en adelante ocurrirá lo mismo con los juzgadores de hoy. La mala suerte sexenal como la oración de El Credo, podría no tener fin al expirar las administraciones de AMLO y Barbosa.

Nota: Nos reencontramos los primeros días del año. En esta navidad arrullen la salud con buenas prácticas de sana distancia, cubrebocas, desinfección y saliendo del hogar sólo para lo indispensable, son mis mejores deseos.