/ domingo 14 de junio de 2020

Lo que la Pandemia se llevó

Hubo una vez una Cumbre de las Naciones Unidas en Nueva York 2015, que generó una Agenda2030 para el Desarrollo Sostenible. Un plan para que los 193 países miembros se comprometieran adoptar programas globales con 17 objetivos y 169 metas sobre temas ambientales, de bienestar, económicos y sociales (entre otros). Todo está rebasado por la pandemia y la crisis sanitaria y económica nos alcanzó.

El 28 de mayo pasado, la Unicef y Save the Children advirtieron que “Unos 16 millones más de niños latinoamericanos y caribeños vivirán en la pobreza cuando termine 2020 si no se adoptan medidas urgentes para atajar la debacle económica por la pandemia”; en 2019 sumaban 72 millones de niños, esto entonces supondría que el 46% de niños en la región sobrevivirán con escasos recursos. Es decir, se revirtió el avance de la lucha contra la pobreza infantil que se registra mayoritariamente en este lado del mundo.

Las proyecciones son del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional con datos demográficos internacionales que, por si fuera poco, significa que se ampliará la brecha entre niños de familias pobres ricas y niños de familias pobres, y la inseguridad alimentaria severa podría alcanzar a 13.7 millones de personas.

Luego, el 12 de junio, un estudio del Instituto Mundial para la Investigación de la Economía del Desarrollo, de la universidad de Naciones Unidas, dio a conocer que la pobreza mundial está encaminada a rebasar los mil millones, resultado de la pandemia: “En el peor de los escenarios, se pronostica un aumento en el número de personas en pobreza extrema (por definición, aquellos con ingresos menores a 1.90 dólares diarios) de 700 millones a mil 100 millones”.

Además, el King's College de Londres y la Universidad Nacional Australiana, consideró que la pandemia se convierte en crisis económica en los países en desarrollo. Nada alentador. Mil millones de personas en pobreza después de 2020 “si no se toman medidas al respecto”, y se retrasará el combate a la reducción de la pobreza mundial en 20 o 30 años.

La cumbre del G-7 programada para del 10 al 12 de junio se pospuso para septiembre, y Trump quiere incluir a los líderes de Rusia, Australia, Corea del Sur e India, pero ¿cómo se abordará el tema?, porque ya se piensa en que será necesario que se congelen los pagos de deudas a todos los países en desarrollo hasta que termine el 2020, hasta incluso reestructurarla o cancelarla para algunos países y aplicar esos fondos para reforzar y expandir sus sistemas de seguridad social.

Bueno, a nivel local estamos viendo las expresiones de esta triste proyección. ¿Qué hacer con los pagos que no se pueden posponer? La hipoteca, luz, agua, víveres, medicamentos, y otros impostergables que ya son considerados de primera necesidad como la comunicación (internet), porque los niños están recibiendo clases en línea.

La vida diaria no sabe de predicciones ni especulaciones, son hechos que suceden en el tiempo y punto. Son nuestras decisiones las que hacen la diferencia. Entonces, es aquí donde interviene el Estado, para asegurar un aterrizaje lo más terso posible, lo menos arriesgado y con menos daños colaterales. Condonar, reestructurar, reducir pagos, puede ser una vía. Y todavía más elemental para todos, el punto de partida es no perder la esperanza y maximizar los recursos disponibles, porque la realidad es que en casa estamos viendo nuestros ingresos mermados al 50%, o más.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Hubo una vez una Cumbre de las Naciones Unidas en Nueva York 2015, que generó una Agenda2030 para el Desarrollo Sostenible. Un plan para que los 193 países miembros se comprometieran adoptar programas globales con 17 objetivos y 169 metas sobre temas ambientales, de bienestar, económicos y sociales (entre otros). Todo está rebasado por la pandemia y la crisis sanitaria y económica nos alcanzó.

El 28 de mayo pasado, la Unicef y Save the Children advirtieron que “Unos 16 millones más de niños latinoamericanos y caribeños vivirán en la pobreza cuando termine 2020 si no se adoptan medidas urgentes para atajar la debacle económica por la pandemia”; en 2019 sumaban 72 millones de niños, esto entonces supondría que el 46% de niños en la región sobrevivirán con escasos recursos. Es decir, se revirtió el avance de la lucha contra la pobreza infantil que se registra mayoritariamente en este lado del mundo.

Las proyecciones son del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional con datos demográficos internacionales que, por si fuera poco, significa que se ampliará la brecha entre niños de familias pobres ricas y niños de familias pobres, y la inseguridad alimentaria severa podría alcanzar a 13.7 millones de personas.

Luego, el 12 de junio, un estudio del Instituto Mundial para la Investigación de la Economía del Desarrollo, de la universidad de Naciones Unidas, dio a conocer que la pobreza mundial está encaminada a rebasar los mil millones, resultado de la pandemia: “En el peor de los escenarios, se pronostica un aumento en el número de personas en pobreza extrema (por definición, aquellos con ingresos menores a 1.90 dólares diarios) de 700 millones a mil 100 millones”.

Además, el King's College de Londres y la Universidad Nacional Australiana, consideró que la pandemia se convierte en crisis económica en los países en desarrollo. Nada alentador. Mil millones de personas en pobreza después de 2020 “si no se toman medidas al respecto”, y se retrasará el combate a la reducción de la pobreza mundial en 20 o 30 años.

La cumbre del G-7 programada para del 10 al 12 de junio se pospuso para septiembre, y Trump quiere incluir a los líderes de Rusia, Australia, Corea del Sur e India, pero ¿cómo se abordará el tema?, porque ya se piensa en que será necesario que se congelen los pagos de deudas a todos los países en desarrollo hasta que termine el 2020, hasta incluso reestructurarla o cancelarla para algunos países y aplicar esos fondos para reforzar y expandir sus sistemas de seguridad social.

Bueno, a nivel local estamos viendo las expresiones de esta triste proyección. ¿Qué hacer con los pagos que no se pueden posponer? La hipoteca, luz, agua, víveres, medicamentos, y otros impostergables que ya son considerados de primera necesidad como la comunicación (internet), porque los niños están recibiendo clases en línea.

La vida diaria no sabe de predicciones ni especulaciones, son hechos que suceden en el tiempo y punto. Son nuestras decisiones las que hacen la diferencia. Entonces, es aquí donde interviene el Estado, para asegurar un aterrizaje lo más terso posible, lo menos arriesgado y con menos daños colaterales. Condonar, reestructurar, reducir pagos, puede ser una vía. Y todavía más elemental para todos, el punto de partida es no perder la esperanza y maximizar los recursos disponibles, porque la realidad es que en casa estamos viendo nuestros ingresos mermados al 50%, o más.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com