/ lunes 20 de mayo de 2019

Los candidatos en el debate (una revisión a bote pronto)

Enrique Cárdenas Sánchez entendió muy tarde el papel que debía jugar en la elección extraordinaria de gobernador. El candidato común de los partidos PAN, PRD y Movimiento Ciudadano se mostró en el debate como un competidor entusiasta. Fue duro e incisivo en contra de Luis Miguel Barbosa y al comportarse de esa manera exhibió una característica personal que había tenido guardada en campaña.

El ex rector de la UDLAP sabe usar la oratoria para batirse a duelo con sus oponentes y tiene la osadía para hacerlo, como quedó evidenciado en el encuentro de descalificaciones mutuas que sostuvo con los otros dos candidatos, pero principalmente con el de la coalición Juntos Haremos Historia.

Malo para su causa que haya optado por la confrontación directa con Barbosa, el puntero en las encuestas de preferencia electoral, hasta el debate, cuando faltan escasos trece días para las votaciones.

Haberlo hecho antes no le habría garantizado vencer al candidato de Morena, el partido de ya sabe usted quién, pero le habría dado algunos puntos adicionales a los que obtendrá el domingo 2 de junio y le habría ayudado a hacer más decorosa su participación.

El académico comprendió al final de los comicios de gobernador el rol que corresponde jugar a todos los segundos lugares.

***

Luis Miguel Barbosa abrió el debate con el objetivo claro de presentarse como el candidato del cambio. Cuando acusó a sus dos rivales, sin mencionarlos por su nombre, de ser representantes de la corrupción perpetrada en el pasado, apeló a esa esperanza de renovación que llevó a los electores a votar por Andrés Manuel López Obrador en julio de 2018.

Barbosa llegó preparado al encuentro para ofrecer un cambio de régimen, sin embargo, tuvo que dedicar una buena parte de su tiempo al micrófono para defenderse de las acusaciones de Cárdenas y poder contraatacarlo.

Ni en el ‘cuarto de guerra’ del ex senador esperaban la ametralladora que Cárdenas cargaba bajo el saco.

El candidato de Morena, PT y el Verde usó su larga experiencia en las lides políticas para responder y luego revirar con señalamientos que dejaron el intercambio de acusaciones en igualdad de circunstancias: de dimes y diretes.

Barbosa salió bien librado de los señalamientos sin pruebas y se ocupó en mantener vigente esa percepción generalizada que lo ubica como el futuro ganador de los comicios.

Ese oficio que le dejó ser dirigente del PRD por varios años y presidente del Senado en una etapa convulsa para la cámara le permitió terminar inmune el debate.

***

Alberto Jiménez Merino no tiene manera de luchar contra su propia tragedia: el lejano tercer lugar en las preferencias electorales, y eso quedó de manifiesto durante el debate.

Tanto Barbosa como Cárdenas lo ignoraron, hasta que el candidato del PRI recordó la antigua relación del abanderado de Morena con el ex gobernador, hoy fallecido, Rafael Moreno Valle.

Gracias a eso subió un punto el rating de Jiménez Merino, pues consiguió que Barbosa le recordara, a su vez, su complicidad con Mario Marín Torres, el ex mandatario perseguido por las autoridades judiciales.

Después de eso volvió a quedar fuera de la verdadera confrontación que se daba en el set de más de 9 millones de pesos armado por el INE.

El priista se esforzó, lo intentó, pero no quitó reflectores a ninguno de sus rivales.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Enrique Cárdenas Sánchez entendió muy tarde el papel que debía jugar en la elección extraordinaria de gobernador. El candidato común de los partidos PAN, PRD y Movimiento Ciudadano se mostró en el debate como un competidor entusiasta. Fue duro e incisivo en contra de Luis Miguel Barbosa y al comportarse de esa manera exhibió una característica personal que había tenido guardada en campaña.

El ex rector de la UDLAP sabe usar la oratoria para batirse a duelo con sus oponentes y tiene la osadía para hacerlo, como quedó evidenciado en el encuentro de descalificaciones mutuas que sostuvo con los otros dos candidatos, pero principalmente con el de la coalición Juntos Haremos Historia.

Malo para su causa que haya optado por la confrontación directa con Barbosa, el puntero en las encuestas de preferencia electoral, hasta el debate, cuando faltan escasos trece días para las votaciones.

Haberlo hecho antes no le habría garantizado vencer al candidato de Morena, el partido de ya sabe usted quién, pero le habría dado algunos puntos adicionales a los que obtendrá el domingo 2 de junio y le habría ayudado a hacer más decorosa su participación.

El académico comprendió al final de los comicios de gobernador el rol que corresponde jugar a todos los segundos lugares.

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Luis Miguel Barbosa abrió el debate con el objetivo claro de presentarse como el candidato del cambio. Cuando acusó a sus dos rivales, sin mencionarlos por su nombre, de ser representantes de la corrupción perpetrada en el pasado, apeló a esa esperanza de renovación que llevó a los electores a votar por Andrés Manuel López Obrador en julio de 2018.

Barbosa llegó preparado al encuentro para ofrecer un cambio de régimen, sin embargo, tuvo que dedicar una buena parte de su tiempo al micrófono para defenderse de las acusaciones de Cárdenas y poder contraatacarlo.

Ni en el ‘cuarto de guerra’ del ex senador esperaban la ametralladora que Cárdenas cargaba bajo el saco.

El candidato de Morena, PT y el Verde usó su larga experiencia en las lides políticas para responder y luego revirar con señalamientos que dejaron el intercambio de acusaciones en igualdad de circunstancias: de dimes y diretes.

Barbosa salió bien librado de los señalamientos sin pruebas y se ocupó en mantener vigente esa percepción generalizada que lo ubica como el futuro ganador de los comicios.

Ese oficio que le dejó ser dirigente del PRD por varios años y presidente del Senado en una etapa convulsa para la cámara le permitió terminar inmune el debate.

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Alberto Jiménez Merino no tiene manera de luchar contra su propia tragedia: el lejano tercer lugar en las preferencias electorales, y eso quedó de manifiesto durante el debate.

Tanto Barbosa como Cárdenas lo ignoraron, hasta que el candidato del PRI recordó la antigua relación del abanderado de Morena con el ex gobernador, hoy fallecido, Rafael Moreno Valle.

Gracias a eso subió un punto el rating de Jiménez Merino, pues consiguió que Barbosa le recordara, a su vez, su complicidad con Mario Marín Torres, el ex mandatario perseguido por las autoridades judiciales.

Después de eso volvió a quedar fuera de la verdadera confrontación que se daba en el set de más de 9 millones de pesos armado por el INE.

El priista se esforzó, lo intentó, pero no quitó reflectores a ninguno de sus rivales.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx