/ lunes 2 de abril de 2018

Los costos electorales que le traerá la reforma energética a Peña Nieto

EL FRACASO DE las reformas estructurales se hace más evidente en el sexto y último año de gobierno de Enrique Peña Nieto, al final del cual ya no se esperan milagros económicos con discursos falsos y engañosos. Su gobierno se montó en ellas haciendo creer a México y al mundo que México, la decimoquinta economía mundial, iba a alcanzar ritmos promedios de crecimiento de 3.5% anual y de 5% en 2017 y 2018, lo cual no sucedió, ni sucederá de acuerdo a los pronósticos de crecimiento para el 2019.

LA TRISTE REALIDAD es que el PIB nacional se quedó con un índice de crecimiento promedio de 2.2% anual. Las cosas no cambiaron en un sexenio más y durante 36 años ininterrumpidos de neoliberalismo económico y de privatizaciones a ultranza en las que los gobiernos priistas y panistas se montaron, incluida la del petróleo. Los modelos políticos y económicos no cambian y se resisten a cambiar. Solo un cambio de los modelos económicos y políticos traerá nuevas esperanzas a los mexicanos.

NI LA ENTREGA del petróleo al capital privado internacional y nacional logró evitar los gasolinazos y el aumento del precio del gas y la energía eléctrica, como lo prometió Peña Nieto. Ni tampoco alcanzó a elevar la extracción de crudo; todo lo contrario, la producción de petróleo se cayó de 3.1 millones de barriles anuales a 1.9 millones de barriles este año. Su mala fortuna económica llevó el precio del petróleo en los mercados internacionales de 100 a 46 dólares el barril desde la mitad de su sexenio.

LAS REFORMAS ESTRUCTURALES es uno de los temas que más se debería debatir entre los candidatos presidenciables en esta campaña electoral, para obligarlos a asumir diferentes posiciones a la hora de definir el futuro inmediato de estas que se anunciaron como grandes transformaciones pero ya dieron lo que tenían que dar en favor de unos cuantos grupos de poderosos inversionistas, no de la generalidad de los mexicanos.

LAS REFORMAS ESTRUCTURALES no prendieron los beneficios sociales ni han contribuido a la redistribución de la riqueza, ni contribuyeron a acelerar el crecimiento económico; y, menos aún, no le dieron estabilidad económica al país. Las tasas de interés están muy altas, el peso sumido en permanente inestabilidad, la inflación sigue desatada, la deuda externa es un foco rojo que puede prenderse en cualquier momento, la tasa de desempleo es altísima, los salarios de miseria y esclavitud. El TLCAN avanza en la desesperanza. No hay en el horizonte rendijas para que las cosas mejoren ni se compongan.

EL PRESIDENTE ENRIQUE Peña Nieto se muestra bastante preocupado cuando Andrés Manuel López Obrador dice que va a cancelar la reforma energética, aunque en realidad lo que ha dicho es que revisará a fondo los contratos de licitación que se han adjudicado los grupos petroleros extranjeros y nacionales para corroborar que no haya complicidades y corrupción escondida entre los empresarios y los funcionarios mexicanos que han manejado las rondas de licitaciones.

SI LAS COSAS están limpias y bien hechas Peña Nieto no debería de preocuparse de que la reforma energética siga su curso con y sin él. A lo que le tiene miedo Peña Nieto es dar a conocer los porcentajes de los beneficios que le quedarán a las empresas extranjeras que encuentren y extraigan petróleo, y el beneficio que se le quedará al Estado mexicano. Esa información se ha mantenido en secreto. Peña habla, defiende, torna y retorna sobre su reforma energética, pero jamás menciona la parte del beneficio que se le quedará a los mexicanos, para ver si es una reforma inteligente y generosa o una reforma entreguista y antipatriótica.

HACE DOS SEMANAS, el presidente salió a defender de manera “denodada, entregada y apasionada” que si se cancela la reforma energética se perderían más de 800 mil empleos y 200 mil millones de dólares de inversiones comprometidas, y que los mexicanos pagarían 600 mil millones de dólares de la deuda que contrate Pemex para su operación y se reduciría el margen de maniobra para atender las demandas de la sociedad.

AHORA VIENE A sorprender y hacer creer que las empresas que ganaron las licitaciones están salvando a Pemex y a México, en lugar de decir que están sustituyendo, están suplantando a Pemex para invertir lo que a Pemex le corresponde en la explotación de yacimientos con reservas probadas y probables.

NO DICE PEÑA que lo que se ha hecho es iniciar el proceso de desmantelamiento y liquidación de lo que han dejado su gobierno y los 5 anteriores gobiernos de Pemex. Peña Nieto se siente culpable de la traición que cometió contra México con la reforma energética, sabe que es uno de los costos políticos más altos que le cobrarán los mexicanos en las urnas electorales el primero de julio. ESCUCHANOS DIARIAMENTE de las 13 a las 14 horas en 1280 de AM de ABC Radio.

EL FRACASO DE las reformas estructurales se hace más evidente en el sexto y último año de gobierno de Enrique Peña Nieto, al final del cual ya no se esperan milagros económicos con discursos falsos y engañosos. Su gobierno se montó en ellas haciendo creer a México y al mundo que México, la decimoquinta economía mundial, iba a alcanzar ritmos promedios de crecimiento de 3.5% anual y de 5% en 2017 y 2018, lo cual no sucedió, ni sucederá de acuerdo a los pronósticos de crecimiento para el 2019.

LA TRISTE REALIDAD es que el PIB nacional se quedó con un índice de crecimiento promedio de 2.2% anual. Las cosas no cambiaron en un sexenio más y durante 36 años ininterrumpidos de neoliberalismo económico y de privatizaciones a ultranza en las que los gobiernos priistas y panistas se montaron, incluida la del petróleo. Los modelos políticos y económicos no cambian y se resisten a cambiar. Solo un cambio de los modelos económicos y políticos traerá nuevas esperanzas a los mexicanos.

NI LA ENTREGA del petróleo al capital privado internacional y nacional logró evitar los gasolinazos y el aumento del precio del gas y la energía eléctrica, como lo prometió Peña Nieto. Ni tampoco alcanzó a elevar la extracción de crudo; todo lo contrario, la producción de petróleo se cayó de 3.1 millones de barriles anuales a 1.9 millones de barriles este año. Su mala fortuna económica llevó el precio del petróleo en los mercados internacionales de 100 a 46 dólares el barril desde la mitad de su sexenio.

LAS REFORMAS ESTRUCTURALES es uno de los temas que más se debería debatir entre los candidatos presidenciables en esta campaña electoral, para obligarlos a asumir diferentes posiciones a la hora de definir el futuro inmediato de estas que se anunciaron como grandes transformaciones pero ya dieron lo que tenían que dar en favor de unos cuantos grupos de poderosos inversionistas, no de la generalidad de los mexicanos.

LAS REFORMAS ESTRUCTURALES no prendieron los beneficios sociales ni han contribuido a la redistribución de la riqueza, ni contribuyeron a acelerar el crecimiento económico; y, menos aún, no le dieron estabilidad económica al país. Las tasas de interés están muy altas, el peso sumido en permanente inestabilidad, la inflación sigue desatada, la deuda externa es un foco rojo que puede prenderse en cualquier momento, la tasa de desempleo es altísima, los salarios de miseria y esclavitud. El TLCAN avanza en la desesperanza. No hay en el horizonte rendijas para que las cosas mejoren ni se compongan.

EL PRESIDENTE ENRIQUE Peña Nieto se muestra bastante preocupado cuando Andrés Manuel López Obrador dice que va a cancelar la reforma energética, aunque en realidad lo que ha dicho es que revisará a fondo los contratos de licitación que se han adjudicado los grupos petroleros extranjeros y nacionales para corroborar que no haya complicidades y corrupción escondida entre los empresarios y los funcionarios mexicanos que han manejado las rondas de licitaciones.

SI LAS COSAS están limpias y bien hechas Peña Nieto no debería de preocuparse de que la reforma energética siga su curso con y sin él. A lo que le tiene miedo Peña Nieto es dar a conocer los porcentajes de los beneficios que le quedarán a las empresas extranjeras que encuentren y extraigan petróleo, y el beneficio que se le quedará al Estado mexicano. Esa información se ha mantenido en secreto. Peña habla, defiende, torna y retorna sobre su reforma energética, pero jamás menciona la parte del beneficio que se le quedará a los mexicanos, para ver si es una reforma inteligente y generosa o una reforma entreguista y antipatriótica.

HACE DOS SEMANAS, el presidente salió a defender de manera “denodada, entregada y apasionada” que si se cancela la reforma energética se perderían más de 800 mil empleos y 200 mil millones de dólares de inversiones comprometidas, y que los mexicanos pagarían 600 mil millones de dólares de la deuda que contrate Pemex para su operación y se reduciría el margen de maniobra para atender las demandas de la sociedad.

AHORA VIENE A sorprender y hacer creer que las empresas que ganaron las licitaciones están salvando a Pemex y a México, en lugar de decir que están sustituyendo, están suplantando a Pemex para invertir lo que a Pemex le corresponde en la explotación de yacimientos con reservas probadas y probables.

NO DICE PEÑA que lo que se ha hecho es iniciar el proceso de desmantelamiento y liquidación de lo que han dejado su gobierno y los 5 anteriores gobiernos de Pemex. Peña Nieto se siente culpable de la traición que cometió contra México con la reforma energética, sabe que es uno de los costos políticos más altos que le cobrarán los mexicanos en las urnas electorales el primero de julio. ESCUCHANOS DIARIAMENTE de las 13 a las 14 horas en 1280 de AM de ABC Radio.