/ martes 15 de octubre de 2019

Los desinformes de Claudia y Patjane (dos alcaldes reprobados)

El primer informe de Claudia Rivera Vivanco fue más un desinforme. De pronto, en el acto abierto apareció ella en un escenario negro con pantalla blanca, y no sé por qué en lugar de parecerme un evento serio, sentí que estaba viendo uno de esos programas de comedia de stand up, pero sin la gracia de los estandoperos. Dijo muchas cosas, y no dijo nada. ¡Ni Cantinflas en Ahí está el detalle enredó tanto a los escuchas!

Caminando de un lado a otro habló de López Obrador, colgándose de él y de lo complicado que es cambiar el rumbo de un país, como para justificar sus propios descalabros. Si Claudia ensayó su informe, lo ensayó desvelada. De repente, para agradar al público, emergió desde la oscuridad un danzante mexica cargando incienso. Claudia se detuvo y el danzante hizo lo propio: le pasó el sahumerio por el cuerpo para consagrar la ceremonia. Una pluma cayó del penacho del danzante doblado de sacerdote azteca y ella, en pleno arrobo místico- pachamamero, recogió la pluma y dio una explicación deshilvanada sobre las los penachos y su significado.

Lo que todo mundo entendió en ese momento es que la mano de su galán-gurú estuvo metida en la organización del performance tenochca, como ha estado metido (hasta las trancas) en la forma (pésima) de dirigir su ayuntamiento.

A López Obrador se le cree cuando presenta este tipo de ceremonias rituales pues es un hombre que ha caminado el país, que ha ido a los lugares más recónditos y es respetado por las comunidades indígenas, pero ¿Claudia Rivera? ¿La misma que en la toma de protesta de Barbosa chacoteaba entre el incienso y los copones de mirra?

Lo que le urge a la alcaldesa es una limpia, sí, pero a pirul limpio y sin su gurú, y sin su tarot, y sin sus tenis Converse que no la han llevado a ningún lado más a que dar vueltas sobre su propio eje.

Es el informe de gobierno más desarticulado y falto de carnita que he visto.

Se lo pasó repitiendo que hay una emboscada en su contra y que el gatopardismo circundante es el enemigo a vencer. ¡Ah, caray! ¿sabrá Claudia de dónde sale El Gatopardo? Lo dudo. La señora sólo lee a Jodorowsky, a Osho y los mensajes indescifrables que escribe su pareja en Facebook para hacerse publicidad como trascendido e iluminado chic.

Ostentó como triunfo la compra de vehículos, bicicletas, chalecos y cascos.

Sólo le faltó sacar el papel de estraza de su bolsillo e ir tachando, como cuando uno va al estanquillo, la lista de ultramarinos, papeles de baño, el medio kilo de queso de puerco Orreo y los Boings de mango que se ocupan en las Sesiones de Cabildo.

Los seductores profesionales saben que lo más eficaz del mundo es mentir con la verdad, pero Rivera Vivanco no es un seductor profesional ni dijo la verdad mintiendo, sino todo lo contrario: con una autoridad moral que no la sostiene se atrevió a mencionar que siempre, desde sus inicios, ha sido una mujer de oposición… aunque pensándolo bien, puede ser que en eso tenga razón, pues en el primer gobierno de izquierda en Puebla ha actuado como opositora… pero de MORENA. Basta con recordar sus traiciones en campaña, cuando aliada a JJ Espinosa y a Ana Tere Aranda operó desde lo oscurito para que el monaguillo parroquial, es decir, Enrique Cárdenas, llegara a la gubernatura.

Lo bueno es que de toda la retahíla de estulticias que dijo la presidenta, el gobernador no le cree ni la mitad, no le cree ni un cuarto, ni un octavo de discurso.

En la sesión de Palacio Municipal, Miguel literalmente regañó a Claudia por su pésimo liderazgo; y es que la presidenta habla mucho de transparencia y de unión y condena el pasado por sus conceptos y prácticas caducas, cuando el Charly Hall es un nido de PRIANISTAS.

Miguel, es claro, siempre ha sido dueño de una daga cortante a la hora de ironizar, y esta ocasión no escatimó en esgrimir los más finos pases de espada para exhibir la inoperancia y la falta de compromiso de aquella que llegó por ósmosis a dirigir nuestra bella ciudad.

Lo mismo ocurrió ayer en Tehuacán, en donde Felipe Patjane (ese petimetre que está gobernando con el sadismo de un ruedo de chivos de matanza) no se dio por enterado (porque le falta cacumen) que, si bien el gobernador reconoció el trabajo del ayuntamiento, es porque el ayuntamiento no es Patjane.

Si lo que este labregón se dedica a hacer no es política, sino politiquería y lobbying. Una ciudad como Tehuacán (que es después de la capital una de las más importantes) no se puede gobernar desde helicópteros rentados rumbo a las Vegas.

Ser presidente municipal no te hace un intocable, sino todo lo contrario. El dirigente de una comunidad es el primero que pone la cara por el pueblo, no el que, escudado en tras el cargo, corrompe a los demás para realizar pingües negocios.

Lo sucedido en el informe de Patjane fue memorable: como ver la escena de un padre que regresa a su casa y ve que el hijo adoptivo –e ingrato– la tiene hecha un chiquero. Lo más patético es que en ambos casos (informe Patjane, informe Claudia), los remedos de alcaldes no repararon en un hecho: que las palabras del gobernador estaban más cerca del descontento y la reprobación, que del elogio y la palmadita.

Para traducirlo con toda acritud: el gobernador les paró una chinga legendaria.

mezavcm.abogados@gmail.com

El primer informe de Claudia Rivera Vivanco fue más un desinforme. De pronto, en el acto abierto apareció ella en un escenario negro con pantalla blanca, y no sé por qué en lugar de parecerme un evento serio, sentí que estaba viendo uno de esos programas de comedia de stand up, pero sin la gracia de los estandoperos. Dijo muchas cosas, y no dijo nada. ¡Ni Cantinflas en Ahí está el detalle enredó tanto a los escuchas!

Caminando de un lado a otro habló de López Obrador, colgándose de él y de lo complicado que es cambiar el rumbo de un país, como para justificar sus propios descalabros. Si Claudia ensayó su informe, lo ensayó desvelada. De repente, para agradar al público, emergió desde la oscuridad un danzante mexica cargando incienso. Claudia se detuvo y el danzante hizo lo propio: le pasó el sahumerio por el cuerpo para consagrar la ceremonia. Una pluma cayó del penacho del danzante doblado de sacerdote azteca y ella, en pleno arrobo místico- pachamamero, recogió la pluma y dio una explicación deshilvanada sobre las los penachos y su significado.

Lo que todo mundo entendió en ese momento es que la mano de su galán-gurú estuvo metida en la organización del performance tenochca, como ha estado metido (hasta las trancas) en la forma (pésima) de dirigir su ayuntamiento.

A López Obrador se le cree cuando presenta este tipo de ceremonias rituales pues es un hombre que ha caminado el país, que ha ido a los lugares más recónditos y es respetado por las comunidades indígenas, pero ¿Claudia Rivera? ¿La misma que en la toma de protesta de Barbosa chacoteaba entre el incienso y los copones de mirra?

Lo que le urge a la alcaldesa es una limpia, sí, pero a pirul limpio y sin su gurú, y sin su tarot, y sin sus tenis Converse que no la han llevado a ningún lado más a que dar vueltas sobre su propio eje.

Es el informe de gobierno más desarticulado y falto de carnita que he visto.

Se lo pasó repitiendo que hay una emboscada en su contra y que el gatopardismo circundante es el enemigo a vencer. ¡Ah, caray! ¿sabrá Claudia de dónde sale El Gatopardo? Lo dudo. La señora sólo lee a Jodorowsky, a Osho y los mensajes indescifrables que escribe su pareja en Facebook para hacerse publicidad como trascendido e iluminado chic.

Ostentó como triunfo la compra de vehículos, bicicletas, chalecos y cascos.

Sólo le faltó sacar el papel de estraza de su bolsillo e ir tachando, como cuando uno va al estanquillo, la lista de ultramarinos, papeles de baño, el medio kilo de queso de puerco Orreo y los Boings de mango que se ocupan en las Sesiones de Cabildo.

Los seductores profesionales saben que lo más eficaz del mundo es mentir con la verdad, pero Rivera Vivanco no es un seductor profesional ni dijo la verdad mintiendo, sino todo lo contrario: con una autoridad moral que no la sostiene se atrevió a mencionar que siempre, desde sus inicios, ha sido una mujer de oposición… aunque pensándolo bien, puede ser que en eso tenga razón, pues en el primer gobierno de izquierda en Puebla ha actuado como opositora… pero de MORENA. Basta con recordar sus traiciones en campaña, cuando aliada a JJ Espinosa y a Ana Tere Aranda operó desde lo oscurito para que el monaguillo parroquial, es decir, Enrique Cárdenas, llegara a la gubernatura.

Lo bueno es que de toda la retahíla de estulticias que dijo la presidenta, el gobernador no le cree ni la mitad, no le cree ni un cuarto, ni un octavo de discurso.

En la sesión de Palacio Municipal, Miguel literalmente regañó a Claudia por su pésimo liderazgo; y es que la presidenta habla mucho de transparencia y de unión y condena el pasado por sus conceptos y prácticas caducas, cuando el Charly Hall es un nido de PRIANISTAS.

Miguel, es claro, siempre ha sido dueño de una daga cortante a la hora de ironizar, y esta ocasión no escatimó en esgrimir los más finos pases de espada para exhibir la inoperancia y la falta de compromiso de aquella que llegó por ósmosis a dirigir nuestra bella ciudad.

Lo mismo ocurrió ayer en Tehuacán, en donde Felipe Patjane (ese petimetre que está gobernando con el sadismo de un ruedo de chivos de matanza) no se dio por enterado (porque le falta cacumen) que, si bien el gobernador reconoció el trabajo del ayuntamiento, es porque el ayuntamiento no es Patjane.

Si lo que este labregón se dedica a hacer no es política, sino politiquería y lobbying. Una ciudad como Tehuacán (que es después de la capital una de las más importantes) no se puede gobernar desde helicópteros rentados rumbo a las Vegas.

Ser presidente municipal no te hace un intocable, sino todo lo contrario. El dirigente de una comunidad es el primero que pone la cara por el pueblo, no el que, escudado en tras el cargo, corrompe a los demás para realizar pingües negocios.

Lo sucedido en el informe de Patjane fue memorable: como ver la escena de un padre que regresa a su casa y ve que el hijo adoptivo –e ingrato– la tiene hecha un chiquero. Lo más patético es que en ambos casos (informe Patjane, informe Claudia), los remedos de alcaldes no repararon en un hecho: que las palabras del gobernador estaban más cerca del descontento y la reprobación, que del elogio y la palmadita.

Para traducirlo con toda acritud: el gobernador les paró una chinga legendaria.

mezavcm.abogados@gmail.com