Thomas Mann, fue un escritor alemán exiliado en Estados Unidos como consecuencia del enrarecimiento social que provocó el régimen nazi, y fue también premio Nobel de literatura en 1929. En una de sus grandes obras, “La Montaña Mágica”, reflexiona sobre el tiempo, a través del personaje principal concluye que el tiempo nos parece largo o breve, se alarga o se contrae según nuestra propia experiencia, por ejemplo, frente el tedio de la estancia en un hospital, nuestros sentidos pueden renunciar a contar los días, circunscribiendo la experiencia de todo un mes a un momento que se repite insaciablemente.
Lo mismo ocurre con el ejercicio del poder. A más de seis años de aquel domingo 1 de julio de 2018, 72 meses 2160 días y más de 1400 mañaneras, en el ocaso de su sexenio, al presidente se le recuerda sin matices, pues hay que reconocerle el mérito de la consistencia. No obstante, existen días singulares que rematan y definen su legado, días que se prolongan y terminan meses después, como aquel día que llevamos viviendo desde el 5 de febrero del año en curso y que culminó por fin, este 15 de septiembre.
La reforma al Poder Judicial es un acontecimiento consumado pero de consecuencias indeterminadas, no sabemos por ejemplo, ¿Cuánto costarán las elecciones para elegir a las próximas ministras y ministros de la Suprema Corte?, tampoco sabemos, ¿Qué pasará con los tribunales que no dependen del Poder Judicial de la Federación?, mucho menos, ¿Cuántas empresas nacionales y extranjeras dejarán de invertir en México resultado de la incertidumbre jurídica? Todas son preguntas a las que algún día les llegará su respuesta, y eso, si hay quien esté en disposición de responder.
Se dice que en vísperas de nuestra muerte asimilamos en segundos lo vivido en años, porque el tiempo es una medida bastante arbitraria, así, en los días más largos del presidente se destruyen instituciones que llevo muchos años construir, y se cuestionan derechos que llevaron muchas muertes conquistar.
Son días que nos mantienen en suspenso, momentos en los que la oposición se pregunta ¿Qué pudo haber hecho mejor o diferente? ¿Cómo fue que pasó lo que pasó? y si es que queda aún, espacio para dignificar nuestro lugar en la historia.