/ sábado 21 de abril de 2018

Los libros para el estudio

No es fácil decir con exactitud el lugar que se da a los libros de texto, que se utilizan para el estudio en la escuela por parte de los alumnos y maestros, en la producción cultural, puesto que a medida que se los analiza con seriedad, se presenta su complicación para elaborarlos, partiendo de muchas perspectivas y propósitos, pues su escritura, desarrollo y distribución se encuentran, también condicionados con frecuencia a las maneras de leerlos y utilizarlos.

El estudio de los libros de texto, la ciencia de los libros de texto, es reciente y se ha visto sometido a una diversidad de metas, de maneras de hacerlos y de metodologías empleadas.

Por ello, aún no puede decirse que exista, en la nueva ciencia mencionada, una obra tan completa que dé cuenta de todos los rasgos distintivos y los explique; sólo se observan criticas marcadas con criterios, a veces, muy subjetivos, como cuando se les señala su comercialidad, sus escándalos ideológicos, su inútil aplicación en las escuelas o la necesidad de su existencia.

Por otro lado, las temáticas que abordan los libros de texto se multiplican de acuerdo con el gran abanico de materias que abarca y, por esta razón, el abordaje a los objetos de estudio de la ciencia del libro de texto ha tendido a ser multidisciplinario: los estudian sociólogos, etnólogos, psicólogos, pedagogos, lingüistas, comunicólogos, antropólogos, historiadores, filósofos, especialistas en cada una de las asignaturas en las cuales se producen y se necesitan en las clases diarias de los estudiantes y sus profesores.

Por tal razón, su estatuto como especialización en las investigaciones culturales, no encuentran aún el reconocimiento a la importancia que los libros de texto tienen como productos de las acciones sociales destinadas a transmitir y conservar las aportaciones socioculturales de la humanidad, sea regional, nacional o mundial.

La multiculturalidad y la diversidad se pasean entre sus páginas y aunque se ven muchas diferencias entre los libros de texto que se publican en todas partes del mundo, subyace en ellos una estructura de movimiento que pretende los mismos fines educativos en todos los países, aunque matizados por los rasgos de cada nación les da, de acuerdo con la ideología que pregonen o intenten imponer: inquisitorial o democrática; nacionalista o globalizadora; confesional o librepensadora; tecnócrata o neohumanísta; unidireccional o dialéctica.

Como es obvio, las necesidades educativas de los pueblos y de sus gobiernos promovieron, desde hace siglos, el constante surgimiento de los libros escolares que se fueron denominando, con el tiempo, libros de texto.

De modo general, en sus más remotos principios, fueron utilizados, en dos vertientes, una como obras de enseñanza religiosa y otra, como divulgadores de lo que un gobierno especifico considera adecuado para ser aprendido por las nuevas generaciones.

En todos los países, así, se volvieron ingente necesidad para la educación de sus niños y jovenes.

Hacia el siglo XIX el libro de texto surge fulgurante en los países de Europa y después en los países de América.

No obstante, ha habido periodos en los cuales ciertos currículos escolares ni siquiera hacen mención de la necesidad de un libro de texto y se tiende a abolirlos, aunque nunca han existido razones tan validas como para desterrarlos.

Contradictoriamente se les rechaza, pero se requiere su presencia. Por ello, de vez en cuando surgen debates sobre la falta de buenos libros de texto o sobre sus contenidos; si llevan esto o si no; si les falta o exageran; si prolongan la Edad Media o se exceden en el futurismo; si habla únicamente de lo que conviene a tal gobierno o callan de nuevos hechos.

La historia de los libros de texto nos remonta a los orígenes de su existencia y nos da cierta pauta para encontrar específicos hitos en su evolución. No alcanzarían páginas para reunir el total repertorio de libros que han surgido como libros de texto en el tiempo y en el mundo.

En nuestro país, el caudal de libros escolares que se utilizan en las escuelas por parte de los alumnos y los maestros, es abundante y célebres hombres y mujeres fueron sus autores.

Uno se sorprendería al constatar que la lista sería interminable de famosos escritores, investigadores, científicos mexicanos y latinoamericanos que han participado en su elaboración y contenidos.


*Doctor en Educación.

No es fácil decir con exactitud el lugar que se da a los libros de texto, que se utilizan para el estudio en la escuela por parte de los alumnos y maestros, en la producción cultural, puesto que a medida que se los analiza con seriedad, se presenta su complicación para elaborarlos, partiendo de muchas perspectivas y propósitos, pues su escritura, desarrollo y distribución se encuentran, también condicionados con frecuencia a las maneras de leerlos y utilizarlos.

El estudio de los libros de texto, la ciencia de los libros de texto, es reciente y se ha visto sometido a una diversidad de metas, de maneras de hacerlos y de metodologías empleadas.

Por ello, aún no puede decirse que exista, en la nueva ciencia mencionada, una obra tan completa que dé cuenta de todos los rasgos distintivos y los explique; sólo se observan criticas marcadas con criterios, a veces, muy subjetivos, como cuando se les señala su comercialidad, sus escándalos ideológicos, su inútil aplicación en las escuelas o la necesidad de su existencia.

Por otro lado, las temáticas que abordan los libros de texto se multiplican de acuerdo con el gran abanico de materias que abarca y, por esta razón, el abordaje a los objetos de estudio de la ciencia del libro de texto ha tendido a ser multidisciplinario: los estudian sociólogos, etnólogos, psicólogos, pedagogos, lingüistas, comunicólogos, antropólogos, historiadores, filósofos, especialistas en cada una de las asignaturas en las cuales se producen y se necesitan en las clases diarias de los estudiantes y sus profesores.

Por tal razón, su estatuto como especialización en las investigaciones culturales, no encuentran aún el reconocimiento a la importancia que los libros de texto tienen como productos de las acciones sociales destinadas a transmitir y conservar las aportaciones socioculturales de la humanidad, sea regional, nacional o mundial.

La multiculturalidad y la diversidad se pasean entre sus páginas y aunque se ven muchas diferencias entre los libros de texto que se publican en todas partes del mundo, subyace en ellos una estructura de movimiento que pretende los mismos fines educativos en todos los países, aunque matizados por los rasgos de cada nación les da, de acuerdo con la ideología que pregonen o intenten imponer: inquisitorial o democrática; nacionalista o globalizadora; confesional o librepensadora; tecnócrata o neohumanísta; unidireccional o dialéctica.

Como es obvio, las necesidades educativas de los pueblos y de sus gobiernos promovieron, desde hace siglos, el constante surgimiento de los libros escolares que se fueron denominando, con el tiempo, libros de texto.

De modo general, en sus más remotos principios, fueron utilizados, en dos vertientes, una como obras de enseñanza religiosa y otra, como divulgadores de lo que un gobierno especifico considera adecuado para ser aprendido por las nuevas generaciones.

En todos los países, así, se volvieron ingente necesidad para la educación de sus niños y jovenes.

Hacia el siglo XIX el libro de texto surge fulgurante en los países de Europa y después en los países de América.

No obstante, ha habido periodos en los cuales ciertos currículos escolares ni siquiera hacen mención de la necesidad de un libro de texto y se tiende a abolirlos, aunque nunca han existido razones tan validas como para desterrarlos.

Contradictoriamente se les rechaza, pero se requiere su presencia. Por ello, de vez en cuando surgen debates sobre la falta de buenos libros de texto o sobre sus contenidos; si llevan esto o si no; si les falta o exageran; si prolongan la Edad Media o se exceden en el futurismo; si habla únicamente de lo que conviene a tal gobierno o callan de nuevos hechos.

La historia de los libros de texto nos remonta a los orígenes de su existencia y nos da cierta pauta para encontrar específicos hitos en su evolución. No alcanzarían páginas para reunir el total repertorio de libros que han surgido como libros de texto en el tiempo y en el mundo.

En nuestro país, el caudal de libros escolares que se utilizan en las escuelas por parte de los alumnos y los maestros, es abundante y célebres hombres y mujeres fueron sus autores.

Uno se sorprendería al constatar que la lista sería interminable de famosos escritores, investigadores, científicos mexicanos y latinoamericanos que han participado en su elaboración y contenidos.


*Doctor en Educación.