/ viernes 13 de marzo de 2020

Los porros y su añoranza

Después de la lección cívica, por su movilización social, que nos dieron los jóvenes universitarios poblanos, la mayoría nacida en este siglo, el pasado 5 de marzo cuando salieron a protestar a las calles contra la violencia y exigir seguridad a las autoridades gubernamentales, sus abuelos, algunos con atrofia senil, pretenden aún influir en la Universidad Autónoma de Puebla con actitudes radicales por su “materialismo histérico” y lo poco que entendieron de los viejos textos marxistas.

Algunos de ellos, que esconden la mano, hacen juntas “secretas” para vulnerar la autonomía universitaria.

Son los mismos que lanzaron robots digitales el 5 de marzo para provocar miedo y que los jóvenes no salieran a la calle. Están plenamente identificados los mazocos, los méndez, los taquetes y la runfla que por unos pesos, un pomo y/o una bacha están dispuestos a reventar lo que les ordenen, más cuando se sienten protegidos por funcionarios públicos.

Las asambleas estudiantiles definen el regreso a clases, sin la participación de las autoridades, con quienes dialogan en mesas de trabajo para resolver sus demandas, mientras extremistas porriles mueven lo que pueden para mantener el paro en la BUAP.

La mayoría de las unidades académicas decidieron por voto regresar, sin renunciar a sus exigencias ni tampoco al reclamo de seguridad a los gobiernos, son contadas las unidades en las que políticos y funcionarios mueven a “su base” para no regresar a clases, especialidad de quienes son fósiles universitarios e incluso ahora están jubilados.

Un ejemplo de la radicalización, violatoria de la autonomía, es la facultad de Derecho y Ciencias Sociales donde incluso han generado destrozos en su infraestructura.

Ahí la comunidad, que insiste en regresar, denunció en redes a los porros:

“A partir de las diversidades de pensamiento dentro de la facultad, y ocurrida la desgracia de nuestros compañeros de Medicina, nos fuimos a paro con la intención de apoyar y manifestarnos en contra de la inseguridad.

“Son unos mercenarios que están acabando con los propósitos originales del paro para llevar agua a su molino, ese molino se llama Alejandro Carbajal, diputado federal de Morena, y quien los está maiceando, ya qué quiere ser presidente estatal de su partido”.

La mayoría de los universitarios de Derecho se ha sumado a #YoYaQuieroClases y hacen

responsables a quienes “al final terminan vendiendo el movimiento por unos pesos”.

Si continúa el paro habrá consecuencias académicas como perder el semestre.

“#ElCoronaVirusDeLaBuapSonEllos”, recuerdan. “Todos son violentos”.

Identificados están; Ricardo Villafaña, operador de la presidenta municipal de Puebla; Iván Soriano, operador de Alejandro Carvajal; Cinthya Rodríguez, operadora del diputado local Marcelo García; Zavine Magadan, extremista que gusta de hacer pintas y dañar el patrimonio universitario; Enoc “El Orejas” Serrano; Jafeth “El Drogas” Marín y Jorge Ocaña.

Hay otros ejemplos, de extremistas universitarios que hacen todo por desestabilizar a la institución, y no cumplen con su carga académica, un caso es José Antonio Robledo de mala reputación en Filosofía y Letras, quien se hace la víctima ante la Comisión de Derechos Humanos porque quiere cobrar sin trabajar.

El profe que no da clases se queja porque se procedió conforme al reglamento luego de que un grupo de estudiantes lo denunció por faltista.

Es un chantajista que intentó ser rector y no consiguió un solo voto sectorial. También quiso ser director de Filosofía y compitió con Alejandro Palma, quien lo arrasó en las urnas.

Denuncias de personajes como Robledo y acciones porriles como las de Derecho legitiman el trabajo de la administración universitaria, que al aplicar los reglamentos encuentra resistencias de un pasado porril y de fósiles, que añoran regresar a dominar la BUAP.

De las anécdotas que se cuentan

Lo que hoy es el hermoso tercer patio del edificio Carolino, en la década de los 70 del siglo pasado se conocía como “las catacumbas”.

Ahí los grupos de choque y los comités de lucha, con militantes del Partido Comunista Mexicano, torturaban a los universitarios que se oponían a ellos.

Esa es la UAP que añoran, la de los porros impunes que pueden hacer y deshacer con la complacencia del poder.

¿La calidad académica?

¡¡¡Bah!!! Para ellos es reaccionaria y discurso de los conservadores.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto

Después de la lección cívica, por su movilización social, que nos dieron los jóvenes universitarios poblanos, la mayoría nacida en este siglo, el pasado 5 de marzo cuando salieron a protestar a las calles contra la violencia y exigir seguridad a las autoridades gubernamentales, sus abuelos, algunos con atrofia senil, pretenden aún influir en la Universidad Autónoma de Puebla con actitudes radicales por su “materialismo histérico” y lo poco que entendieron de los viejos textos marxistas.

Algunos de ellos, que esconden la mano, hacen juntas “secretas” para vulnerar la autonomía universitaria.

Son los mismos que lanzaron robots digitales el 5 de marzo para provocar miedo y que los jóvenes no salieran a la calle. Están plenamente identificados los mazocos, los méndez, los taquetes y la runfla que por unos pesos, un pomo y/o una bacha están dispuestos a reventar lo que les ordenen, más cuando se sienten protegidos por funcionarios públicos.

Las asambleas estudiantiles definen el regreso a clases, sin la participación de las autoridades, con quienes dialogan en mesas de trabajo para resolver sus demandas, mientras extremistas porriles mueven lo que pueden para mantener el paro en la BUAP.

La mayoría de las unidades académicas decidieron por voto regresar, sin renunciar a sus exigencias ni tampoco al reclamo de seguridad a los gobiernos, son contadas las unidades en las que políticos y funcionarios mueven a “su base” para no regresar a clases, especialidad de quienes son fósiles universitarios e incluso ahora están jubilados.

Un ejemplo de la radicalización, violatoria de la autonomía, es la facultad de Derecho y Ciencias Sociales donde incluso han generado destrozos en su infraestructura.

Ahí la comunidad, que insiste en regresar, denunció en redes a los porros:

“A partir de las diversidades de pensamiento dentro de la facultad, y ocurrida la desgracia de nuestros compañeros de Medicina, nos fuimos a paro con la intención de apoyar y manifestarnos en contra de la inseguridad.

“Son unos mercenarios que están acabando con los propósitos originales del paro para llevar agua a su molino, ese molino se llama Alejandro Carbajal, diputado federal de Morena, y quien los está maiceando, ya qué quiere ser presidente estatal de su partido”.

La mayoría de los universitarios de Derecho se ha sumado a #YoYaQuieroClases y hacen

responsables a quienes “al final terminan vendiendo el movimiento por unos pesos”.

Si continúa el paro habrá consecuencias académicas como perder el semestre.

“#ElCoronaVirusDeLaBuapSonEllos”, recuerdan. “Todos son violentos”.

Identificados están; Ricardo Villafaña, operador de la presidenta municipal de Puebla; Iván Soriano, operador de Alejandro Carvajal; Cinthya Rodríguez, operadora del diputado local Marcelo García; Zavine Magadan, extremista que gusta de hacer pintas y dañar el patrimonio universitario; Enoc “El Orejas” Serrano; Jafeth “El Drogas” Marín y Jorge Ocaña.

Hay otros ejemplos, de extremistas universitarios que hacen todo por desestabilizar a la institución, y no cumplen con su carga académica, un caso es José Antonio Robledo de mala reputación en Filosofía y Letras, quien se hace la víctima ante la Comisión de Derechos Humanos porque quiere cobrar sin trabajar.

El profe que no da clases se queja porque se procedió conforme al reglamento luego de que un grupo de estudiantes lo denunció por faltista.

Es un chantajista que intentó ser rector y no consiguió un solo voto sectorial. También quiso ser director de Filosofía y compitió con Alejandro Palma, quien lo arrasó en las urnas.

Denuncias de personajes como Robledo y acciones porriles como las de Derecho legitiman el trabajo de la administración universitaria, que al aplicar los reglamentos encuentra resistencias de un pasado porril y de fósiles, que añoran regresar a dominar la BUAP.

De las anécdotas que se cuentan

Lo que hoy es el hermoso tercer patio del edificio Carolino, en la década de los 70 del siglo pasado se conocía como “las catacumbas”.

Ahí los grupos de choque y los comités de lucha, con militantes del Partido Comunista Mexicano, torturaban a los universitarios que se oponían a ellos.

Esa es la UAP que añoran, la de los porros impunes que pueden hacer y deshacer con la complacencia del poder.

¿La calidad académica?

¡¡¡Bah!!! Para ellos es reaccionaria y discurso de los conservadores.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto