/ martes 2 de junio de 2020

Manzanilla traza planes en dos rutas

Fernando Manzanilla valora ser candidato a la presidencia municipal de Puebla por una coalición de partidos políticos que lleve como punta de lanza al PAN, si concreta la serie de amarres que requiere para hacerlo y, sobre todo, si supera internamente a José Antonio Gali y Eduardo Rivera, pero, a diferencia de ellos dos, su primera apuesta permanece en el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y los aliados de López Obrador.

El partido blanquiazul está entre sus planes, como se informó el lunes en esta columna, pero desde dentro del cuarto de precampaña del diputado federal y ex secretario de Gobernación de Miguel Barbosa se asegura que esa es solo la opción “B”; antes, como opción “A”, figura continuar como cuadro político de la extinta coalición Juntos Haremos Historia y del presidente de la república, que es más importante aún.

Esta especie supone que, los observadores de López Obrador que tienen la mirada puesta en la entidad, han concluido que al partido no le conviene postular como abanderado a edil de Puebla, el cargo de mayor importancia que estará en disputa en 2021, a un personaje plena y completamente identificado con el gobernador Miguel Barbosa, dada la baja aprobación con que cuenta su gobierno entre los ciudadanos del estado, y más entre los que habitan la capital y los municipios de la zona metropolitana.

Aquí es donde se abriría la ventana de oportunidad para Manzanilla, que así, al ser un político ajeno y distanciado del barbosismo, incluso peleado con él, podría no solo brincar el veto del huésped de Casa Aguayo, sino convertirse en el abanderado del lopezobradorismo a la alcaldía de Puebla, postulación que pareciera ya encontrarse en la bolsa del diputado Gabriel Biestro, quien cuenta con todas las facilidades del grupo en el poder, y todas son todas, para hacer precampaña en las colonias marginadas de la ciudad.

La apuesta es arriesgada y compleja, porque en caso de concretarse implicaría dejar fuera de la definición al mandatario estatal, lo que hasta en Morena, que a veces parece no tener ni pies ni cabeza, podría resultar en una falta de respeto para el jefe político del partido en Puebla.

Tampoco es imposible que eso ocurra, sin embargo.

Ahí está el caso de la presidenta municipal en funciones, Claudia Rivera, que por recomendación del mismo grupo de aliados que tiene Manzanilla ha decidido resistirse a las órdenes del gobernador, y no solo eso, sino denunciarlo de manera pública.

O el del nuevo delegado de Morena con funciones de dirigente estatal, Alberto Evangelista, enviado de Alfonso Ramírez Cuéllar.

Por ahí va la apuesta en el plan “A” de Manzanilla, en librar por vías externas al estado de Puebla las barreras de Miguel Barbosa y convertirse en el candidato de Morena para los comicios intermedios del 2021, dejando chiflando en la loma a ya sabe usted quién (a Biestro).

Si los astros no se le alinearan, como él mismo gusta de expresar, estará el plan “B”.

Por supuesto, y esta es la capacidad de Manzanilla para trazar y lograr sus objetivos, no esperará a que fracase el proyecto 1 para encaminarse al 2.

Ahora mismo trabaja en los dos, con la mira puesta en ascender en su carrera política en los años por venir, independientemente de que Morena se extinga o sobreviva en el 2024, cuando López Obrador abandone Palacio Nacional.

José Antonio Gali y Eduardo Rivera, mientras tanto, hacen lo que tienen que hacer en el PAN.

@jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Fernando Manzanilla valora ser candidato a la presidencia municipal de Puebla por una coalición de partidos políticos que lleve como punta de lanza al PAN, si concreta la serie de amarres que requiere para hacerlo y, sobre todo, si supera internamente a José Antonio Gali y Eduardo Rivera, pero, a diferencia de ellos dos, su primera apuesta permanece en el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y los aliados de López Obrador.

El partido blanquiazul está entre sus planes, como se informó el lunes en esta columna, pero desde dentro del cuarto de precampaña del diputado federal y ex secretario de Gobernación de Miguel Barbosa se asegura que esa es solo la opción “B”; antes, como opción “A”, figura continuar como cuadro político de la extinta coalición Juntos Haremos Historia y del presidente de la república, que es más importante aún.

Esta especie supone que, los observadores de López Obrador que tienen la mirada puesta en la entidad, han concluido que al partido no le conviene postular como abanderado a edil de Puebla, el cargo de mayor importancia que estará en disputa en 2021, a un personaje plena y completamente identificado con el gobernador Miguel Barbosa, dada la baja aprobación con que cuenta su gobierno entre los ciudadanos del estado, y más entre los que habitan la capital y los municipios de la zona metropolitana.

Aquí es donde se abriría la ventana de oportunidad para Manzanilla, que así, al ser un político ajeno y distanciado del barbosismo, incluso peleado con él, podría no solo brincar el veto del huésped de Casa Aguayo, sino convertirse en el abanderado del lopezobradorismo a la alcaldía de Puebla, postulación que pareciera ya encontrarse en la bolsa del diputado Gabriel Biestro, quien cuenta con todas las facilidades del grupo en el poder, y todas son todas, para hacer precampaña en las colonias marginadas de la ciudad.

La apuesta es arriesgada y compleja, porque en caso de concretarse implicaría dejar fuera de la definición al mandatario estatal, lo que hasta en Morena, que a veces parece no tener ni pies ni cabeza, podría resultar en una falta de respeto para el jefe político del partido en Puebla.

Tampoco es imposible que eso ocurra, sin embargo.

Ahí está el caso de la presidenta municipal en funciones, Claudia Rivera, que por recomendación del mismo grupo de aliados que tiene Manzanilla ha decidido resistirse a las órdenes del gobernador, y no solo eso, sino denunciarlo de manera pública.

O el del nuevo delegado de Morena con funciones de dirigente estatal, Alberto Evangelista, enviado de Alfonso Ramírez Cuéllar.

Por ahí va la apuesta en el plan “A” de Manzanilla, en librar por vías externas al estado de Puebla las barreras de Miguel Barbosa y convertirse en el candidato de Morena para los comicios intermedios del 2021, dejando chiflando en la loma a ya sabe usted quién (a Biestro).

Si los astros no se le alinearan, como él mismo gusta de expresar, estará el plan “B”.

Por supuesto, y esta es la capacidad de Manzanilla para trazar y lograr sus objetivos, no esperará a que fracase el proyecto 1 para encaminarse al 2.

Ahora mismo trabaja en los dos, con la mira puesta en ascender en su carrera política en los años por venir, independientemente de que Morena se extinga o sobreviva en el 2024, cuando López Obrador abandone Palacio Nacional.

José Antonio Gali y Eduardo Rivera, mientras tanto, hacen lo que tienen que hacer en el PAN.

@jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx