/ lunes 8 de febrero de 2021

Mario Marín, Valentín Meneses y el PRI como recursos electorales de Morena

La sorpresiva detención de Mario Marín Torres permitió al gobernador Miguel Barbosa Huerta asestar una carambola de tres bandas en el contexto de la contienda electoral, en beneficio del partido Morena y sus futuros candidatos.

Tras la aprehensión del exgobernador poblano en Acapulco, ocurrida el jueves pasado, la sagacidad mental del grupo en el poder decidió utilizar la coyuntura para poner en línea de fuego al PRI, partido con el que no había tenido diferendo importante alguno hasta que optó por jugarle las contras como aliado del PAN.

Así, las benditas circunstancias y un procedimiento judicial elaborado en el sexenio de Rafael Moreno Valle en contra de Valentín Meneses Rojas, además de priista, ¡marinista!, por evasión de presos y otorgamiento de preliberaciones irregulares a cambio de beneficios económicos, están por convertirse en el argumento político que Morena requería, y que no tenía hasta hace poco, para volver a pedir el voto sin sonrojarse frente al electorado.

La escasez de obra pública en los gobiernos del partido lopezobradorista, incluidos los de Puebla, se ha explicado con la necesidad de reorientar recursos públicos para la atención de los problemas derivados de la pandemia por coronavirus.

Ahí tienen una justificación discutible, pero la tienen.

En asistencialismo lo han hecho bien.

Los programas sociales de la cuatroté han superado en montos económicos y número de beneficiarios a los de administraciones anteriores, tanto del PRI como del PAN, y ahí están las personas de la tercera edad y los jóvenes sin empleo que reciben su riguroso apoyo mensual para dar fe de ello.

Faltaba, sin embargo, dar resultados en el prometido y cacareado combate a la corrupción, hasta que apareció Marín.

Marín Torres ayudará al presidente López Obrador a sostener aquello de que la cuarta transformación sí va detrás de los abusivos y corruptos y sí los mete a la cárcel, aunque Emilio Lozoya y Salvador Cienfuegos, incluso el exmandatario Enrique Peña Nieto, se paseen impunes por las calles.

Eso redundará en dividendos electorales para el movimiento, convertido en partido político, que se llamó a sí mismo “la esperanza de México”.

En Puebla ocurrirá igual.

Después de año y medio de continuas amenazas y sustos permanentes contra los alicaídos panistas, sobre todo aquellos que manejaron cuantiosas sumas de dinero en los gobiernos de Moreno Valle y José Antonio Galid Fayad, la primera metralla de a de veras tuvo como blanco a un antiguo personaje del PRI, que, para fortuna de sus ejecutores, ocupó sus mejores posiciones del brazo de Marín y mantenía cerca del cuello una afilada guillotina lista para caer.

Barbosa, igual que el Presidente a nivel nacional, ya podrá subirse al tren lopezobradorista que jura haber arribado al poder para castigar las fechorías del pasado y erradicar la corrupción inherente al servicio público de una vez y para siempre.

No importa que haya sido un priista antes que un panista, como se había amenazado una y otra y otra y otra vez.

Unidos en coalición, PAN y PRI, lo mismo que el PRD, dieron forma a esa “mafia” que tanto azuza el discurso morenista para descalificar la crítica.

Valentín Meneses, que libró la cárcel en 2013 debido a un acuerdo político celebrado con Moreno Valle a través de Eukid Castañón, en medio de otro proceso electoral, fue el primero de una pretendida lista que todavía no se sabe si será corta o larga.

Dentro del panismo se asegura que Barbosa no ha encarcelado a los morenovallistas porque no ha encontrado la forma de hacerlo, conjetura que tomará fuerza con el repentino encarcelamiento del priista, sobre el que ya existía un expediente armado años atrás, por otro grupo de abogados.

Aunque así fuera, no deberían estar confiados.

Después de la aprehensión de Castañón en marzo de 2020, por un asunto ajeno al ejercicio de gobierno, la de Meneses ha sido la más espectacular.

Eso muestra que, cuando necesita hacerlo y tiene con qué, el gobernador procede.

¿Tendrán paz los panistas y demás aliancistas entonces, de aquí al 6 de junio?

Habrá que preguntarle a Barbosa este lunes en su habitual mañanera.

***

Así como la presidenta del Comité Directivo Estatal del PAN, Genoveva Huerta Villegas, será candidata a diputada federal por ese partido, por la vía de la representación proporcional, el dirigente en el municipio de Puebla, Jesús Zaldívar Benavides, también lo será.

“Chucho” Zaldívar será candidato a diputado local por el distrito 10, cuya cabecera está en la ciudad de Puebla.

No irá de plurinominal, pero tendrá la oportunidad de batirse con su oponente de Morena para tratar de llegar al Congreso por segunda vez.

Otros panistas que han amarado la candidatura para una diputación local son Nancy Jiménez Morales, por el distrito 5, de Tlatlauquitepec; Raúl Espinoza Martínez, por el 3, de Zacatlán, y Oswaldo Jiménez López, por el 10, de Puebla.

Estos tres legisladores irán por la reelección.

***

Tan enredada está la definición del candidato a presidente municipal de Puebla en el PAN que la fundación Unidos por México, que aglutina principalmente a exgobernadores emanados de ese partido político, ha enviado una carta al Comité Ejecutivo Nacional para pedirle que se decante, pero ya, por Eduardo Rivera Pérez (que este domingo cumplió 49 años).

Aquí abajo encontrará usted una parte de ese texto, signado, entre otros, por Alberto Cárdenas Jiménez, Carlos Medina Plascencia, Juan Manuel Oliva, Josefina Vázquez Mota, Xóchitl Gálvez Ruiz y la poblana Ana Teresa Aranda Orozco.

Foto: Captura de Pantalla

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

La sorpresiva detención de Mario Marín Torres permitió al gobernador Miguel Barbosa Huerta asestar una carambola de tres bandas en el contexto de la contienda electoral, en beneficio del partido Morena y sus futuros candidatos.

Tras la aprehensión del exgobernador poblano en Acapulco, ocurrida el jueves pasado, la sagacidad mental del grupo en el poder decidió utilizar la coyuntura para poner en línea de fuego al PRI, partido con el que no había tenido diferendo importante alguno hasta que optó por jugarle las contras como aliado del PAN.

Así, las benditas circunstancias y un procedimiento judicial elaborado en el sexenio de Rafael Moreno Valle en contra de Valentín Meneses Rojas, además de priista, ¡marinista!, por evasión de presos y otorgamiento de preliberaciones irregulares a cambio de beneficios económicos, están por convertirse en el argumento político que Morena requería, y que no tenía hasta hace poco, para volver a pedir el voto sin sonrojarse frente al electorado.

La escasez de obra pública en los gobiernos del partido lopezobradorista, incluidos los de Puebla, se ha explicado con la necesidad de reorientar recursos públicos para la atención de los problemas derivados de la pandemia por coronavirus.

Ahí tienen una justificación discutible, pero la tienen.

En asistencialismo lo han hecho bien.

Los programas sociales de la cuatroté han superado en montos económicos y número de beneficiarios a los de administraciones anteriores, tanto del PRI como del PAN, y ahí están las personas de la tercera edad y los jóvenes sin empleo que reciben su riguroso apoyo mensual para dar fe de ello.

Faltaba, sin embargo, dar resultados en el prometido y cacareado combate a la corrupción, hasta que apareció Marín.

Marín Torres ayudará al presidente López Obrador a sostener aquello de que la cuarta transformación sí va detrás de los abusivos y corruptos y sí los mete a la cárcel, aunque Emilio Lozoya y Salvador Cienfuegos, incluso el exmandatario Enrique Peña Nieto, se paseen impunes por las calles.

Eso redundará en dividendos electorales para el movimiento, convertido en partido político, que se llamó a sí mismo “la esperanza de México”.

En Puebla ocurrirá igual.

Después de año y medio de continuas amenazas y sustos permanentes contra los alicaídos panistas, sobre todo aquellos que manejaron cuantiosas sumas de dinero en los gobiernos de Moreno Valle y José Antonio Galid Fayad, la primera metralla de a de veras tuvo como blanco a un antiguo personaje del PRI, que, para fortuna de sus ejecutores, ocupó sus mejores posiciones del brazo de Marín y mantenía cerca del cuello una afilada guillotina lista para caer.

Barbosa, igual que el Presidente a nivel nacional, ya podrá subirse al tren lopezobradorista que jura haber arribado al poder para castigar las fechorías del pasado y erradicar la corrupción inherente al servicio público de una vez y para siempre.

No importa que haya sido un priista antes que un panista, como se había amenazado una y otra y otra y otra vez.

Unidos en coalición, PAN y PRI, lo mismo que el PRD, dieron forma a esa “mafia” que tanto azuza el discurso morenista para descalificar la crítica.

Valentín Meneses, que libró la cárcel en 2013 debido a un acuerdo político celebrado con Moreno Valle a través de Eukid Castañón, en medio de otro proceso electoral, fue el primero de una pretendida lista que todavía no se sabe si será corta o larga.

Dentro del panismo se asegura que Barbosa no ha encarcelado a los morenovallistas porque no ha encontrado la forma de hacerlo, conjetura que tomará fuerza con el repentino encarcelamiento del priista, sobre el que ya existía un expediente armado años atrás, por otro grupo de abogados.

Aunque así fuera, no deberían estar confiados.

Después de la aprehensión de Castañón en marzo de 2020, por un asunto ajeno al ejercicio de gobierno, la de Meneses ha sido la más espectacular.

Eso muestra que, cuando necesita hacerlo y tiene con qué, el gobernador procede.

¿Tendrán paz los panistas y demás aliancistas entonces, de aquí al 6 de junio?

Habrá que preguntarle a Barbosa este lunes en su habitual mañanera.

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Así como la presidenta del Comité Directivo Estatal del PAN, Genoveva Huerta Villegas, será candidata a diputada federal por ese partido, por la vía de la representación proporcional, el dirigente en el municipio de Puebla, Jesús Zaldívar Benavides, también lo será.

“Chucho” Zaldívar será candidato a diputado local por el distrito 10, cuya cabecera está en la ciudad de Puebla.

No irá de plurinominal, pero tendrá la oportunidad de batirse con su oponente de Morena para tratar de llegar al Congreso por segunda vez.

Otros panistas que han amarado la candidatura para una diputación local son Nancy Jiménez Morales, por el distrito 5, de Tlatlauquitepec; Raúl Espinoza Martínez, por el 3, de Zacatlán, y Oswaldo Jiménez López, por el 10, de Puebla.

Estos tres legisladores irán por la reelección.

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Tan enredada está la definición del candidato a presidente municipal de Puebla en el PAN que la fundación Unidos por México, que aglutina principalmente a exgobernadores emanados de ese partido político, ha enviado una carta al Comité Ejecutivo Nacional para pedirle que se decante, pero ya, por Eduardo Rivera Pérez (que este domingo cumplió 49 años).

Aquí abajo encontrará usted una parte de ese texto, signado, entre otros, por Alberto Cárdenas Jiménez, Carlos Medina Plascencia, Juan Manuel Oliva, Josefina Vázquez Mota, Xóchitl Gálvez Ruiz y la poblana Ana Teresa Aranda Orozco.

Foto: Captura de Pantalla

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx