/ sábado 20 de octubre de 2018

Más apoyos a la educación

La educación integra una serie de procesos de actividades y de intervenciones, de colaboraciones que originan y sostienen el desarrollo personal. La finalidad propia y última de esta se define como la promoción en el alumno de la capacidad de decisiones responsables, con todo lo que eso supone y condiciona.

Todo hecho educativo -y, por tanto, la política educativa- debe contemplar la dimensión individual y social de los alumnos. En la primera hay que tener en cuenta, por una parte, las capacidades personales y, por otra, los valores.

En cuanto a las capacidades personales, el sistema educativo debe conseguir el mayor desarrollo de la inteligencia, la memoria, el razonamiento, la expresión, la comprensión y, en lo que concerniente a los valores, debe considerarse que la enseñanza los lleve implícitos, tal es el caso de valores como la libertad, la solidaridad, la identidad, la convivencia o la tolerancia, necesarios para convivir en una sociedad democrática.

En la dimensión social se debe tener como propósito sustantivo conseguir la integración de los individuos en nuestra sociedad, que tiene características pluriculturales propias y necesidades profesionales en el mundo del trabajo. Del contexto anterior se deriva entonces que educar es lograr la autonomía personal en niños y jóvenes, promoviendo en ellos la formación de una profunda conciencia cívica-ciudadana y de una participación en el proceso histórico común de crecimiento personal y social.

La tarea de la educación conlleva sostener el aprendizaje de los aspectos y de los principios de valor presentes en la experiencia de cada quien y que reclama una toma de postura y una respuesta en orden a su situación.

Lo anterior quiere decir formar en las actitudes de respeto, de aprecio, de compromiso, de apertura a los otros y a las instituciones presentes en los mismos educandos y en torno a ellos.

En los planes y programas de estudio se incorporan temas que se abordan en más de una asignatura y se identifican como contenidos transversales, los cuales pueden ser enriquecidos con programas o proyectos adicionales co-curriculares que amplían las oportunidades en los alumnos, y que con sus características pueden extenderse a toda la comunidad educativa y a la sociedad en general y, asimismo, apoyan la formación crítica y reflexiva de los estudiantes al permitirles profundizar en el reconocimiento de compromisos y responsabilidades, tanto individuales como sociales, que les permiten, a su vez, actuar a favor del medio social, natural y desarrollar actitudes, normas de convivencia y de participación bajo el principio de un trato igualitario entre personas de distinto sexo.

Estos contenidos transversales son los siguientes: educación para la salud, educación para la cultura de la legalidad, educación ambiental, educación para la paz, educación vial, formación en valores y equidad de género.

De igual modo, la ubicación de los temas de cultura de la legalidad como contenido transversal contribuye a dar especificidad al tratamiento de situaciones particulares y/o de problemáticas fundamentales de la sociedad actual.

Al ser objeto de diferentes disciplinas de conocimiento el trabajo de sus contenidos representa un reto en virtud de que, por su relevancia, los temas y/o experiencias requieren una intervención pedagógica que les dé solidez en su tratamiento.

La educación en la cultural de la legalidad es el proceso educativo y cultural mediante el cual los sujetos (alumnos, maestros, padres de familia y sociedad en general) construyen conocimientos y desarrollan capacidades, habilidades, sentimientos, actitudes, valores y competencias que les posibilitan establecer una relación con un medio ambiente social y natural a través de la práctica de los preceptos establecidos en los marcos de legalidad y de relaciones de respeto, equidad y solidaridad.

Aunado a lo anterior, contribuye en la formación de las personas al permitir que se reconozcan con derechos y capacidades para desenvolverse y participar en el mejoramiento de su comunidad, desarrollando actitudes que favorezcan la convivencia ciudadana y reflexionando individual y colectivamente acerca de los derechos humanos como un sistema que garantiza la comprensión de las relaciones interpersonales y sociales, favoreciendo actuar con responsabilidad ante situaciones desfavorables que les presente su entorno social, así como con capacidad de construir juicios comprometidos en la solución de problemas sociales de su entorno.


*Doctor en Educación

La educación integra una serie de procesos de actividades y de intervenciones, de colaboraciones que originan y sostienen el desarrollo personal. La finalidad propia y última de esta se define como la promoción en el alumno de la capacidad de decisiones responsables, con todo lo que eso supone y condiciona.

Todo hecho educativo -y, por tanto, la política educativa- debe contemplar la dimensión individual y social de los alumnos. En la primera hay que tener en cuenta, por una parte, las capacidades personales y, por otra, los valores.

En cuanto a las capacidades personales, el sistema educativo debe conseguir el mayor desarrollo de la inteligencia, la memoria, el razonamiento, la expresión, la comprensión y, en lo que concerniente a los valores, debe considerarse que la enseñanza los lleve implícitos, tal es el caso de valores como la libertad, la solidaridad, la identidad, la convivencia o la tolerancia, necesarios para convivir en una sociedad democrática.

En la dimensión social se debe tener como propósito sustantivo conseguir la integración de los individuos en nuestra sociedad, que tiene características pluriculturales propias y necesidades profesionales en el mundo del trabajo. Del contexto anterior se deriva entonces que educar es lograr la autonomía personal en niños y jóvenes, promoviendo en ellos la formación de una profunda conciencia cívica-ciudadana y de una participación en el proceso histórico común de crecimiento personal y social.

La tarea de la educación conlleva sostener el aprendizaje de los aspectos y de los principios de valor presentes en la experiencia de cada quien y que reclama una toma de postura y una respuesta en orden a su situación.

Lo anterior quiere decir formar en las actitudes de respeto, de aprecio, de compromiso, de apertura a los otros y a las instituciones presentes en los mismos educandos y en torno a ellos.

En los planes y programas de estudio se incorporan temas que se abordan en más de una asignatura y se identifican como contenidos transversales, los cuales pueden ser enriquecidos con programas o proyectos adicionales co-curriculares que amplían las oportunidades en los alumnos, y que con sus características pueden extenderse a toda la comunidad educativa y a la sociedad en general y, asimismo, apoyan la formación crítica y reflexiva de los estudiantes al permitirles profundizar en el reconocimiento de compromisos y responsabilidades, tanto individuales como sociales, que les permiten, a su vez, actuar a favor del medio social, natural y desarrollar actitudes, normas de convivencia y de participación bajo el principio de un trato igualitario entre personas de distinto sexo.

Estos contenidos transversales son los siguientes: educación para la salud, educación para la cultura de la legalidad, educación ambiental, educación para la paz, educación vial, formación en valores y equidad de género.

De igual modo, la ubicación de los temas de cultura de la legalidad como contenido transversal contribuye a dar especificidad al tratamiento de situaciones particulares y/o de problemáticas fundamentales de la sociedad actual.

Al ser objeto de diferentes disciplinas de conocimiento el trabajo de sus contenidos representa un reto en virtud de que, por su relevancia, los temas y/o experiencias requieren una intervención pedagógica que les dé solidez en su tratamiento.

La educación en la cultural de la legalidad es el proceso educativo y cultural mediante el cual los sujetos (alumnos, maestros, padres de familia y sociedad en general) construyen conocimientos y desarrollan capacidades, habilidades, sentimientos, actitudes, valores y competencias que les posibilitan establecer una relación con un medio ambiente social y natural a través de la práctica de los preceptos establecidos en los marcos de legalidad y de relaciones de respeto, equidad y solidaridad.

Aunado a lo anterior, contribuye en la formación de las personas al permitir que se reconozcan con derechos y capacidades para desenvolverse y participar en el mejoramiento de su comunidad, desarrollando actitudes que favorezcan la convivencia ciudadana y reflexionando individual y colectivamente acerca de los derechos humanos como un sistema que garantiza la comprensión de las relaciones interpersonales y sociales, favoreciendo actuar con responsabilidad ante situaciones desfavorables que les presente su entorno social, así como con capacidad de construir juicios comprometidos en la solución de problemas sociales de su entorno.


*Doctor en Educación