/ viernes 5 de junio de 2020

Médicos cubanos en Seguridad Pública

Esta semana se difundieron por plataformas digitales videos de médicos cubanos que atienden a funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública de Puebla, mientras alos uniformados los obligan a trabajar, incluso bajo sospecha de estar infectados o enfermos por coronavirus. Beneficiarios de la cobertura clínica son mandos de Seguridad, entre ellos su titular, Raciel López y José Luis Flores, director de Investigación de la Subsecretaría de Inteligencia.

En los videos se ve a los médicos, Lester David Duportay y Rodrigo Guerrero Espinoza, en el domicilio de Flores Rueda, atendiéndolo a él y a sus colaboradores ante la sospecha de que contrajeron Covid-19. Hay datos que revelan el origen de la relación de los médicos cubanos con los jefes chiapanecos de la secretaría de Seguridad Pública de Puebla.

Duportay Tejeda se graduó como médico en La Habana y tiene 48 años de edad. Cuando tenía 36 viajó a Tuxtla Gutiérrez para impartir un curso de Fisiatría, la especialidad con la que trabajó en su país. Nuestro informante, quien lo conoce desde aquellos años en el sureste, nos detalla: “Al llegar a Chiapas, descubrió un territorio de oportunidades enorme: miles de chiapanecos con toda clase de problemas de salud; sin embargo encontró dos nichos que otros médicos desdeñaron: los tratamientos de cáncer y los de origen reumatoide”.

En un escenario a modo convenció a su hermano José Luis, también fisioterapeuta, para que se trasladara a Chiapas antes de que concluyera 2008. La experiencia adquirida años atrás en Miami les permitió posicionarse en el mercado chiapaneco rápidamente.

No conforme con ello, los hermanos Duportay explotaron otra de sus pasiones: el Karate Do. Ambos son cintas negras y convencieron a uno de sus maestros en La Habana para abrir una academia en Chiapas. Consiguieron su objetivo empresarial y promoviendo sus servicios establecieron vínculos con los abogados que hoy dominan la Seguridad Pública en Puebla.

“Combinaron sus conocimientos de medicina con sus contactos en la célebre institución cubana LABIOFAM, dedicado al desarrollo y producción de medicamentos, bajo la supervisión del Ministerio de Salud Pública de Cuba y el Centro Estatal de Control de Medicamentos”.

Entre los logros de laboratorio se encuentra el desarrollo de productos para atender la malaria, el dengue y la influenza.

Por lo cual, tienen conocimientos sobre la atención del COVID-19, dado que éste último se ha atendido, usando un medicamento para la malaria: la hidrocloroxiquina.

Desde allá importan a Puebla sustancias alternativas que se han probado en Cuba para combatir al COVID-19, el Escozul cuyo nombre comercial es VIDATOX, usado para el cáncer. El tratamiento incluye otros productos cubanos, como la Espirulina y el Ferrical.

Cuando algunos funcionarios de Seguridad Pública y empleados del C5 enfermaron, actuaron los Duportay, quienes montaron en las instalaciones de la dependencia un laboratorio en el que hacen transfusiones de plaquetas de enfermos recuperados con el medicamento señalado, para aplicárselos a quienes están desarrollando la enfermedad.

El procedimiento cuesta alrededor de 300 mil pesos por persona.No será extraño que los tratamientos los pague la dependencia o el gobierno de Puebla. Solo los chiapanecos y algunos cercanos a ellos tienen acceso a estos cuidados importados.

Esta semana se difundieron por plataformas digitales videos de médicos cubanos que atienden a funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública de Puebla, mientras alos uniformados los obligan a trabajar, incluso bajo sospecha de estar infectados o enfermos por coronavirus. Beneficiarios de la cobertura clínica son mandos de Seguridad, entre ellos su titular, Raciel López y José Luis Flores, director de Investigación de la Subsecretaría de Inteligencia.

En los videos se ve a los médicos, Lester David Duportay y Rodrigo Guerrero Espinoza, en el domicilio de Flores Rueda, atendiéndolo a él y a sus colaboradores ante la sospecha de que contrajeron Covid-19. Hay datos que revelan el origen de la relación de los médicos cubanos con los jefes chiapanecos de la secretaría de Seguridad Pública de Puebla.

Duportay Tejeda se graduó como médico en La Habana y tiene 48 años de edad. Cuando tenía 36 viajó a Tuxtla Gutiérrez para impartir un curso de Fisiatría, la especialidad con la que trabajó en su país. Nuestro informante, quien lo conoce desde aquellos años en el sureste, nos detalla: “Al llegar a Chiapas, descubrió un territorio de oportunidades enorme: miles de chiapanecos con toda clase de problemas de salud; sin embargo encontró dos nichos que otros médicos desdeñaron: los tratamientos de cáncer y los de origen reumatoide”.

En un escenario a modo convenció a su hermano José Luis, también fisioterapeuta, para que se trasladara a Chiapas antes de que concluyera 2008. La experiencia adquirida años atrás en Miami les permitió posicionarse en el mercado chiapaneco rápidamente.

No conforme con ello, los hermanos Duportay explotaron otra de sus pasiones: el Karate Do. Ambos son cintas negras y convencieron a uno de sus maestros en La Habana para abrir una academia en Chiapas. Consiguieron su objetivo empresarial y promoviendo sus servicios establecieron vínculos con los abogados que hoy dominan la Seguridad Pública en Puebla.

“Combinaron sus conocimientos de medicina con sus contactos en la célebre institución cubana LABIOFAM, dedicado al desarrollo y producción de medicamentos, bajo la supervisión del Ministerio de Salud Pública de Cuba y el Centro Estatal de Control de Medicamentos”.

Entre los logros de laboratorio se encuentra el desarrollo de productos para atender la malaria, el dengue y la influenza.

Por lo cual, tienen conocimientos sobre la atención del COVID-19, dado que éste último se ha atendido, usando un medicamento para la malaria: la hidrocloroxiquina.

Desde allá importan a Puebla sustancias alternativas que se han probado en Cuba para combatir al COVID-19, el Escozul cuyo nombre comercial es VIDATOX, usado para el cáncer. El tratamiento incluye otros productos cubanos, como la Espirulina y el Ferrical.

Cuando algunos funcionarios de Seguridad Pública y empleados del C5 enfermaron, actuaron los Duportay, quienes montaron en las instalaciones de la dependencia un laboratorio en el que hacen transfusiones de plaquetas de enfermos recuperados con el medicamento señalado, para aplicárselos a quienes están desarrollando la enfermedad.

El procedimiento cuesta alrededor de 300 mil pesos por persona.No será extraño que los tratamientos los pague la dependencia o el gobierno de Puebla. Solo los chiapanecos y algunos cercanos a ellos tienen acceso a estos cuidados importados.