/ lunes 27 de septiembre de 2021

Memorial | La 4T y Gertz caminan de la mano

Treinta y un personas que desarrollan sus actividades en proyectos de investigación, algunos de ellos científicos, fueron acusados por la Fiscalía General de la República (FGR) por el delito de delincuencia organizada. La institución que dirige Gertz Manero sostiene que recibieron dinero indebido de parte del Conacyt.

No sabemos si la acusación de la FGR se pueda probar, aunque lo cierto es que el asunto de fondo ya quedó rebasado por la percepción de que la fiscalía está acechando a 31 científicos. El round mediático lo ha perdido la FGR de Gertz Manero y el gobierno de la 4T (porque todo se deriva de una investigación al interior del Conacyt). Razones sobran para considerar que se trata de un acecho y no de una investigación rigurosa. El trabajo de la Fiscalía en los tres años del gobierno de AMLO ha sido desastroso, sin resultados evidentes y, en el caso concreto, se puede sumar el desafortunado desempeño de la directora de Conacyt, confrontada con la comunidad científica del país.

En los hechos, la fiscalía de Gertz no acompaña el discurso anticorrupción del gobierno de López Obrador. Es una fiscalía que ha sido el obstáculo más grande para el inicio de procesos criminales en contra de “peces gordos”. Todo es mediático para la fiscalía que debería acusar con pruebas, no con desplegados. El espectáculo montado a partir de la repatriación de Emilio Lozoya es el ejemplo más importante de que la institución que dirige Gertz es selectiva en la persecución e investigación de los delitos. La percepción ciudadana es que si Lozoya está en su casa y otras acusaciones contra científicos sí son iniciadas y continuadas, es porque la fiscalía está actuando como la mafia del poder que tanto criticó AMLO durante las últimas tres elecciones presidenciales.

A eso se suma una cuestión que parecería menor, pero que termina siendo en este contexto: el reconocimiento de Gertz como Investigador nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Había sido rechazado por insuficiencia investigadora durante once años, pero hace unos meses el Conacyt lo reconoció como investigador con el nivel más alto dentro del SNI. No solo entró, sino lo hizo por la puerta grande. ¿Nadie pensó en las consecuencias de ese reconocimiento? ¿Tenía un resentimiento contra Cabrero y buena parte del personal del Conacyt acusado de delincuencia organizada, por haberlo rechazado durante los años que Cabrero dirigió el Conacyt? No se puede descartar, pero lo que queda claro es que tanto la fiscalía como el Conacyt son instituciones que están podridas. La inclusión de Gertz como investigador en el nivel más alto del SNI, la acusación mediática contra 31 exfuncionarios, la cruzada de la directora del Conacyt contra la ciencia “neoliberal”, así como el recorte y desaparición de cientos de fideicomisos de investigación, dejan a la ciencia mexicana por los suelos.

Que hubiera irregularidades en fideicomisos y en proyectos científicos era algo que se podía esperar, pero la forma en la que la 4T decidió abordar la cuestión resulta ser una apuesta por talar los árboles en lugar de distinguir los frutos podridos. La solución no puede pasar por la denuncia de delincuencia organizada contra exfuncionarios o por la desaparición de fideicomisos, sino por su reencauzamiento. Y esa oportunidad la ha perdido el gobierno de López Obrador, que ahora está en manos de lo que decida hacer Gertz Manero que, en palabras de funcionarios de la Fiscalía, buscará reencauzar el procedimiento contra los científicos.

Tal vez no era delincuencia organizada, sino peculado, dirán. Parece lo mismo, pero no lo es. Y las consecuencias procesales tampoco son las mismas. La FGR ha perdido las formas: porque Lozoya sigue en casa y porque 31 personas sí son investigadas y acusadas exhaustivamente (casi con saña). Gertz ha perdido las formas y la brújula. Y la 4T camina de su mano.

Treinta y un personas que desarrollan sus actividades en proyectos de investigación, algunos de ellos científicos, fueron acusados por la Fiscalía General de la República (FGR) por el delito de delincuencia organizada. La institución que dirige Gertz Manero sostiene que recibieron dinero indebido de parte del Conacyt.

No sabemos si la acusación de la FGR se pueda probar, aunque lo cierto es que el asunto de fondo ya quedó rebasado por la percepción de que la fiscalía está acechando a 31 científicos. El round mediático lo ha perdido la FGR de Gertz Manero y el gobierno de la 4T (porque todo se deriva de una investigación al interior del Conacyt). Razones sobran para considerar que se trata de un acecho y no de una investigación rigurosa. El trabajo de la Fiscalía en los tres años del gobierno de AMLO ha sido desastroso, sin resultados evidentes y, en el caso concreto, se puede sumar el desafortunado desempeño de la directora de Conacyt, confrontada con la comunidad científica del país.

En los hechos, la fiscalía de Gertz no acompaña el discurso anticorrupción del gobierno de López Obrador. Es una fiscalía que ha sido el obstáculo más grande para el inicio de procesos criminales en contra de “peces gordos”. Todo es mediático para la fiscalía que debería acusar con pruebas, no con desplegados. El espectáculo montado a partir de la repatriación de Emilio Lozoya es el ejemplo más importante de que la institución que dirige Gertz es selectiva en la persecución e investigación de los delitos. La percepción ciudadana es que si Lozoya está en su casa y otras acusaciones contra científicos sí son iniciadas y continuadas, es porque la fiscalía está actuando como la mafia del poder que tanto criticó AMLO durante las últimas tres elecciones presidenciales.

A eso se suma una cuestión que parecería menor, pero que termina siendo en este contexto: el reconocimiento de Gertz como Investigador nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Había sido rechazado por insuficiencia investigadora durante once años, pero hace unos meses el Conacyt lo reconoció como investigador con el nivel más alto dentro del SNI. No solo entró, sino lo hizo por la puerta grande. ¿Nadie pensó en las consecuencias de ese reconocimiento? ¿Tenía un resentimiento contra Cabrero y buena parte del personal del Conacyt acusado de delincuencia organizada, por haberlo rechazado durante los años que Cabrero dirigió el Conacyt? No se puede descartar, pero lo que queda claro es que tanto la fiscalía como el Conacyt son instituciones que están podridas. La inclusión de Gertz como investigador en el nivel más alto del SNI, la acusación mediática contra 31 exfuncionarios, la cruzada de la directora del Conacyt contra la ciencia “neoliberal”, así como el recorte y desaparición de cientos de fideicomisos de investigación, dejan a la ciencia mexicana por los suelos.

Que hubiera irregularidades en fideicomisos y en proyectos científicos era algo que se podía esperar, pero la forma en la que la 4T decidió abordar la cuestión resulta ser una apuesta por talar los árboles en lugar de distinguir los frutos podridos. La solución no puede pasar por la denuncia de delincuencia organizada contra exfuncionarios o por la desaparición de fideicomisos, sino por su reencauzamiento. Y esa oportunidad la ha perdido el gobierno de López Obrador, que ahora está en manos de lo que decida hacer Gertz Manero que, en palabras de funcionarios de la Fiscalía, buscará reencauzar el procedimiento contra los científicos.

Tal vez no era delincuencia organizada, sino peculado, dirán. Parece lo mismo, pero no lo es. Y las consecuencias procesales tampoco son las mismas. La FGR ha perdido las formas: porque Lozoya sigue en casa y porque 31 personas sí son investigadas y acusadas exhaustivamente (casi con saña). Gertz ha perdido las formas y la brújula. Y la 4T camina de su mano.

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