/ martes 12 de marzo de 2019

Mensajes

Ser claridoso en sus expresiones ha resultado ser una de las mayores fortalezas del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Los mensajes directos y sin revoloteos a los que recurre durante sus conferencias de prensa mañaneras o en los eventos masivos al interior del país, han sido factor determinante para mejorar su posicionamiento y elevar su nivel de aceptación.

El domingo pasado en Puebla, justo en la víspera de rendir su informe por sus primeros 100 días de gobierno, dio una clara muestra de ello con al menos un par de pronunciamientos, relacionados con la elección por la gubernatura local, en la que Morena, por cierto, tiene amplias posibilidades de ganar.

Por un lado, sin mencionarlos, hizo un rotundo deslinde respecto a posible simpatía o adhesión que pudiera tener a favor de alguno de los precandidatos morenistas Nancy de la Sierra, Alejandro Armenta y Miguel Barbosa.

Recuérdese que durante esta misma semana Morena aplicará la encuesta mediante la cual habrá de definir quién será su abanderado, de tal forma que tras una rasposa disputa, el proceso interno está ahora en su mayor ebullición.

“Que nadie se atreva a usar mi nombre para conseguir una posición política”, dijo.

Y aún más enfático, advirtió que ni él ni su gobierno tiene candidato (para la gubernatura) y hasta calificó de “barberos” a lo que andan detrás de él con ese propósito.

A ellos los acusó de simular que les importa el pueblo, “la gente ya los tiene identificados”.

“Nada de que quítate tú porque quiero yo”, agregó en su mensaje de desmarque, tan claro y contundente que el aludido debió haber sentido un frío cadavérico.


En ese mismo contexto fue que mencionó por otra parte que los próximos comicios serán una oportunidad para demostrar que se puede hacer valer la democracia y pidió a los poblanos hacer su parte para que las elecciones sean limpias y libres.

Al respecto señaló que el fraude electoral ya es un delito grave, lo que significa que en estas elecciones el que cometa un delito electoral irá a la cárcel, sin derecho a fianza, aunque en realidad, valga la acotación, esa tipificación sólo procede por ahora para quienes utilicen los programas sociales.

En otra vertiente, sabedor que en Puebla prevalece una alta desafección política, derivada del ambiente belicoso de la pasada elección, López Obrador aprovechó la oportunidad para lanzar un mensaje de paz.

Dicen las crónicas que el Presidente “lanzó un mensaje de reconciliación nacional desde Puebla, al llamar a dejar atrás el odio, el rencor y anteponer el amor a la familia y al prójimo”.

Es evidente que la elección del próximo 2 de junio es de alta prioridad para el gobierno de AMLO. Baste decir que Puebla es la cuarta entidad en importancia del país y ganar esta plaza significaría dominar prácticamente todo el centro y sureste del país.

Y desde luego que por esa misma razón, AMLO es el principal interesado en que su partido muestre al candidato mejor calificado y en cuidar que no exista indicio de injerencia en el proceso electoral.

Por las dudas, también se pronunció al respecto al anunciar que no volverá a Puebla hasta después de las elecciones, salvo que hubiera una emergencia que requiriera su presencia, con lo cual desea evitar todo tipo de cuestionamientos de los demás adversarios políticos.

Así pues, sin formalismos tan propios de la investidura presidencial, AMLO deja más que claro el fondo de sus líneas discursivas y nos viene a decir que en ningún modo meterá la mano en los comicios en marcha, aunque ciertamente le interese, y mucho, ganar.

Como tampoco lo hará, por cierto, el gobernador interino Guillermo Pacheco Pulido, quien dicho sea de paso, fue reconocido en el mismo evento dominical por haber logrado la conciliación entre los diversos sectores de la sociedad poblana, lo que abona inmensamente en el propósito de generar el mejor clima para la venidera jornada electoral.

De los 100 días ya hablaremos después.

Ser claridoso en sus expresiones ha resultado ser una de las mayores fortalezas del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Los mensajes directos y sin revoloteos a los que recurre durante sus conferencias de prensa mañaneras o en los eventos masivos al interior del país, han sido factor determinante para mejorar su posicionamiento y elevar su nivel de aceptación.

El domingo pasado en Puebla, justo en la víspera de rendir su informe por sus primeros 100 días de gobierno, dio una clara muestra de ello con al menos un par de pronunciamientos, relacionados con la elección por la gubernatura local, en la que Morena, por cierto, tiene amplias posibilidades de ganar.

Por un lado, sin mencionarlos, hizo un rotundo deslinde respecto a posible simpatía o adhesión que pudiera tener a favor de alguno de los precandidatos morenistas Nancy de la Sierra, Alejandro Armenta y Miguel Barbosa.

Recuérdese que durante esta misma semana Morena aplicará la encuesta mediante la cual habrá de definir quién será su abanderado, de tal forma que tras una rasposa disputa, el proceso interno está ahora en su mayor ebullición.

“Que nadie se atreva a usar mi nombre para conseguir una posición política”, dijo.

Y aún más enfático, advirtió que ni él ni su gobierno tiene candidato (para la gubernatura) y hasta calificó de “barberos” a lo que andan detrás de él con ese propósito.

A ellos los acusó de simular que les importa el pueblo, “la gente ya los tiene identificados”.

“Nada de que quítate tú porque quiero yo”, agregó en su mensaje de desmarque, tan claro y contundente que el aludido debió haber sentido un frío cadavérico.


En ese mismo contexto fue que mencionó por otra parte que los próximos comicios serán una oportunidad para demostrar que se puede hacer valer la democracia y pidió a los poblanos hacer su parte para que las elecciones sean limpias y libres.

Al respecto señaló que el fraude electoral ya es un delito grave, lo que significa que en estas elecciones el que cometa un delito electoral irá a la cárcel, sin derecho a fianza, aunque en realidad, valga la acotación, esa tipificación sólo procede por ahora para quienes utilicen los programas sociales.

En otra vertiente, sabedor que en Puebla prevalece una alta desafección política, derivada del ambiente belicoso de la pasada elección, López Obrador aprovechó la oportunidad para lanzar un mensaje de paz.

Dicen las crónicas que el Presidente “lanzó un mensaje de reconciliación nacional desde Puebla, al llamar a dejar atrás el odio, el rencor y anteponer el amor a la familia y al prójimo”.

Es evidente que la elección del próximo 2 de junio es de alta prioridad para el gobierno de AMLO. Baste decir que Puebla es la cuarta entidad en importancia del país y ganar esta plaza significaría dominar prácticamente todo el centro y sureste del país.

Y desde luego que por esa misma razón, AMLO es el principal interesado en que su partido muestre al candidato mejor calificado y en cuidar que no exista indicio de injerencia en el proceso electoral.

Por las dudas, también se pronunció al respecto al anunciar que no volverá a Puebla hasta después de las elecciones, salvo que hubiera una emergencia que requiriera su presencia, con lo cual desea evitar todo tipo de cuestionamientos de los demás adversarios políticos.

Así pues, sin formalismos tan propios de la investidura presidencial, AMLO deja más que claro el fondo de sus líneas discursivas y nos viene a decir que en ningún modo meterá la mano en los comicios en marcha, aunque ciertamente le interese, y mucho, ganar.

Como tampoco lo hará, por cierto, el gobernador interino Guillermo Pacheco Pulido, quien dicho sea de paso, fue reconocido en el mismo evento dominical por haber logrado la conciliación entre los diversos sectores de la sociedad poblana, lo que abona inmensamente en el propósito de generar el mejor clima para la venidera jornada electoral.

De los 100 días ya hablaremos después.