/ martes 13 de agosto de 2024

México en la Transición Energética Global

La transición energética global es un tema crucial en la agenda internacional, y México, con su riqueza en recursos naturales y ubicación estratégica, tiene el potencial de ser un actor clave. Sin embargo, es esencial implementar políticas claras y coherentes que impulsen las energías renovables, enfrentando los desafíos económicos, políticos y sociales que esto conlleva.

El desequilibrio ambiental y la contaminación han llegado a niveles críticos, impulsando acuerdos internacionales para reducir el uso de combustibles fósiles. En México, la Reforma Energética iniciada en 2013 enfrenta desafíos significativos, especialmente para Pemex, que hoy es la petrolera más endeudada del mundo con una deuda de 100 mil millones de dólares. Este panorama global cambiante ha reducido la capacidad de Pemex para generar recursos para el país como antes lo hacía. Actualmente, el petróleo contribuye solo con un 4.8% al PIB, y aunque se tiene esperanza en la refinería Dos Bocas, los ingresos petroleros han disminuido.

En los últimos años, México ha avanzado en energías renovables. La capacidad instalada de energías limpias ha crecido, con la energía eólica y solar liderando el camino. El país posee vastos recursos eólicos en el Istmo de Tehuantepec y una radiación solar excepcional en el norte, lo que lo posiciona favorablemente para la generación de energía limpia. La Ley de Transición Energética busca alcanzar un 35% de generación de electricidad, aunque la implementación ha sido lenta.

La transición hacia energías renovables no solo responde al cambio climático, sino que también es una oportunidad para el desarrollo económico. México podría atraer inversiones millonarias, generando empleos y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles importados, fortaleciendo así la seguridad energética del país. A largo plazo, esto podría traducirse en precios de energía más bajos y un entorno más competitivo para las industrias nacionales.

Para aprovechar estas oportunidades, México necesita realizar cambios estructurales en el marco regulatorio del sector energético. La "Reforma Energética 2.0" podría ser clave, sin embargo, esta reforma presenta riesgos, como la incertidumbre entre inversionistas si las nuevas políticas no son claras o si se percibe una falta de compromiso con las energías renovables. Además, la transición hacia un modelo energético más limpio podría enfrentar resistencia de grupos que se benefician del sistema actual.

Desde una perspectiva social, una reforma de esta magnitud debe considerar los impactos en las comunidades locales, especialmente en aquellas que dependen de la industria de combustibles fósiles. Cualquier cambio en la política energética debe acompañarse de programas de transición justa que aseguren que nadie se quede atrás en este proceso.

México puede convertirse en un líder en la transición energética global, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático y promoviendo su propio desarrollo económico. Pero para lograrlo, es esencial implementar políticas coherentes y visionarias que promuevan las energías renovables y aborden los desafíos que esto implica. La "Reforma Energética 2.0" puede ser una herramienta poderosa, pero su éxito dependerá de la capacidad del país para equilibrar las oportunidades económicas con los desafíos políticos y sociales. Solo así, México podrá aprovechar su potencial en la transición energética global y construir un futuro sostenible para todos.

“Cuando las mujeres Lideran, ganamos todos”. Edhalí


La transición energética global es un tema crucial en la agenda internacional, y México, con su riqueza en recursos naturales y ubicación estratégica, tiene el potencial de ser un actor clave. Sin embargo, es esencial implementar políticas claras y coherentes que impulsen las energías renovables, enfrentando los desafíos económicos, políticos y sociales que esto conlleva.

El desequilibrio ambiental y la contaminación han llegado a niveles críticos, impulsando acuerdos internacionales para reducir el uso de combustibles fósiles. En México, la Reforma Energética iniciada en 2013 enfrenta desafíos significativos, especialmente para Pemex, que hoy es la petrolera más endeudada del mundo con una deuda de 100 mil millones de dólares. Este panorama global cambiante ha reducido la capacidad de Pemex para generar recursos para el país como antes lo hacía. Actualmente, el petróleo contribuye solo con un 4.8% al PIB, y aunque se tiene esperanza en la refinería Dos Bocas, los ingresos petroleros han disminuido.

En los últimos años, México ha avanzado en energías renovables. La capacidad instalada de energías limpias ha crecido, con la energía eólica y solar liderando el camino. El país posee vastos recursos eólicos en el Istmo de Tehuantepec y una radiación solar excepcional en el norte, lo que lo posiciona favorablemente para la generación de energía limpia. La Ley de Transición Energética busca alcanzar un 35% de generación de electricidad, aunque la implementación ha sido lenta.

La transición hacia energías renovables no solo responde al cambio climático, sino que también es una oportunidad para el desarrollo económico. México podría atraer inversiones millonarias, generando empleos y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles importados, fortaleciendo así la seguridad energética del país. A largo plazo, esto podría traducirse en precios de energía más bajos y un entorno más competitivo para las industrias nacionales.

Para aprovechar estas oportunidades, México necesita realizar cambios estructurales en el marco regulatorio del sector energético. La "Reforma Energética 2.0" podría ser clave, sin embargo, esta reforma presenta riesgos, como la incertidumbre entre inversionistas si las nuevas políticas no son claras o si se percibe una falta de compromiso con las energías renovables. Además, la transición hacia un modelo energético más limpio podría enfrentar resistencia de grupos que se benefician del sistema actual.

Desde una perspectiva social, una reforma de esta magnitud debe considerar los impactos en las comunidades locales, especialmente en aquellas que dependen de la industria de combustibles fósiles. Cualquier cambio en la política energética debe acompañarse de programas de transición justa que aseguren que nadie se quede atrás en este proceso.

México puede convertirse en un líder en la transición energética global, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático y promoviendo su propio desarrollo económico. Pero para lograrlo, es esencial implementar políticas coherentes y visionarias que promuevan las energías renovables y aborden los desafíos que esto implica. La "Reforma Energética 2.0" puede ser una herramienta poderosa, pero su éxito dependerá de la capacidad del país para equilibrar las oportunidades económicas con los desafíos políticos y sociales. Solo así, México podrá aprovechar su potencial en la transición energética global y construir un futuro sostenible para todos.

“Cuando las mujeres Lideran, ganamos todos”. Edhalí