/ viernes 22 de enero de 2021

Mi forma de ayudar

Esto parece incontrolable. Sólo en el pasado fin de semana tuvimos en Puebla 849 nuevos contagios y 116 defunciones, y la ocupación hospitalaria llegó al 77% de su capacidad. En las últimas 72 horas, se suman 250 casos positivos y 47 fallecimientos. Y no es que exista un repunte. La realidad es que siempre, desde el inicio de la pandemia con nosotros, en marzo del año pasado, hemos venido ascendiendo en contagios y nunca hemos “aplanado la curva”. Ahora mismo estamos sufriendo las consecuencias de los descuidos de la población en las posadas, la Navidad y las fiestas de fin de año y Reyes. Además, y esto es humanamente entendible, no toda la población puede quedarse en casa, la gran mayoría tiene que seguir trabajando para vivir y atender a su familia, lo que complica la situación.

Estas circunstancias dolorosas me llevan a compartirles algunas ideas de espiritualidad, tendientes a lograr la sanación personal y fortificar nuestro sistema inmunológico espiritual, con el propósito de coadyuvar a atemperar este sufrimiento, buscar el alivio en los que están contagiados y la paz en los que se encuentran sanos.

1) Perdonar y perdonarse. Hay que perdonar a los que nos hicieron mal y también a nosotros mismos por el mal que hayamos hecho; hacerlo con una verdadera actitud de perdón y arrepentimiento. Esto origina un vector de equilibrio y su influencia es de carácter expansivo, trayéndonos paz a nuestra alma.

2) Ayunar. El ayuno es uno de los métodos curativos más antiguos y uno de los mejores remedios para los dolores de cualquier origen. Este proceder recarga de energía al organismo, acelerando la curación y eliminando los residuos acumulados. Existen varios métodos para hacer ayuno y cada uno debe buscar lo que más acomode a su edad y circunstancias.

3) Visualizar la curación y la salud de cada órgano del cuerpo. El pensamiento es una onda que transporta energía e información. La visualización crea imágenes que el cerebro interpreta como reales; entre más intenso sea la imagen o representación, más intenso será el efecto. Este ejercicio tiene el poder de eliminar la programación nociva y regenerar los tejidos.

4) Profundizar la respiración. La respiración es esencial y está ligada directamente a la vida y a la muerte; es lo primero que hacemos al nacer y lo último que haremos al morir. En ese entendido, debemos controlar nuestro espíritu con nuestra respiración, y para curar enfermedades y alejar la tristeza, los sufrimientos y la ansiedad, lo mejor es concentrarse en la respiración; así entramos en calma. Para ello es necesario realizar una respiración muy larga y profunda, sin cortarla antes de la aspiración. Si nos concentramos de esta manera, nuestro cerebro se vuelve fresco, la circulación de la sangre y la energía se renuevan, el intercambio gaseoso en los pulmones es activado, la tos se calma, se mitiga el dolor y los síntomas mórbidos desaparecen.

5) Calmar la mente y pensar en positivo. El control mental es un mecanismo esencial en todo proceso curativo; es fundamental para una correcta adaptación a las circunstancias y para elaborar una respuesta adecuada. Si desarrollamos la concentración y adquirimos el hábito de la observación en nuestro interior aparece la sabiduría, fuente de energía e información.

6) Aceptar. Es fundamental, todo viene de DIOS o ÉL lo permite. En la oración del Padre Nuestro rezamos “Hágase Tú voluntad y no la nuestra”. Lo que nos toca vivir debemos tomarlo como una posibilidad de transformación y aprendizaje.

7) Bendecir. La bendición a todo y a todos es una oración constante.

8) Agradecer. Es un acto armonioso y expansivo que surge del corazón e incide sobre la química corporal y los campos electromagnéticos a nuestro alrededor. Es el mejor remedio para los apegos y las mezquindades.

9) Practicar la oración y la meditación.

CÚIDATE PUEBLA.

Esto parece incontrolable. Sólo en el pasado fin de semana tuvimos en Puebla 849 nuevos contagios y 116 defunciones, y la ocupación hospitalaria llegó al 77% de su capacidad. En las últimas 72 horas, se suman 250 casos positivos y 47 fallecimientos. Y no es que exista un repunte. La realidad es que siempre, desde el inicio de la pandemia con nosotros, en marzo del año pasado, hemos venido ascendiendo en contagios y nunca hemos “aplanado la curva”. Ahora mismo estamos sufriendo las consecuencias de los descuidos de la población en las posadas, la Navidad y las fiestas de fin de año y Reyes. Además, y esto es humanamente entendible, no toda la población puede quedarse en casa, la gran mayoría tiene que seguir trabajando para vivir y atender a su familia, lo que complica la situación.

Estas circunstancias dolorosas me llevan a compartirles algunas ideas de espiritualidad, tendientes a lograr la sanación personal y fortificar nuestro sistema inmunológico espiritual, con el propósito de coadyuvar a atemperar este sufrimiento, buscar el alivio en los que están contagiados y la paz en los que se encuentran sanos.

1) Perdonar y perdonarse. Hay que perdonar a los que nos hicieron mal y también a nosotros mismos por el mal que hayamos hecho; hacerlo con una verdadera actitud de perdón y arrepentimiento. Esto origina un vector de equilibrio y su influencia es de carácter expansivo, trayéndonos paz a nuestra alma.

2) Ayunar. El ayuno es uno de los métodos curativos más antiguos y uno de los mejores remedios para los dolores de cualquier origen. Este proceder recarga de energía al organismo, acelerando la curación y eliminando los residuos acumulados. Existen varios métodos para hacer ayuno y cada uno debe buscar lo que más acomode a su edad y circunstancias.

3) Visualizar la curación y la salud de cada órgano del cuerpo. El pensamiento es una onda que transporta energía e información. La visualización crea imágenes que el cerebro interpreta como reales; entre más intenso sea la imagen o representación, más intenso será el efecto. Este ejercicio tiene el poder de eliminar la programación nociva y regenerar los tejidos.

4) Profundizar la respiración. La respiración es esencial y está ligada directamente a la vida y a la muerte; es lo primero que hacemos al nacer y lo último que haremos al morir. En ese entendido, debemos controlar nuestro espíritu con nuestra respiración, y para curar enfermedades y alejar la tristeza, los sufrimientos y la ansiedad, lo mejor es concentrarse en la respiración; así entramos en calma. Para ello es necesario realizar una respiración muy larga y profunda, sin cortarla antes de la aspiración. Si nos concentramos de esta manera, nuestro cerebro se vuelve fresco, la circulación de la sangre y la energía se renuevan, el intercambio gaseoso en los pulmones es activado, la tos se calma, se mitiga el dolor y los síntomas mórbidos desaparecen.

5) Calmar la mente y pensar en positivo. El control mental es un mecanismo esencial en todo proceso curativo; es fundamental para una correcta adaptación a las circunstancias y para elaborar una respuesta adecuada. Si desarrollamos la concentración y adquirimos el hábito de la observación en nuestro interior aparece la sabiduría, fuente de energía e información.

6) Aceptar. Es fundamental, todo viene de DIOS o ÉL lo permite. En la oración del Padre Nuestro rezamos “Hágase Tú voluntad y no la nuestra”. Lo que nos toca vivir debemos tomarlo como una posibilidad de transformación y aprendizaje.

7) Bendecir. La bendición a todo y a todos es una oración constante.

8) Agradecer. Es un acto armonioso y expansivo que surge del corazón e incide sobre la química corporal y los campos electromagnéticos a nuestro alrededor. Es el mejor remedio para los apegos y las mezquindades.

9) Practicar la oración y la meditación.

CÚIDATE PUEBLA.