/ sábado 8 de mayo de 2021

Millones de mexicanos son culpables de la tragedia de la L-12

Literalmente la corrupción mata, pero desgraciadamente esta es parte integral de la idiosincrasia mexicana, situación que cada vez es más patente y cuyos esfuerzos para limitar el problema son una mera simulación que resulta ofensiva, más cuando vemos que hay personas inocentes que ven segada su existencia de forma violenta.

Pienso ahora en las personas que iban a bordo del metro, saliendo del trabajo, yendo a ver a la pareja o atendiendo algún llamado importante, con todos los riesgos que implica viajar colectivamente por la pandemia.

El metro es muy práctico y hasta folclórico, pero indudablemente puede resultar incómodo. Inclusive en los tiempos en los que no había covid-19, los apretones y tumultos, el ruido estridente de los bocineros y hasta la delincuencia hacían de esos trayectos algo difícil, pero nunca al grado de temer por la vida.

Hoy que estamos en campaña, debemos reflexionar acerca de lo que quiere verdaderamente la gran mayoría de los políticos en este país: ¿Ayudar al pueblo? ¿Luchar por la justicia? Desde luego que no, pero desgraciadamente este discurso tan anquilosado y falaz sigue siendo muy eficiente, por eso se usa y se usará.

Es obvio que lo que se busca es el poder para enriquecerse, para lo cual hay un método muy eficaz: hacer obra pública y cobrarla a precio sobrevaluado. Esta práctica fue muy común y se aplicaba el “diezmo”, es decir, el 10% del monto de la obra era para el que la asignaba, como es el caso de un presidente municipal o gobernador, lo cual estaba mal, pero aun así era una pequeña parte y había construcciones medianamente buenas, como las primeras líneas del Metro y las también primeras unidades habitacionales del Infonavit.

El gran problema fue que ese monto fue subiendo a grados totalmente cínicos y escandalosos, como lo que pasó en Puebla, cuando Moreno Valle construyó ciclopistas a $35 millones por km. o el Museo Internacional de Barroco que costó 8 mil millones de pesos. Eso fue un abuso abismalmente grotesco, además de que las obras son un claro espejismo. Esta situación no es privativa de nuestra entidad, sino de otros estados y municipios.

También podría mencionar los miles de millones de dólares que costó salvar a los bancos mediante el Fobaproa, aprobado por el PRI y el PAN, y que pagaremos durante 3 generaciones, para todavía tener que pagar comisiones carísimas a esas instituciones financieras. El problema es que la corrupción se da a todos los niveles, desde el empleado público de menor nivel que pide un billete de 50 pesos para cumplir una obligación tan simple como escribir un oficio, hasta los millones que se piden mediante los “moches” por parte de algunos legisladores.

Hablando desde el punto de vista legal, evidentemente la responsabilidad penal es para quien aprobó y construyó la Línea 12, es decir, todo un cúmulo de funcionarios y empresas que pueden llegar al primer nivel, específicamente a Marcelo Ebrard, recordando que en ese entonces el presidente López Obrador no tenía cargo público

Pero hablando desde un punto de vista social, una buena parte de los mexicanos ha propiciado esta situación: no teniendo una participación activa y responsable respecto a los asuntos de la vida pública; promoviendo en sus vidas personales y personales la corrupción; emitir su voto simplemente por una limosna que recibirán el día de la jornada electoral; o dar mucha importancia a aspectos no prioritarios respecto a los que sí lo son, como por ejemplo, en la Cdmx hay muchos candidatos que hablan de cuidado animal, pero no he escuchado a nadie que mencione a la red de agua potable, la cual está cerca de colapsar, y cuando esto suceda habrá un problema magnánimo, no solo por el costo de la tubería, sino por el caos que implicará hacer la obra.

Como ha sucedido con la pandemia, la caída de los vagones servirá como arma para quienes están buscando un cargo público, como los diputados panistas que se fueron a parar al sitio del accidente, mostrando una ambición que no respeta el luto.

Me gustaría ver un castigo ejemplar para quienes resulten responsables de este accidente, y conjugo el verbo gustar en modo condicional porque creo que esto quedará en un simple deseo.

Infortunadamente estamos en el país donde la impunidad reina y esto pasará, así como las grandes atrocidades que han cometido personajes públicos, mientras que la gente se conformará, en buena medida, con una despensa el día de las elecciones y seguirá emitiendo estérilmente sus quejas en la red, mientras que la corrupción seguirá siendo la directriz que motiva a muchos a entrar a la política. No veo por dónde esté la solución, pero creo que es más honesto a decir que habrá un verdadero cambio si llega tal o cual partido. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Literalmente la corrupción mata, pero desgraciadamente esta es parte integral de la idiosincrasia mexicana, situación que cada vez es más patente y cuyos esfuerzos para limitar el problema son una mera simulación que resulta ofensiva, más cuando vemos que hay personas inocentes que ven segada su existencia de forma violenta.

Pienso ahora en las personas que iban a bordo del metro, saliendo del trabajo, yendo a ver a la pareja o atendiendo algún llamado importante, con todos los riesgos que implica viajar colectivamente por la pandemia.

El metro es muy práctico y hasta folclórico, pero indudablemente puede resultar incómodo. Inclusive en los tiempos en los que no había covid-19, los apretones y tumultos, el ruido estridente de los bocineros y hasta la delincuencia hacían de esos trayectos algo difícil, pero nunca al grado de temer por la vida.

Hoy que estamos en campaña, debemos reflexionar acerca de lo que quiere verdaderamente la gran mayoría de los políticos en este país: ¿Ayudar al pueblo? ¿Luchar por la justicia? Desde luego que no, pero desgraciadamente este discurso tan anquilosado y falaz sigue siendo muy eficiente, por eso se usa y se usará.

Es obvio que lo que se busca es el poder para enriquecerse, para lo cual hay un método muy eficaz: hacer obra pública y cobrarla a precio sobrevaluado. Esta práctica fue muy común y se aplicaba el “diezmo”, es decir, el 10% del monto de la obra era para el que la asignaba, como es el caso de un presidente municipal o gobernador, lo cual estaba mal, pero aun así era una pequeña parte y había construcciones medianamente buenas, como las primeras líneas del Metro y las también primeras unidades habitacionales del Infonavit.

El gran problema fue que ese monto fue subiendo a grados totalmente cínicos y escandalosos, como lo que pasó en Puebla, cuando Moreno Valle construyó ciclopistas a $35 millones por km. o el Museo Internacional de Barroco que costó 8 mil millones de pesos. Eso fue un abuso abismalmente grotesco, además de que las obras son un claro espejismo. Esta situación no es privativa de nuestra entidad, sino de otros estados y municipios.

También podría mencionar los miles de millones de dólares que costó salvar a los bancos mediante el Fobaproa, aprobado por el PRI y el PAN, y que pagaremos durante 3 generaciones, para todavía tener que pagar comisiones carísimas a esas instituciones financieras. El problema es que la corrupción se da a todos los niveles, desde el empleado público de menor nivel que pide un billete de 50 pesos para cumplir una obligación tan simple como escribir un oficio, hasta los millones que se piden mediante los “moches” por parte de algunos legisladores.

Hablando desde el punto de vista legal, evidentemente la responsabilidad penal es para quien aprobó y construyó la Línea 12, es decir, todo un cúmulo de funcionarios y empresas que pueden llegar al primer nivel, específicamente a Marcelo Ebrard, recordando que en ese entonces el presidente López Obrador no tenía cargo público

Pero hablando desde un punto de vista social, una buena parte de los mexicanos ha propiciado esta situación: no teniendo una participación activa y responsable respecto a los asuntos de la vida pública; promoviendo en sus vidas personales y personales la corrupción; emitir su voto simplemente por una limosna que recibirán el día de la jornada electoral; o dar mucha importancia a aspectos no prioritarios respecto a los que sí lo son, como por ejemplo, en la Cdmx hay muchos candidatos que hablan de cuidado animal, pero no he escuchado a nadie que mencione a la red de agua potable, la cual está cerca de colapsar, y cuando esto suceda habrá un problema magnánimo, no solo por el costo de la tubería, sino por el caos que implicará hacer la obra.

Como ha sucedido con la pandemia, la caída de los vagones servirá como arma para quienes están buscando un cargo público, como los diputados panistas que se fueron a parar al sitio del accidente, mostrando una ambición que no respeta el luto.

Me gustaría ver un castigo ejemplar para quienes resulten responsables de este accidente, y conjugo el verbo gustar en modo condicional porque creo que esto quedará en un simple deseo.

Infortunadamente estamos en el país donde la impunidad reina y esto pasará, así como las grandes atrocidades que han cometido personajes públicos, mientras que la gente se conformará, en buena medida, con una despensa el día de las elecciones y seguirá emitiendo estérilmente sus quejas en la red, mientras que la corrupción seguirá siendo la directriz que motiva a muchos a entrar a la política. No veo por dónde esté la solución, pero creo que es más honesto a decir que habrá un verdadero cambio si llega tal o cual partido. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.