/ viernes 18 de diciembre de 2020

Moctezuma no vendrá a Puebla

La crisis binacional México-Estados Unidos atraviesa por una nueva fase, la designación, aún sin el beneplácito, del futuro embajador.

La primera fue la ocurrencia de modificar la Ley de Seguridad Nacional para que, según el presidente Andrés Manuel López Obrador, las agencias de Inteligencia extranjeras que operan en México, le maquilen el trabajo de Inteligencia al interior del país, a través de sus reportes.

La segunda fase pasó por la representación diplomática en la que se dio parte de la guerra entre los servicios de Inteligencia estadounidenses y la Secretaría de la Defensa Nacional de México, con una cabeza servida en la charola. Esa fue la de Martha Bárcena, quien informó el lunes 14 de diciembre, que “en los próximos meses” se jubilará tras 43 años en el Servicio Exterior Mexicano y culmina su actividad diplomática en una de las posiciones estratégicas, la Embajada en los Estados Unidos.

Una más fue la decisión presidencial de anunciar que su propuesta para la embajada mexicana en Washington es el aún secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán.

Este tipo de designaciones tienen que pasar por el beneplácito del gobierno estadunidense, que está en un proceso de transición, porque a Donald Trump le quedan apenas 33 días en la presidencia y la propuesta debe ser aprobada por el Senado mexicano, ninguno de los dos requisitos se ha cumplido.

En cuanto a la segunda fase vale la pena preguntar ¿qué culpa tuvo la esposa de Agustín Gutiérrez Canet? ¿falta de reflejos y determinación para emprender una defensa veloz, mediatizada y sólida a favor de un militar de máximo rango? ¿no haber avisado a la Sedena de lo que pudiera saber? ¿tener contactos deficientes con la DEA y la NSA para no identificar el riesgo?

Expertos en el tema apuntan que Bárcena, quien además es tía de la esposa del presidente López Obrador, tuvo dos problemas externos con el conflicto Cienfuegos y uno más en casa, éste último determinante para su salida:

Primero, que sus contactos con la DEA y la NSA no son ni remotamente sólidos como para haber recibido el “pitazo” de lo que venía sobre el militar.

Segundo, que se subordinó a lo que le dijeron en México que debía decir, sin una actitud proactiva.

Bárcena quedó mal con todos, los militares no la ven como un aliado sino como una burócrata; López Obrador trató a su “tía política” como novata; Ebrard operó a distancia; la DEA y la NSA no le hicieron el menor caso.

Pero el problema decisivo se cocinó en México, no en los pasillos del Departamento de Estado o en las oficinas de Inteligencia en Washington, D.C.

Enemistados por décadas, Agustín Gutiérrez Canet eligió un pésimo momento para pegarle al Canciller por el nombramiento de Luz Elena Baños como embajadora eminente. En cuanto medio de comunicación pudo, el embajador en retiro se le lanzó a Ebrard por ese intento de nombramiento.

En lo local, Marcelo Ebrard le ganó a Agustín Gutiérrez Canet, quien apostó su resto por Porfirio Muñoz Ledo en la presidencia de Morena y ganó Mario Delgado.

Gutiérrez Canet fue colaborativo con Carlos Salinas de Gortari expresidente, cuando era embajador en Dublín. Y Ebrard tiene memoria.

El matrimonio Gutiérrez Canet-Bárcena se equivocó de plano. Ebrard no es Luis Videgaray, quien “llegó a aprender” a Tlatelolco.

Ahora le tocará a Moctezuma Barragán representar a México en Estados Unidos en medio de una relación tensa entre los presidentes López Obrador y, a partir del 20 de enero, Joe Biden.

Su experiencia en la administración pública y como presidente de la Fundación Azteca no serán suficientes para construir un puente sólido de comunicación con la nueva administración del vecino país y menos salvar la crisis en la que están inmersos ambos gobiernos.

Esteban Moctezuma se rehusó a trasladar sus oficinas a Puebla y ahora irá a Washington, con un jefe exigente como Marcelo Ebrard, para atender las ocurrencias que salen de Los Pinos.

De las anécdotas que se cuentan

Fue en los primeros meses de 2019, cuando el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, llegó un sábado a Puebla para arrancar el proceso de traslado de su dependencia a la entidad, como anunció el presidente López Obrador al arrancar su sexenio.

Nunca se mostró cómodo y adelantó que ese cambio no se llevaría a cabo en ese año, prometió que sería en 2020, que está a punto de terminar y nunca hizo nada para lograrlo.

Moctezuma Barragán finalmente consiguió no trasladar su domicilio a Puebla y se va a Washington, más que como premio como un descarte para la sucesión presidencial.

Esta es la columna con la que el reportero termina el año. Mi deseo que 2021 traiga mucha salud y un cambio radical de este 2020, el Año de la Pandemia, y que la Navidad nos genere esperanza y paz. Abrazos.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto

La crisis binacional México-Estados Unidos atraviesa por una nueva fase, la designación, aún sin el beneplácito, del futuro embajador.

La primera fue la ocurrencia de modificar la Ley de Seguridad Nacional para que, según el presidente Andrés Manuel López Obrador, las agencias de Inteligencia extranjeras que operan en México, le maquilen el trabajo de Inteligencia al interior del país, a través de sus reportes.

La segunda fase pasó por la representación diplomática en la que se dio parte de la guerra entre los servicios de Inteligencia estadounidenses y la Secretaría de la Defensa Nacional de México, con una cabeza servida en la charola. Esa fue la de Martha Bárcena, quien informó el lunes 14 de diciembre, que “en los próximos meses” se jubilará tras 43 años en el Servicio Exterior Mexicano y culmina su actividad diplomática en una de las posiciones estratégicas, la Embajada en los Estados Unidos.

Una más fue la decisión presidencial de anunciar que su propuesta para la embajada mexicana en Washington es el aún secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán.

Este tipo de designaciones tienen que pasar por el beneplácito del gobierno estadunidense, que está en un proceso de transición, porque a Donald Trump le quedan apenas 33 días en la presidencia y la propuesta debe ser aprobada por el Senado mexicano, ninguno de los dos requisitos se ha cumplido.

En cuanto a la segunda fase vale la pena preguntar ¿qué culpa tuvo la esposa de Agustín Gutiérrez Canet? ¿falta de reflejos y determinación para emprender una defensa veloz, mediatizada y sólida a favor de un militar de máximo rango? ¿no haber avisado a la Sedena de lo que pudiera saber? ¿tener contactos deficientes con la DEA y la NSA para no identificar el riesgo?

Expertos en el tema apuntan que Bárcena, quien además es tía de la esposa del presidente López Obrador, tuvo dos problemas externos con el conflicto Cienfuegos y uno más en casa, éste último determinante para su salida:

Primero, que sus contactos con la DEA y la NSA no son ni remotamente sólidos como para haber recibido el “pitazo” de lo que venía sobre el militar.

Segundo, que se subordinó a lo que le dijeron en México que debía decir, sin una actitud proactiva.

Bárcena quedó mal con todos, los militares no la ven como un aliado sino como una burócrata; López Obrador trató a su “tía política” como novata; Ebrard operó a distancia; la DEA y la NSA no le hicieron el menor caso.

Pero el problema decisivo se cocinó en México, no en los pasillos del Departamento de Estado o en las oficinas de Inteligencia en Washington, D.C.

Enemistados por décadas, Agustín Gutiérrez Canet eligió un pésimo momento para pegarle al Canciller por el nombramiento de Luz Elena Baños como embajadora eminente. En cuanto medio de comunicación pudo, el embajador en retiro se le lanzó a Ebrard por ese intento de nombramiento.

En lo local, Marcelo Ebrard le ganó a Agustín Gutiérrez Canet, quien apostó su resto por Porfirio Muñoz Ledo en la presidencia de Morena y ganó Mario Delgado.

Gutiérrez Canet fue colaborativo con Carlos Salinas de Gortari expresidente, cuando era embajador en Dublín. Y Ebrard tiene memoria.

El matrimonio Gutiérrez Canet-Bárcena se equivocó de plano. Ebrard no es Luis Videgaray, quien “llegó a aprender” a Tlatelolco.

Ahora le tocará a Moctezuma Barragán representar a México en Estados Unidos en medio de una relación tensa entre los presidentes López Obrador y, a partir del 20 de enero, Joe Biden.

Su experiencia en la administración pública y como presidente de la Fundación Azteca no serán suficientes para construir un puente sólido de comunicación con la nueva administración del vecino país y menos salvar la crisis en la que están inmersos ambos gobiernos.

Esteban Moctezuma se rehusó a trasladar sus oficinas a Puebla y ahora irá a Washington, con un jefe exigente como Marcelo Ebrard, para atender las ocurrencias que salen de Los Pinos.

De las anécdotas que se cuentan

Fue en los primeros meses de 2019, cuando el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, llegó un sábado a Puebla para arrancar el proceso de traslado de su dependencia a la entidad, como anunció el presidente López Obrador al arrancar su sexenio.

Nunca se mostró cómodo y adelantó que ese cambio no se llevaría a cabo en ese año, prometió que sería en 2020, que está a punto de terminar y nunca hizo nada para lograrlo.

Moctezuma Barragán finalmente consiguió no trasladar su domicilio a Puebla y se va a Washington, más que como premio como un descarte para la sucesión presidencial.

Esta es la columna con la que el reportero termina el año. Mi deseo que 2021 traiga mucha salud y un cambio radical de este 2020, el Año de la Pandemia, y que la Navidad nos genere esperanza y paz. Abrazos.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

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