/ sábado 4 de mayo de 2019

Muchos poblanos estaban a favor de los franceses el 5 de mayo

El Viernes Santo y el día mañana son las fechas más solemnes que tiene nuestra ciudad. Por un lado, históricamente conservadora; y por otro, con un republicanismo marcado en su nombre: Puebla de Zaragoza. Aunque esta fiesta llega a superar el Grito de Independencia, hay que conocer algo que puede causar molestias, pero obedece a la más clara verdad.


Empiezo señalando mi orgullo por ser poblano, el gusto que me ha dado crecer, estudiar y trabajar en este hermoso lugar, es más, desde hace años manifiesto mi orgullo por las publicaciones referentes a uno de los partícipes de la batalla de 1862, mi tatarabuelo Vicente Avendaño Vázquez, quien fue reclutado mediante la leva y llevado a combatir a favor de la causa republicana.

Pese a lo anterior, quiero señalar que ese día, buena parte de los ciudadanos de esta ciudad capital estaban a favor del bando francés. Debemos recordar la génesis de esta ciudad, fundada por y para españoles, creando así una idiosincrasia basada en el catolicismo, el conservadurismo y la hispanofilia. Recordemos que la guerra de Reforma se libró entre el bando liberal y el conservador, siendo el último con quien más se identificaron los poblanos. No voy a decir quiénes eran los buenos ni los malos, ambas causas tuvieron puntos positivos y también quisieron vender la soberanía de alguna manera. Lo cierto es que esa lucha desgastó a un gobierno que tuvo que afrontar una nueva amenaza.

También hay que decir que la falta de unidad en nuestro país ha sido notoria, y en ese entonces todavía más. Por ejemplo, en la invasión estadounidense de 1847, no todas las entidades federativas contribuyeron a la defensa del país.

En el caso del 5 de mayo, hay fuentes claras que evidencian que casi todos los poblanos estaban esperando a los franceses para festejar la victoria, es más, hay telegramas de Ignacio Zaragoza al presidente Juárez, en donde manifiesta esa situación de animadversión que hay con la población local.

Los soldados (no reclutados forzosamente) que participaron ese día eran de diversas partes, menos de la Angelópolis, el pronóstico era sumamente adverso y la victoria se debió a una conjunción de circunstancias sumamente complejas, sin embargo, la República tuvo un gran respiro, aunque al año siguiente la debacle empezó darse con el sitio de la ciudad. También hay que decir que Maximiliano traía ideas vanguardistas y más liberales que las del bando encabezado por Juárez, es más, me atrevo a decir que el Habsburgo tenía más amor por México que alguno de los políticos de aquel entonces y hasta de hoy día.

La intención de esta editorial no es crear una polémica que siga dividiendo a nuestro ya de por sí muy dividido país y sociedad, sino evidenciar precisamente esta desunión que no nos permite tomar un rumbo ni crear un proyecto claro de nación.

Indudablemente hay que reconocer a quienes ofrendaron su vida por la causa en que creían, sin asumir que algún bando sea el bueno o el malo, porque hacer calificaciones éticas a la historia resulta generalmente equivocado. Por lo pronto hay que disfrutar de esta fiesta cívica-militar y reconocer el valor del republicanismo y el laicismo en los que yo coincido plenamente. Hasta la próxima semana.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

El Viernes Santo y el día mañana son las fechas más solemnes que tiene nuestra ciudad. Por un lado, históricamente conservadora; y por otro, con un republicanismo marcado en su nombre: Puebla de Zaragoza. Aunque esta fiesta llega a superar el Grito de Independencia, hay que conocer algo que puede causar molestias, pero obedece a la más clara verdad.


Empiezo señalando mi orgullo por ser poblano, el gusto que me ha dado crecer, estudiar y trabajar en este hermoso lugar, es más, desde hace años manifiesto mi orgullo por las publicaciones referentes a uno de los partícipes de la batalla de 1862, mi tatarabuelo Vicente Avendaño Vázquez, quien fue reclutado mediante la leva y llevado a combatir a favor de la causa republicana.

Pese a lo anterior, quiero señalar que ese día, buena parte de los ciudadanos de esta ciudad capital estaban a favor del bando francés. Debemos recordar la génesis de esta ciudad, fundada por y para españoles, creando así una idiosincrasia basada en el catolicismo, el conservadurismo y la hispanofilia. Recordemos que la guerra de Reforma se libró entre el bando liberal y el conservador, siendo el último con quien más se identificaron los poblanos. No voy a decir quiénes eran los buenos ni los malos, ambas causas tuvieron puntos positivos y también quisieron vender la soberanía de alguna manera. Lo cierto es que esa lucha desgastó a un gobierno que tuvo que afrontar una nueva amenaza.

También hay que decir que la falta de unidad en nuestro país ha sido notoria, y en ese entonces todavía más. Por ejemplo, en la invasión estadounidense de 1847, no todas las entidades federativas contribuyeron a la defensa del país.

En el caso del 5 de mayo, hay fuentes claras que evidencian que casi todos los poblanos estaban esperando a los franceses para festejar la victoria, es más, hay telegramas de Ignacio Zaragoza al presidente Juárez, en donde manifiesta esa situación de animadversión que hay con la población local.

Los soldados (no reclutados forzosamente) que participaron ese día eran de diversas partes, menos de la Angelópolis, el pronóstico era sumamente adverso y la victoria se debió a una conjunción de circunstancias sumamente complejas, sin embargo, la República tuvo un gran respiro, aunque al año siguiente la debacle empezó darse con el sitio de la ciudad. También hay que decir que Maximiliano traía ideas vanguardistas y más liberales que las del bando encabezado por Juárez, es más, me atrevo a decir que el Habsburgo tenía más amor por México que alguno de los políticos de aquel entonces y hasta de hoy día.

La intención de esta editorial no es crear una polémica que siga dividiendo a nuestro ya de por sí muy dividido país y sociedad, sino evidenciar precisamente esta desunión que no nos permite tomar un rumbo ni crear un proyecto claro de nación.

Indudablemente hay que reconocer a quienes ofrendaron su vida por la causa en que creían, sin asumir que algún bando sea el bueno o el malo, porque hacer calificaciones éticas a la historia resulta generalmente equivocado. Por lo pronto hay que disfrutar de esta fiesta cívica-militar y reconocer el valor del republicanismo y el laicismo en los que yo coincido plenamente. Hasta la próxima semana.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.