/ lunes 25 de junio de 2018

Nervios e incertidumbre en los dos bandos, a seis días de la elección de gobernador

Quien le diga y pretenda jurarle que la elección de gobernador está resuelta, le mentirá.

Los equipos de campaña de Martha Érika Alonso y Luis Miguel Barbosa andaban todavía muy nerviosos el fin de semana y así continuarán hasta el domingo, dados los antecedentes estadísticos que pronostican un emparejamiento natural de la elección.

Después del estrés que les supuso el acto de cierre de campaña, el de Barbosa con Andrés Manuel López Obrador el sábado, en la Plaza de la Victoria, y el de Alonso el domingo, en un Estadio Ignacio Zaragoza llenado con meticulosidad para mostrar la fuerza de la estructura, los integrantes de los “cuartos de guerra” continuarán comiéndose lo que les quede de uñas frente a la incertidumbre.

Por más organizados y preparados que estén, los operadores de la coalición Por Puebla al Frente no pueden saber con anticipación el nivel del efecto de arrastre que provocará López Obrador en la candidatura de Barbosa.

Una manera de contrarrestar esa tendencia generalizada en favor de los aspirantes de Morena fue el empleo de la frase “AMLO sí, Barbosa no”, que trató de motivar el sufragio diferenciado en perjuicio del senador con licencia.

Esos operadores tampoco están capacitados para anticipar la incidencia real en la votación de las aspiraciones de cambio que existen en un sector importante de los electores, los votantes ‘switcher’, que no solo desean un relevo de nombre y personaje, sino de todo el grupo político al que pertenecen tanto el mandatario saliente como el abanderado a gobernador.

Esto explica el discurso monotemático de Barbosa en contra de “la reelección de Rafael Moreno Valle” a través de Martha Érika, su esposa.

Por último, desconocen con exactitud el tamaño de la estructura que han construido los aspirantes de la alianza Juntos Haremos Historia a partir de las deserciones en otros partidos, entre ellos el PRI, el PRD y el propio PAN.

Por eso es que, con todo y la capacidad mostrada en anteriores contiendas, hoy no se atreven a cantar victoria sin ponderar primero las condiciones particulares del proceso electoral.

Dentro del equipo de Miguel Barbosa las cosas andan igual.

El único que se anticipa ganador es el candidato, pero sus cercanos consideran que lo hace como un mero recurso estratégico para transmitir confianza hacia adentro, con sus colaboradores, y hacia afuera, con los ciudadanos y eventuales electores que dan seguimiento a las campañas.

Aquí el resultado final de la contienda depende prácticamente de factores externos.

Si López Obrador es la incógnita para los panistas, mucho más lo es para los morenistas, que cruzan los dedos y le rezan a sus patronos para materializar el ‘tsunami’ que lleve a su jefe a la gubernatura.

Los operadores de Barbosa, que tienen menos herramientas de medición en sus manos, tampoco tienen manera de predecir el efecto de arrastre.

Junto con eso, un punto que los mantiene en vilo es el de la estructura.

Si bien saben de la existencia de numerosos grupos de poblanos dispuestos a defender el voto de López Obrador en los distintos municipios del estado, desconfían de su eficacia para trabajar como un bloque homogéneo en la defensa del resto de los abanderados, entre ellos Barbosa.

La tardía reconciliación del aspirante a gobernador con algunos de sus compañeros de coalición, como Alejandro Armenta y Fernando Manzanilla, entre otros, impidió que trabajaran con mayor profundidad en el armado de una eficiente e incorruptible estructura electoral, lo que podría significar una debilidad definitoria ante el ejército de Alonso y el Frente.

A menos de una semana de la elección, los nervios y la incertidumbre persisten en ambos grupos.

Y no es para menos.

Lo que está en disputa es el poder político, gubernamental y económico del estado, además de la supervivencia y el proyecto presidencial (¡oootra vez!) de uno de los bandos: el morenovallismo.

El domingo correrán los que parecen ser los comicios más reñidos y cerrados de la historia en Puebla.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Quien le diga y pretenda jurarle que la elección de gobernador está resuelta, le mentirá.

Los equipos de campaña de Martha Érika Alonso y Luis Miguel Barbosa andaban todavía muy nerviosos el fin de semana y así continuarán hasta el domingo, dados los antecedentes estadísticos que pronostican un emparejamiento natural de la elección.

Después del estrés que les supuso el acto de cierre de campaña, el de Barbosa con Andrés Manuel López Obrador el sábado, en la Plaza de la Victoria, y el de Alonso el domingo, en un Estadio Ignacio Zaragoza llenado con meticulosidad para mostrar la fuerza de la estructura, los integrantes de los “cuartos de guerra” continuarán comiéndose lo que les quede de uñas frente a la incertidumbre.

Por más organizados y preparados que estén, los operadores de la coalición Por Puebla al Frente no pueden saber con anticipación el nivel del efecto de arrastre que provocará López Obrador en la candidatura de Barbosa.

Una manera de contrarrestar esa tendencia generalizada en favor de los aspirantes de Morena fue el empleo de la frase “AMLO sí, Barbosa no”, que trató de motivar el sufragio diferenciado en perjuicio del senador con licencia.

Esos operadores tampoco están capacitados para anticipar la incidencia real en la votación de las aspiraciones de cambio que existen en un sector importante de los electores, los votantes ‘switcher’, que no solo desean un relevo de nombre y personaje, sino de todo el grupo político al que pertenecen tanto el mandatario saliente como el abanderado a gobernador.

Esto explica el discurso monotemático de Barbosa en contra de “la reelección de Rafael Moreno Valle” a través de Martha Érika, su esposa.

Por último, desconocen con exactitud el tamaño de la estructura que han construido los aspirantes de la alianza Juntos Haremos Historia a partir de las deserciones en otros partidos, entre ellos el PRI, el PRD y el propio PAN.

Por eso es que, con todo y la capacidad mostrada en anteriores contiendas, hoy no se atreven a cantar victoria sin ponderar primero las condiciones particulares del proceso electoral.

Dentro del equipo de Miguel Barbosa las cosas andan igual.

El único que se anticipa ganador es el candidato, pero sus cercanos consideran que lo hace como un mero recurso estratégico para transmitir confianza hacia adentro, con sus colaboradores, y hacia afuera, con los ciudadanos y eventuales electores que dan seguimiento a las campañas.

Aquí el resultado final de la contienda depende prácticamente de factores externos.

Si López Obrador es la incógnita para los panistas, mucho más lo es para los morenistas, que cruzan los dedos y le rezan a sus patronos para materializar el ‘tsunami’ que lleve a su jefe a la gubernatura.

Los operadores de Barbosa, que tienen menos herramientas de medición en sus manos, tampoco tienen manera de predecir el efecto de arrastre.

Junto con eso, un punto que los mantiene en vilo es el de la estructura.

Si bien saben de la existencia de numerosos grupos de poblanos dispuestos a defender el voto de López Obrador en los distintos municipios del estado, desconfían de su eficacia para trabajar como un bloque homogéneo en la defensa del resto de los abanderados, entre ellos Barbosa.

La tardía reconciliación del aspirante a gobernador con algunos de sus compañeros de coalición, como Alejandro Armenta y Fernando Manzanilla, entre otros, impidió que trabajaran con mayor profundidad en el armado de una eficiente e incorruptible estructura electoral, lo que podría significar una debilidad definitoria ante el ejército de Alonso y el Frente.

A menos de una semana de la elección, los nervios y la incertidumbre persisten en ambos grupos.

Y no es para menos.

Lo que está en disputa es el poder político, gubernamental y económico del estado, además de la supervivencia y el proyecto presidencial (¡oootra vez!) de uno de los bandos: el morenovallismo.

El domingo correrán los que parecen ser los comicios más reñidos y cerrados de la historia en Puebla.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx