/ martes 19 de marzo de 2019

No habrá elecciones limpias con gobernadores que impongan candidatos

Puebla será una prueba, la primera en la naciente etapa del lopezobradorismo y de su cuarta transformación que busca el cambio electoral, dejar atrás la vieja cultura de la corrupción, el fraude electoral, la “degradación de compra de voluntades y el tráfico de la pobreza de la gente”, en los comicios extraordinarios que tendrán lugar el 2 de junio para elegir al nuevo gobernador del Estado que sustituirá el interinato de Guillermo Pacheco Pulido y al malogrado e infortunado gobierno de Martha Erika Alonso Hidalgo.

A eso vino Andrés Manuel López Obrador hace dos domingos a Puebla a dejar claro que las elecciones para gobernador en Puebla deben ser las más limpias, transparentes y democráticas que hayan tenido lugar en la historia de cualquiera de los 32 estados del país, desde luego después de la elección presidencial del año pasado en que la libertad de los votantes llevó a la elección más abultada, copiosa y democrática en la historia de México, precisamente a favor de López Obrador.

El tabasqueño trajo consigo otro propósito político, vino a fortalecer, apoyar y a reconocer el fino trabajo político que realiza el Gobernador Interino, Guillermo Pacheco Pulido, para pacificar y reconciliar a los poblanos después de una etapa de turbulencias políticas y de cambios que habían sembrado la incertidumbre social. Vino a fortalecerlo para que en Puebla los partidos políticos realicen el primer experimento político electoral democrático, esto ante las inveteradas y rancias prácticas de la vieja cultura que sembraron en el país y en el Estado más de 8 décadas de elecciones fraudulentas.

López Obrador tuvo que sufrir en carne propia dos fraudes electorales que no lo dejaron pasar desde antes a la presidencia de la república, en las elecciones en que Vicente Fox no lo dejó pasar; y cuando Felipe Calderón le salió al paso y dejó que se consumara el fraude electoral de Enrique Peña Nieto.

Por eso ahora, parte esencial de la cuarta transformación, es lograr que se destierre el sistema que ya fue declarado derrotado pero que no ha muerto, está vivo el fraude electoral que llegó a formar parte de la cultura de presidentes de la república, gobernadores, senadores, presidentes municipales y diputados que fueron impuestos no electos, que fueron impuestos a base de dinero y compra de votos.

Pero López Obrador llegó a Puebla con otro objetivo de inmediato plazo, poner orden en la contienda interna, y poner en su lugar a cada uno de los aspirantes de morena a la candidatura a la gubernatura del Estado para que la contienda no terminara ayer domingo como el rosario de Amozoc. Dejó a los tres aspirantes tres frases de tarea para que cada uno se las acomodara de acuerdo al tipo de campaña que realizó: “mi gobierno no tiene candidato”; y nadie debe “usar mi nombre para conseguir una posición política”, como cabeceó su nota principal El Sol de Puebla Y rubricó con una advertencia “que nadie se atreva a decir que tiene mi apoyo. Porque yo solo tengo un amo, el pueblo”

Esas frases, sonoras y llamativas fueron llamadas de atención, y, es que la contienda interna de Morena amenazaba con terminar, este fin de semana, en un curso agrio, seco, cortante, de presiones y de ataques.

Las nuevas reglas del juego electoral que dejó claramente establecidas en Puebla Andrés Manuel López Obrador son: que el gobierno no tiene partido, ni tiene sindicato, el gobierno es de todos y ya no va a ser como antes de que el gobierno apoyaba a un partido, apoyaba a un candidato, mucho menos se va a permitir que se use dinero del presupuesto, que es dinero del pueblo para favorecer a un candidato, favorecer a un partido; nada de compra de voto, de tráfico con la pobreza, de acarrear a la gente a sufragar, de falsificar resultados electorales.

Para los que no están entendiendo que las cosas han cambiado, advirtió, ya es delito grave la corrupción, que no lo era, ya se reformó la Constitución para que también sea delito grave el fraude electoral.

En Puebla están dadas las condiciones para que haya elecciones democráticas y transparentes porque el gobierno en turno prácticamente no está casado con ningún partido aunque su filiación sea priista; ni el PRI está en condiciones de ganar la elección. Los problemas entre la vieja y la nueva cultura electoral empezarán realmente en las entidades donde hay gobernadores que al viejo estilo tienen el control de sus partidos y buscarán imponer a su candidato con el dinero del presupuesto público. ¿Cuál será el primer gobernador que López Obrador se atreva a meter a la cárcel? Escúchanos diariamente de 13 a 14 horas, en ABC Radio 1280 de AM.

Puebla será una prueba, la primera en la naciente etapa del lopezobradorismo y de su cuarta transformación que busca el cambio electoral, dejar atrás la vieja cultura de la corrupción, el fraude electoral, la “degradación de compra de voluntades y el tráfico de la pobreza de la gente”, en los comicios extraordinarios que tendrán lugar el 2 de junio para elegir al nuevo gobernador del Estado que sustituirá el interinato de Guillermo Pacheco Pulido y al malogrado e infortunado gobierno de Martha Erika Alonso Hidalgo.

A eso vino Andrés Manuel López Obrador hace dos domingos a Puebla a dejar claro que las elecciones para gobernador en Puebla deben ser las más limpias, transparentes y democráticas que hayan tenido lugar en la historia de cualquiera de los 32 estados del país, desde luego después de la elección presidencial del año pasado en que la libertad de los votantes llevó a la elección más abultada, copiosa y democrática en la historia de México, precisamente a favor de López Obrador.

El tabasqueño trajo consigo otro propósito político, vino a fortalecer, apoyar y a reconocer el fino trabajo político que realiza el Gobernador Interino, Guillermo Pacheco Pulido, para pacificar y reconciliar a los poblanos después de una etapa de turbulencias políticas y de cambios que habían sembrado la incertidumbre social. Vino a fortalecerlo para que en Puebla los partidos políticos realicen el primer experimento político electoral democrático, esto ante las inveteradas y rancias prácticas de la vieja cultura que sembraron en el país y en el Estado más de 8 décadas de elecciones fraudulentas.

López Obrador tuvo que sufrir en carne propia dos fraudes electorales que no lo dejaron pasar desde antes a la presidencia de la república, en las elecciones en que Vicente Fox no lo dejó pasar; y cuando Felipe Calderón le salió al paso y dejó que se consumara el fraude electoral de Enrique Peña Nieto.

Por eso ahora, parte esencial de la cuarta transformación, es lograr que se destierre el sistema que ya fue declarado derrotado pero que no ha muerto, está vivo el fraude electoral que llegó a formar parte de la cultura de presidentes de la república, gobernadores, senadores, presidentes municipales y diputados que fueron impuestos no electos, que fueron impuestos a base de dinero y compra de votos.

Pero López Obrador llegó a Puebla con otro objetivo de inmediato plazo, poner orden en la contienda interna, y poner en su lugar a cada uno de los aspirantes de morena a la candidatura a la gubernatura del Estado para que la contienda no terminara ayer domingo como el rosario de Amozoc. Dejó a los tres aspirantes tres frases de tarea para que cada uno se las acomodara de acuerdo al tipo de campaña que realizó: “mi gobierno no tiene candidato”; y nadie debe “usar mi nombre para conseguir una posición política”, como cabeceó su nota principal El Sol de Puebla Y rubricó con una advertencia “que nadie se atreva a decir que tiene mi apoyo. Porque yo solo tengo un amo, el pueblo”

Esas frases, sonoras y llamativas fueron llamadas de atención, y, es que la contienda interna de Morena amenazaba con terminar, este fin de semana, en un curso agrio, seco, cortante, de presiones y de ataques.

Las nuevas reglas del juego electoral que dejó claramente establecidas en Puebla Andrés Manuel López Obrador son: que el gobierno no tiene partido, ni tiene sindicato, el gobierno es de todos y ya no va a ser como antes de que el gobierno apoyaba a un partido, apoyaba a un candidato, mucho menos se va a permitir que se use dinero del presupuesto, que es dinero del pueblo para favorecer a un candidato, favorecer a un partido; nada de compra de voto, de tráfico con la pobreza, de acarrear a la gente a sufragar, de falsificar resultados electorales.

Para los que no están entendiendo que las cosas han cambiado, advirtió, ya es delito grave la corrupción, que no lo era, ya se reformó la Constitución para que también sea delito grave el fraude electoral.

En Puebla están dadas las condiciones para que haya elecciones democráticas y transparentes porque el gobierno en turno prácticamente no está casado con ningún partido aunque su filiación sea priista; ni el PRI está en condiciones de ganar la elección. Los problemas entre la vieja y la nueva cultura electoral empezarán realmente en las entidades donde hay gobernadores que al viejo estilo tienen el control de sus partidos y buscarán imponer a su candidato con el dinero del presupuesto público. ¿Cuál será el primer gobernador que López Obrador se atreva a meter a la cárcel? Escúchanos diariamente de 13 a 14 horas, en ABC Radio 1280 de AM.