/ sábado 15 de junio de 2019

Nuevas paternidades

El impacto de los cambios socio culturales en la familia repercute en el ejercicio de las paternidades, generando espacios de transformación en las relaciones y la forma como se tramita el afecto entre padres e hijos.

Con el nuevo rol social de la mujer, la expansión de las oportunidades educativas y el paulatino debilitamiento de la situación de los hombres en el mercado de trabajo, agravado por la reciente crisis financiera y económica; ha cambiado la estructura familiar y se ha modificado el rol de la mujer, el hombre y la familia.

En muchas sociedades, en el mejor de los casos, el padre ha sido quien imparte las enseñanzas morales, impone disciplina y provee en el hogar, sin embargo, en diversos países se da ahora una importancia mayor al papel del padre como co-progenitor, como alguien que participa plenamente en los aspectos emocionales y prácticos de la crianza de hijas e hijos.

No obstante, todavía se plantean desafíos para los padres y, por ende, para la sociedad y la política social. Son demasiados los hombres que tienen dificultades para asumir las responsabilidades de la paternidad, lo cual suele tener consecuencias perjudiciales para la familia e, inevitablemente, para la sociedad en general.

Por todo esto, distintas culturas alrededor del mundo se vieron en la necesidad de redefinir la masculinidad, el ser padre y el rol que éste debe jugar en la dinámica familiar.

En tiempos recientes, algunos hombres han ido rompiendo con aquellos esquemas del padre sólo proveedor, distante y autoritario, para dar paso a relaciones más cercanas y gratificantes con sus hijos e hijas. Cada vez son más los hombres que están deseosos de ser parte de todas las facetas en la vida de sus hijos, dispuestos a ayudar, que tienen sus propias ideas sobre la recién adquirida responsabilidad y no temen llegar a sus trabajos ojerosos tras una noche en vela cuidando al bebé.

Paternidades y equidad comienzan a ser parte de un camino de revisión y nuevas complejidades que algunos hombres parecen dispuestos a recorrer en los últimos años.

La participación de la figura masculina en el cuidado de los hijos, lejos de percibirse como débil e inadecuada, muestra sensibilidad, amor, valentía, compromiso y humanidad, características y valores que a ambos sexos beneficia y enriquece desde el punto de vista de la sexualidad, la construcción de género, los roles para ejercer en su vida futura, así como de seres humanos.

Hoy en día, para muchos, ser padre se ha transformado en una elección de vida que va mucho más allá de la posibilidad biológica de reproducirse o la responsabilidad de cubrir únicamente las necesidades económicas de una familia. Las parejas tienen el desafío de construir una paternidad mucho más activa y equitativa que en el pasado, dejando de lado todas las ideas que impiden dar paso a la experiencia de una paternidad sin prejuicios, la cual, permita que los hombres disfruten de sus hijos en total libertad y se involucren en cada una de sus etapas de desarrollo.

Esto incluye a los padres divorciados que, en algunos casos, desean participar activamente en la crianza de sus hijos y por conflictos de pareja se ven limitados a ejercer sus derechos; por lo que se requiere promover legislación y políticas públicas más equitativas que permitan acceder a una manera distinta de ser padres con un respaldo del Estado y al mismo tiempo generar una discusión pública para evidenciar los beneficios de la paternidad responsable para todas y todos los actores sociales.




monserrat.publicaciones@gmail.com

El impacto de los cambios socio culturales en la familia repercute en el ejercicio de las paternidades, generando espacios de transformación en las relaciones y la forma como se tramita el afecto entre padres e hijos.

Con el nuevo rol social de la mujer, la expansión de las oportunidades educativas y el paulatino debilitamiento de la situación de los hombres en el mercado de trabajo, agravado por la reciente crisis financiera y económica; ha cambiado la estructura familiar y se ha modificado el rol de la mujer, el hombre y la familia.

En muchas sociedades, en el mejor de los casos, el padre ha sido quien imparte las enseñanzas morales, impone disciplina y provee en el hogar, sin embargo, en diversos países se da ahora una importancia mayor al papel del padre como co-progenitor, como alguien que participa plenamente en los aspectos emocionales y prácticos de la crianza de hijas e hijos.

No obstante, todavía se plantean desafíos para los padres y, por ende, para la sociedad y la política social. Son demasiados los hombres que tienen dificultades para asumir las responsabilidades de la paternidad, lo cual suele tener consecuencias perjudiciales para la familia e, inevitablemente, para la sociedad en general.

Por todo esto, distintas culturas alrededor del mundo se vieron en la necesidad de redefinir la masculinidad, el ser padre y el rol que éste debe jugar en la dinámica familiar.

En tiempos recientes, algunos hombres han ido rompiendo con aquellos esquemas del padre sólo proveedor, distante y autoritario, para dar paso a relaciones más cercanas y gratificantes con sus hijos e hijas. Cada vez son más los hombres que están deseosos de ser parte de todas las facetas en la vida de sus hijos, dispuestos a ayudar, que tienen sus propias ideas sobre la recién adquirida responsabilidad y no temen llegar a sus trabajos ojerosos tras una noche en vela cuidando al bebé.

Paternidades y equidad comienzan a ser parte de un camino de revisión y nuevas complejidades que algunos hombres parecen dispuestos a recorrer en los últimos años.

La participación de la figura masculina en el cuidado de los hijos, lejos de percibirse como débil e inadecuada, muestra sensibilidad, amor, valentía, compromiso y humanidad, características y valores que a ambos sexos beneficia y enriquece desde el punto de vista de la sexualidad, la construcción de género, los roles para ejercer en su vida futura, así como de seres humanos.

Hoy en día, para muchos, ser padre se ha transformado en una elección de vida que va mucho más allá de la posibilidad biológica de reproducirse o la responsabilidad de cubrir únicamente las necesidades económicas de una familia. Las parejas tienen el desafío de construir una paternidad mucho más activa y equitativa que en el pasado, dejando de lado todas las ideas que impiden dar paso a la experiencia de una paternidad sin prejuicios, la cual, permita que los hombres disfruten de sus hijos en total libertad y se involucren en cada una de sus etapas de desarrollo.

Esto incluye a los padres divorciados que, en algunos casos, desean participar activamente en la crianza de sus hijos y por conflictos de pareja se ven limitados a ejercer sus derechos; por lo que se requiere promover legislación y políticas públicas más equitativas que permitan acceder a una manera distinta de ser padres con un respaldo del Estado y al mismo tiempo generar una discusión pública para evidenciar los beneficios de la paternidad responsable para todas y todos los actores sociales.




monserrat.publicaciones@gmail.com