/ miércoles 24 de julio de 2019

Política, el otro flanco débil de Claudia Rivera

No, no, no.

Que Fernando Manzanilla Prieto y Antonio Peniche García hayan colaborado con funcionarios del ayuntamiento de Puebla para diseñar y poner en marcha un programa de mejoramiento urbano en el centro histórico, que contiene como prioridad el reordenamiento del comercio informal, no significa que la relación de Luis Miguel Barbosa Huerta con Claudia Rivera Vivanco ya sea de amigos inseparables.

Manzanilla y Peniche, titulares de la Secretaría General de Gobierno y de Infraestructura en la administración de Guillermo Pacheco Pulido, asumieron como responsabilidad propia la realización de esos trabajos en la ciudad de Puebla por acuerdo conjunto del mandatario interino y el gobernador electo.

El objetivo primario no es ayudar a Claudia Rivera en el plano personal, sino mejorar el desempeño de un ayuntamiento emanado de Morena, el más importante del estado, en un tema sensible para el sector empresarial y que ha sido motivo de incesantes críticas en los últimos nueve meses.

Si se hace un buen trabajo, lo que es garantía en manos de esos dos secretarios, el gobierno municipal se anotará un acierto que servirá para revertir (aunque sea) un poco la mala percepción que tienen de él los habitantes de la ciudad y que quedó demostrada en los comicios extraordinarios del 2 de junio, con una votación mayoritaria en contra de Morena y su candidato a gobernador.

Así que no conviene a los integrantes del equipo compacto de la presidenta municipal festejar por un acontecimiento inexistente aún: la permanencia de su jefa en la silla principal del Palacio.

Entre los colaboradores del mandatario electo siguen cruzándose apuestas por el futuro de Rivera Vivanco, que se discute en dos bandos muy bien definidos: el de los duros, que pugnan por la destitución, y el de los moderados, que sugieren intervenir el ayuntamiento a partir de una estrategia más o menos quirúrgica.

Hace unas semanas le informé del cambio forzado que habrá en la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, de donde saldrá María de Lourdes Rosales Martínez para dar paso a Manuel Alonso García.

Pero ese es solo uno de varios movimientos que se planean desde el barbosismo para tratar de enderezar el barco que se hunde.

Según los análisis que han llegado a la oficina del mandatario electo, el área política, después de la de seguridad, es la que requiere golpes de timón urgentes.

La falta de personajes experimentados en labores de negociación, operación e inteligencia política ha derivado en los problemas que aquejan al ayuntamiento y ha propiciado la desconexión de Rivera Vivanco con la gente que gobierna, concluyen esos análisis.

Ahí figuran en primer lugar, como culpables de ello, Javier Palou García, coordinador ejecutivo de la Presidencia, y René Sánchez Galindo, secretario de Gobernación.

En efecto, Palou y Sánchez pueden correr la misma (mala) suerte que Lourdes Rosales.

No es casual que en la conferencia de prensa de este martes Omar Álvarez Arronte haya ocupado un sitio de relevancia. Como asesor de Manzanilla, el ex priista tiene un papel fundamental en el reordenamiento de los vendedores ambulantes.

La experiencia y mano dura de Álvarez Arronte son la antítesis de la inexperiencia y la falta de vigor de Sánchez Galindo.

Así que aquí puede estar el relevo que mande Miguel Barbosa una vez que arribe al poder, el 1 de agosto.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

No, no, no.

Que Fernando Manzanilla Prieto y Antonio Peniche García hayan colaborado con funcionarios del ayuntamiento de Puebla para diseñar y poner en marcha un programa de mejoramiento urbano en el centro histórico, que contiene como prioridad el reordenamiento del comercio informal, no significa que la relación de Luis Miguel Barbosa Huerta con Claudia Rivera Vivanco ya sea de amigos inseparables.

Manzanilla y Peniche, titulares de la Secretaría General de Gobierno y de Infraestructura en la administración de Guillermo Pacheco Pulido, asumieron como responsabilidad propia la realización de esos trabajos en la ciudad de Puebla por acuerdo conjunto del mandatario interino y el gobernador electo.

El objetivo primario no es ayudar a Claudia Rivera en el plano personal, sino mejorar el desempeño de un ayuntamiento emanado de Morena, el más importante del estado, en un tema sensible para el sector empresarial y que ha sido motivo de incesantes críticas en los últimos nueve meses.

Si se hace un buen trabajo, lo que es garantía en manos de esos dos secretarios, el gobierno municipal se anotará un acierto que servirá para revertir (aunque sea) un poco la mala percepción que tienen de él los habitantes de la ciudad y que quedó demostrada en los comicios extraordinarios del 2 de junio, con una votación mayoritaria en contra de Morena y su candidato a gobernador.

Así que no conviene a los integrantes del equipo compacto de la presidenta municipal festejar por un acontecimiento inexistente aún: la permanencia de su jefa en la silla principal del Palacio.

Entre los colaboradores del mandatario electo siguen cruzándose apuestas por el futuro de Rivera Vivanco, que se discute en dos bandos muy bien definidos: el de los duros, que pugnan por la destitución, y el de los moderados, que sugieren intervenir el ayuntamiento a partir de una estrategia más o menos quirúrgica.

Hace unas semanas le informé del cambio forzado que habrá en la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, de donde saldrá María de Lourdes Rosales Martínez para dar paso a Manuel Alonso García.

Pero ese es solo uno de varios movimientos que se planean desde el barbosismo para tratar de enderezar el barco que se hunde.

Según los análisis que han llegado a la oficina del mandatario electo, el área política, después de la de seguridad, es la que requiere golpes de timón urgentes.

La falta de personajes experimentados en labores de negociación, operación e inteligencia política ha derivado en los problemas que aquejan al ayuntamiento y ha propiciado la desconexión de Rivera Vivanco con la gente que gobierna, concluyen esos análisis.

Ahí figuran en primer lugar, como culpables de ello, Javier Palou García, coordinador ejecutivo de la Presidencia, y René Sánchez Galindo, secretario de Gobernación.

En efecto, Palou y Sánchez pueden correr la misma (mala) suerte que Lourdes Rosales.

No es casual que en la conferencia de prensa de este martes Omar Álvarez Arronte haya ocupado un sitio de relevancia. Como asesor de Manzanilla, el ex priista tiene un papel fundamental en el reordenamiento de los vendedores ambulantes.

La experiencia y mano dura de Álvarez Arronte son la antítesis de la inexperiencia y la falta de vigor de Sánchez Galindo.

Así que aquí puede estar el relevo que mande Miguel Barbosa una vez que arribe al poder, el 1 de agosto.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx